Toscana

Acabo de volver de la Toscana: cinco días y casi mil kilómetros en coche de alquiler recorriendo a la deriva hermosísimos pueblos asomados al vértigo de emplazamientos improbables (Pienza, Montepulciano, Montalcino, Volterra, San Gimignano, Monteriggioni), apacibles abadías varadas como navíos abandonados en medio del verde océano de hierba (Monte Oliveto Maggiore, San Galgano), una ciudad de la que me enamoré (Siena) y otra (ay) consumida por los excesos del turismo masivo (Florencia). 

Uno de esos viajes que se quedan dentro para siempre. 



























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