tag:blogger.com,1999:blog-58944795769128319462024-03-12T07:32:00.669+01:00FATALES ESPEJOS REPETIDOSNa incerteza que nada mais certo existe além da grande incerteza de não estar certo de nada Unknownnoreply@blogger.comBlogger1195125tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-19455867071808448502022-03-04T22:56:00.000+01:002022-03-04T22:56:03.497+01:00Punto y final<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Empecé este blog hace muchos años, un lejanísimo 31 de octubre de 2006, sin saber muy bien cómo ni porqué, pero, eso sí, con un poema de Ada Salas, lo que no deja de ser toda una declaración de intenciones. Y para un sujeto como yo, con una lacerante tendencia a la dispersión, esta experiencia de nada menos que quince años ha durado mucho más de lo que yo mismo habría imaginado que lo haría aquella noche.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Antes de este último ha habido otros largos periodos de ausencia pero, ahora, por primera vez, siento que cierta etapa de mi vida ha acabado y este blog, como símbolo de ella, también llega a su fin.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Me gustaría dar las gracias a todos los que alguna vez me han leído y a todas las personas que han formado parte, desde más cerca o en la distancia, de esta modesta experiencia. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Acabo con un poema que publiqué en una de las primeras entradas. Un poema que a mi juicio resume bien todas las preocupaciones de las que he ido dado cuenta noche a noche: la fugacidad de la vida, los muchos seres que habitan dentro de nosotros, la necesidad de volver a intentarlo y, en fin, cierta mirada melancólica y optimista de la vida con la que no me siento nada mal representado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Sean felices!</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgGh6KYNjkNFnhWLC0haY99DAUgjaxT-Z0KXtQ63P1xVKtQgL-FB_Wax1ums-eXspO7l0K0jKHAj8P-_8JbSs49nIUJC1x5_s0NqzbSsKcrkJHGPp4SFXJm2YZJmrPLi3d_6jzqtxDwCHqk93rTWlG9ASJm2zl7ZpyuN2r2mfBuY91EbuIGbeI71gtg=s921" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="921" height="414" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgGh6KYNjkNFnhWLC0haY99DAUgjaxT-Z0KXtQ63P1xVKtQgL-FB_Wax1ums-eXspO7l0K0jKHAj8P-_8JbSs49nIUJC1x5_s0NqzbSsKcrkJHGPp4SFXJm2YZJmrPLi3d_6jzqtxDwCHqk93rTWlG9ASJm2zl7ZpyuN2r2mfBuY91EbuIGbeI71gtg=w547-h414" width="547" /></a></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-57714887132835319132021-12-14T01:26:00.010+01:002021-12-14T01:48:55.685+01:00Dientes, dientes<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiBd6b1kZMEzAD2ah2mQKMAKyxBY9u3OTiX5eGDsEzD3KU23PMbHbgcZvcjKdw6fUv6W1WyqaFm_v6CS7x2VXZPlzxvPaHxVH6hSny7b4haHAQY3-77iD1I0_ytUH_7lPz2kOC5nIOvDIQJ4Mt_RB66XJkMrPrwBsk9f5gfX3vzhh7JjPFZ1djbvYZA=s1576" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1576" data-original-width="1050" height="537" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiBd6b1kZMEzAD2ah2mQKMAKyxBY9u3OTiX5eGDsEzD3KU23PMbHbgcZvcjKdw6fUv6W1WyqaFm_v6CS7x2VXZPlzxvPaHxVH6hSny7b4haHAQY3-77iD1I0_ytUH_7lPz2kOC5nIOvDIQJ4Mt_RB66XJkMrPrwBsk9f5gfX3vzhh7JjPFZ1djbvYZA=w339-h537" width="339" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">A veces los días se suceden unos a otros raros y angulosos, como a trompicones y cuando eso ocurre nos quedemos atrapados en sus caprichosas vueltas y requiebros y no es extraño que dejar atrás ese minucioso laberinto de cosas que no acaban de salir como uno espera nos acabe costando mucho más tiempo del que hubiéramos pensado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Por suerte, con un poco de voluntad, un poco de paciencia y otro poco de suerte, al final siempre se sale, con la lágrima a punto, con la sonrisa puesta, con cara de tonto o con los pies por delate, según el caso y, sea como sea (salvo en la última opción) el sol vuelve a brillar y el carrusel gira de nuevo con la esperanza de que la próxima vuelta, esa que está a punto de empezar, será mucho mejor que la que ahora se acaba.