Cuidado



Brandy Clark escribe canciones -como esta y cómo todas las de su último álbum, Big day in a small town- que además de ser formidables llevan dentro suficiente dinamita, estricnina y ácido sulfúrico como para poner patas arriba y hacer saltar por los aires la apacible existencia de sábado por la tarde de cualquier ciudad de mediano tamaño. 

Escucharlas debería tener dos rombos, bandera roja de playa con marejada y advertencias de cuidado con el perro y aún así estoy casi seguro de que todas esas precauciones servirían de muy poco, porque hay viajes de los que no se regresa, destinos que no conocen camino de vuelta y canciones que, como la vida, son verdad, toda la verdad y nada más que la verdad y que, precisamente por eso, una vez escuchadas no tienen marcha atrás, consuelo ni redención. 

PD. Una vez más se demuestra que cualquier aproximación (del género que sea, musical, literaria o cinematográfica, por poner sólo algunos ejemplos) lo bastante honesta e inteligente a los minúsculos recodos, miserias, vericuetos y sutilezas de la existencia humana tiene siempre una resonancia universal. A lo largo de nuestra vida todos seremos inteligentes, estúpidos, felices y naufragos un numero casi infinito de veces y un día no muy lejano todos lloraremos las mismas lágrimas que justo ahora alguien está a punto de derramar en cualquier esquina de este vasto mundo por razones que, sean las que sean, precisamente por eso, nunca nos serán ajenas. 


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