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">La vida está llena de sorpresas. De canciones hermosas, de ciudades que amanecen radiantes al fondo de la autopista, de amores imposibles que dejan de serlo cuando menos te lo esperas, de viajes y de siestas, de besos y de abrazos y, en fin, de todo lo que hace que nos apetezca levantarnos y de todo lo que que nos ayuda a ir suturando las pequeñas heridas que nos quedan de todas esas otras veces en las que, muy a nuestro pesar, acaba lloviendo sobre mojado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Me quedan muchas cosas que hacer en estos quince días de diciembre. Tengo que ver la última película de Paolo Sorrentino (Fue la mano de Dios), que intuyo que me va a gustar mucho (ya les informaré al respecto). Tengo que crear una larga lista de Spotify con canciones country para pasar las largas noches de Navidad. Tengo pendiente de leer mucha poesía y en particular las 1.072 páginas (ahí es nada) que integran las obras completas de Luis García Montero. Y, si el tiempo lo permite, estaría bien batir mi marca personal de los diez quilómetros, sustituyendo la actual, que da vergüenza ajena, por una que sólo de lástima. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Aprovecharé las vacaciones para llevarme a trotar por los caminos de Villabrázaro a Rocky (el perrete de la foto) que cuando me ve se pone tan nervioso que empieza a saltar compulsivamente en círculos alrededor de mis piernas a una velocidad que parece imposible en un bicho tan diminuto. Visitaré a mi familia en Zamora y en Asturias y pasaré las Navidades con la gente que me quiere de verdad: esa que siempre está pase lo que pase, esa que atraviesa todas las tormentas y que siempre te tiende la mano y nunca te cierra la puerta de su corazón.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">La vida es un suspiro que se agota con cada ola que llega hasta la orilla. Espero que todos ustedes pasen estos días lo mejor que puedan y que sean felices, con la conciencia de que la felicidad está trenzada con el hilo de fogonazos y momentos que nunca duran tanto como nos gustaría, porque la felicidad alimentada con corriente continua todavía está por inventar, porque la única felicidad posible es ahora, porque fuera del ahora, fuera de este instante que nos observa en el espejo, no hay nada y porque al final son también los malos momentos los que nos han traído hasta aquí.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Disfruten de la vida, hagan el amor y no la guerra, traten de no darle por el culo al prójimo (salvo que el prójimo convenga libremente lo contrario) y sean rabiosamente felices y sonrían a todo trapo porque, como dijo la Pantoja, además de ser muy bueno para la salud, lo único que de verdad jode a los enemigos, a los compañeros de partido, a las ex-novias y a todas esas amargas criaturas reptilianas que de vez en cuando merodean por nuestra existencia con el único propósito de amargárnosla, es vernos sonreír, felices y con la camisa blanca lavada y recién planchada, listos para empezar de nuevo, una vez más, como siempre y, por supuesto, mejor que nunca.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Mejor que nunca, eso es.</span></p><p style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/gF687qI6x5E" width="480"></iframe></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-72139448039742096522021-11-11T01:34:00.028+01:002021-11-11T02:26:44.847+01:00Veinticinco años<div style="text-align: justify;"><br /><span style="font-size: x-large;"><br /></span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs-5Anp6pmgHQiMtf4lwWW603pvm3-VhcJNClMPcMEL6_aYCREsluFK7X9HZarGfWsAkIqxE4LSdcSMqmWOfoGkwz3TU3SdLHPQDWzbWrJdf1BX9LZNBwKtnMi9vUg3bGYo4J14yRK9Bk/s680/FDh94BIXoAQGeZm.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="419" data-original-width="680" height="246" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs-5Anp6pmgHQiMtf4lwWW603pvm3-VhcJNClMPcMEL6_aYCREsluFK7X9HZarGfWsAkIqxE4LSdcSMqmWOfoGkwz3TU3SdLHPQDWzbWrJdf1BX9LZNBwKtnMi9vUg3bGYo4J14yRK9Bk/w489-h246/FDh94BIXoAQGeZm.jpg" width="489" /></a></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">El viento del otoño juega a hacer remolinos en la arena, como un perro callejero al abordaje de un hueso y el cielo gris se descuelga perezoso y leve sobre los tejados de la ciudad anunciando la llegada del invierno. Ahora todo tiene un aire provisional y melancólico y nadie parece saber muy bien qué decir, como si estos días espesos en los que el sol parece sacado de una vieja foto de Polaroid y la vida camina lenta detrás de los cristales no fueran más que el preludio de algo incierto que está por venir.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Escribe Stephen King -al que intuyo que no se valora como se merece por la sencilla razón de que toda su obra literaria aspira a producir una emoción tan primaria y hermosa como el terror y no esas lánguidas y más bien inútiles reflexiones sobre el sentido de la existencia que tanto parecen erotizar a los críticos literarios- que el "momento que da más miedo es justo antes de empezar". Y es cierto.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>Parte del proceso de hacerse mayor consiste en aceptar nuestras efímeras victorias sin desabrocharnos la camisa y en afrontar nuestras más que seguras derrotas con deportividad y sin sentirnos basura, porque por mucho que perseveremos y nos esforcemos hay laberintos en el alma humana cuyo acceso nos está vedado y, además, por más que uno se fustigue, es imposible hacer retroceder ni un milisegundo la aguja del reloj, así que no queda otra que seguir adelante, porque muchas veces eso y sólo eso, continuar,</span><span> es -como dijo Camus- un logro sobrehumano.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">El fin de semana que viene estaré en Madrid, la única ciudad de la que no acabaré nunca de irme del todo, en unas cuantas semanas estaré celebrando el Adviento en Hamburgo y Bremen, en unos días más visitando a mi familia por Navidad y, al regreso de la primavera, si todo sale como es debido, regresaré a Asturias después de una ausencia que se ha prolongado durante más de 25 años. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Aquel joven que creció al lado de una carretera nacional recuerda el momento preciso en que le comentó a su madre que se casaba y se iba a vivir a Barcelona y el señor con canas en la barba y presbicia que está a punto de regresar ha aprendido que el destino es un artefacto curioso y lleno de sorpresas cuya especialidad consiste en lanzarnos la pelota justo por el único ángulo por el que no tenemos ninguna posibilidad de verla venir. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">De todas formas antes de irme aún me quedan unas cuantos meses de preparativos de mudanza, de despedidas, de abrazos y de últimas miradas. Al fin y al cabo veinticinco años dan mucho de sí y no hay ráfaga de viento que alcance a borrar todos esos recuerdos, porque esos recuerdos, buenos, malos y agridulces, todas las cosas que dije y todas las que no me atreví a decir, todas las canciones que tarareo cuando nadie me escucha, todas esas playas, bosques y atardeceres y esos cientos de miles de quilómetros de idas y vueltas, son ni más ni menos, que yo mismo. </span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-65339063056749136892021-10-23T02:57:00.021+02:002021-10-23T03:33:09.380+02:00Otoño, recuerdos y máscaras<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgziEKC_XrWgZ8IW_mxCB2LCjE0F__tqju9NUcU2FLiRd-aS__1Re7CABZmD5zavJw9mbgZy73nCAjdkykAo9YNSvpB53Vu-2Gs0W7ErRp-jt5oGRv0iNkNeR-KtwuGbCZd4Q215vSL96I/s1400/0_gk271AkPpQNYuUYe.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="1400" height="385" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgziEKC_XrWgZ8IW_mxCB2LCjE0F__tqju9NUcU2FLiRd-aS__1Re7CABZmD5zavJw9mbgZy73nCAjdkykAo9YNSvpB53Vu-2Gs0W7ErRp-jt5oGRv0iNkNeR-KtwuGbCZd4Q215vSL96I/w579-h385/0_gk271AkPpQNYuUYe.jpg" width="579" /></a></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>El otoño (la seronda, en asturiano) es una segunda primavera, amarilla, roja y efímera, en la que las hojas se disfrazan de flores justo antes de morir. En mi cabeza el otoño es, también, el tiempo de la memoria, que no deja de ser otra sofisticada forma de embuste, porque lo que llamamos pasado no es más que una de las muchas historias que nos contamos a nosotros mismos, convenientemente adulterada para que los sucesos de nuestra vida no nos duelan tanto y</span><span> para no tener que reconocer la evidencia de que, sí, efectivamente, fuimos nosotros los que protagonizamos todos aquellos lamentables episodios que ahora tanto nos avergüenzan.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">No conviene ser demasiado crueles con nosotros mismos, porque, por un lado, es casi imposible no dar lástima cuando las cosas salen mal y porque, por otro, cuando nos van bien -como dijo Manuel Vicent- es muy difícil ser feliz sin hacer el ridículo, frase esta que es una de las pocas verdades universales que siempre retengo en mi memoria, más que nada para intentar no dar demasiado la nota en esos raros momentos en los que todo parece venir de cara y el viento sopla con fuerza a favor. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Les pondré un ejemplo. Anteayer como quien dice, en 2018, Kacey Musgraves publicó un disco (Golden Hour) que la crítica aplaudió como una vibrante y colorista exaltación del poder trasformador de la experiencia de enamorarse y ahora acaba de editar otro (Star-Crossed) de aire más bien melancólico y otoñal justo después de (ay) divorciarse de Ruston Kelly, un señor al que no tengo el gusto de conocer y al que por pereza ni siquiera he googleado, pero que tiene un nombre que me encanta, porque tendrán que convenir conmigo que no es lo mismo llamarse Paco Porras, pongamos, que Ruston Kelly, donde va usted a parar. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">A lo que iba, que me disperso. Que nos pasan cosas y algunas de esas cosas que pasan nos pesan y para poder soportar ese gravoso peso no nos queda más remedio que manipular los recuerdos, publicar discos, apuntarnos (otra vez) al gimnasio y suscribirnos a Tinder, rescatar los patines del desván y correr medias maratones para regocijo de los traumatólogos, ingerir croasanes con alma de chocolate y palmeras de hojaldre y, en fin, hacer lo que sea necesario para tratar de reanudar el hilo de nuestra vida que a ratos se quiebra como si fuera de plastilina, dejándonos atorados, medio lelos y con el alma en un puño.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">La segunda razón por la que no conviene fustigarse demasiado es que el peor de los muchos pecados que un hombre puede cometer es no tratar de ser feliz. Ser feliz como sea, mientras esa felicidad no involucre, por supuesto, hacer daño a nadie. Comprar croquetas de boletus, sonreír a desconocidas en el metro, admirar paredes llenas de grafitis y volcanes en erupción, comprar un CD de Blaumut en un mercadillo, recortar al cabronazo de Ruston Kelly de las fotos de familia, ver por la tele la entrega de los premios Principe de Asturias y añorar la tierrina, comprar collares para perrete en Amazon, alegrarse con la improbable esperanza de que, bien mirado, Kacey Musgraves vuelve a estar en el mercado, apurar botellas de vino tinto como si otra ley seca estuviera al caer, escribir aburridos post en Blogger que solo leen voluptuosas e insomnes desconocidas en ropa interior y, en fin, tratar de ser felices sin olvidar que la máscara que adoptamos no es inocua porque si persistimos en ella, si nos empeñamos en dejarnosla puesta todo el rato para resguardamos de los peligros de la vida, esa máscara acaba por convertirse en rostro.</span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-18510459750315259242021-10-22T01:14:00.021+02:002021-10-22T01:43:53.698+02:00¿Qué viene ahora?<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkJHxhLzjpiBvbOCnssEzEcEbEyLGULm0QdBGg6O_zzssdTPBjAinbDCLX4LO-qud-rvFshiEBZ_41slWwYNOv8sruAXTWpGI5wgnJZdt0PhJRFSZd_uHEEDI4MJor6hyphenhyphenDqge7HNuZCkw/s900/FBbv5q_WYAQLbaX.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="601" data-original-width="900" height="345" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkJHxhLzjpiBvbOCnssEzEcEbEyLGULm0QdBGg6O_zzssdTPBjAinbDCLX4LO-qud-rvFshiEBZ_41slWwYNOv8sruAXTWpGI5wgnJZdt0PhJRFSZd_uHEEDI4MJor6hyphenhyphenDqge7HNuZCkw/w519-h345/FBbv5q_WYAQLbaX.jpg" width="519" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">He hecho las maletas muchas veces. Detrás de toda esa ropa maltrecha y apilada en un orden manifiestamente mejorable siempre se esconde la sospecha de que en alguna parte, en otro sitio, me espera una vida mejor o quizás no mejor, pero sí distinta y, por tanto, en cierto sentido, preferible en tanto que más nueva.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Todos esos viajes, todas esas idas y venidas, no son ni más ni menos que la vida. La primera vez que, después de nueve horas de autopista, te acercas a una ciudad en la que las únicas estrellas visibles tienen el color rojo y verde de los semáforos. La primera vez que ella pone su mano en tu espalda y de pronto tienes la certeza de que hay algo en esos dedos que te acompañará para siempre. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>Primeras veces y últimas miradas. </span><span>La belleza y la alegría, los días tristes en los que tratamos de poner a cubierto el alma con las manos, los momentos en los que el sentido de las cosas nos esquiva y se aleja cuesta abajo y las tardes en las que la lluvia repiquetea sobre los aleros del tejado como si no fuera a acabarse nunca; esa sonrisa que te abrasa y te lee por dentro como si fueras transparente, las canciones de Lady Antebellum o de Blaumut que son la banda sonora de tu aparato sentimental, los túneles que te devuelven a casa a través de los Picos de Europa, la insidiosa mordedura de la nostalgia y esos besos que te susurran al oído que no se acabarán nunca.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Caminamos a lo largo del río de la vida, remontando la corriente y es ese camino el que define y da sentido a lo que somos. La identidad de una persona no hunde sus raíces en los imprecisos linderos del lugar en el que nació, ni en la lengua que sin darse cuenta le enseñaron sus padres, sino en la huella que, cruzando el puente o parado al sol, día a día, van dejando sus botas a lo largo del camino. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>Somos esos pasos, esos traspiés y esas caídas. </span><span>Por eso lo que importa no es ganar o perder, porque a lo largo de los años ganaremos y perderemos mil veces, por mucho que le pese a nuestro estúpido orgullo. Lo que importa de verdad es no malgastar la vida tratando de resbalar sobre ella sin mojarse y sin penetrar en la espesura de </span><span>la incertidumbre y el miedo, en el fragor de la esperanza y el desengaño, porque ahí, justo ahí dentro, donde las cosas nacen, duelen, hieren y son frágiles, justo ahí, es el único lugar en el que estamos vivos de verdad. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Somos ese amor, esa luz, esas tardes y, también, esa maleta que ahora me observa desde lo alto de la tabla de planchar como pregúntandome... ¿Y ahora qué, Alfredo? ¿Qué viene ahora? </span></p><p style="text-align: justify;"></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/2h2Ipc1FTeo" width="480"></iframe></p></blockquote>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-56771559780197604072021-10-12T02:34:00.005+02:002021-10-12T21:43:16.305+02:00El tiempo que pasa<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMn1uWttG5hbgPmj8XgLyKy7ZNPEGdzfforNO7NduuYN608XiFvshuuR9jDdM5QjaDV_A6EeIsWT5qiUg84mwdWSvz2imN2Vd0KSqjB1cBR1EDxda4xmpMuXIk3cpl5HV1G1ErHK3z26E/s800/la-famosa-catedral-de-leon_7d8126d8_800x800.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="800" height="405" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMn1uWttG5hbgPmj8XgLyKy7ZNPEGdzfforNO7NduuYN608XiFvshuuR9jDdM5QjaDV_A6EeIsWT5qiUg84mwdWSvz2imN2Vd0KSqjB1cBR1EDxda4xmpMuXIk3cpl5HV1G1ErHK3z26E/w409-h405/la-famosa-catedral-de-leon_7d8126d8_800x800.jpg" width="409" /></a></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Hay momentos de la vida en los que todo se revuelve. Sin saber cómo se nos agrietan los pilares y se nos viene abajo la casa y así, entre los escombros, a uno le cuesta encontrar el norte y, a ratos, hasta respirar. En medio de la polvareda uno insiste y persiste y se deja los cuernos tratando de encontrar el camino, ignorando que, casi siempre, al final es el camino el que acaba por encontrarlo a uno si se aguarda lo suficiente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">El tiempo, sin embargo, obra milagros. Nada cambia y, sin embargo, de alguna forma, llega un día en que todo existe de otra manera, más aquietada, menos solemne y mucho más serena. Por primera vez en muchos meses me siento feliz, feliz de verdad y duermo realmente bien y eso, en un pésimo dormidor como yo, constituye una excelente noticia que casi se puede considerar un milagro.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Pronto me iré de vacaciones a Hamburgo, Lubeck y Bremen para visitar los deslumbrantes mercadillos navideños de Alemania. Y antes de eso regresaré a Castilla, el único lugar en el que me siento en casa y Asturias, mi tierra, en la que me aguardan mi hermano, mi madre y un puñado de viejos amigos. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Además, dentro de unos meses, si todo va bien y la burocracia administrativa no lo impide, confío en cerrar mi etapa en Cataluña, a la que llegué siendo un jovencito de veintipocos años y de la que me iré habiendo cruzado la línea de la cincuentena.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Así es la vida. Cambios, idas y venidas, pruebas y errores y de fondo, el paisaje incontestable de ese milagro que consiste en respirar y estar vivos, agrietados y medio hechos polvo, pero vivos, como ese viejo puente romano que cada siglo, cada año, cada minuto y cada segundo desafía los tentáculos invisibles de la gravedad.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">No sé si la vida lo pone todo en su sitio. Pero hoy intuyo que es verdad y esa elegante esperanza me hace sentir que el pálido sol del otoño brilla con más fuerza.</span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-59703729194470300982021-09-11T20:09:00.001+02:002021-09-11T22:34:51.152+02:00Asuntos varios de un once de septiembre<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4EWJgJq0ti9GkRX_VMYdykXCeTKcUJ7mVrDcbPK9kZqCMoCJMA9dEZvPZTF1GdPV40qnKEHlFRbr08I0rGHZqSCokTIdH_oPLWKvQFs5NwRIu9MJooimDbPyKCfA-Ri0R0BmEAXeeptU/s2048/Gustav-klimt-the-tree-of-life-stoclet-frieze.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1196" data-original-width="2048" height="287" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4EWJgJq0ti9GkRX_VMYdykXCeTKcUJ7mVrDcbPK9kZqCMoCJMA9dEZvPZTF1GdPV40qnKEHlFRbr08I0rGHZqSCokTIdH_oPLWKvQFs5NwRIu9MJooimDbPyKCfA-Ri0R0BmEAXeeptU/w492-h287/Gustav-klimt-the-tree-of-life-stoclet-frieze.jpg" width="492" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Otro año más de manifestaciones independentistas para conmemorar la llegada del once de septiembre, pero esta vez todo discurre sin mucho entusiasmo y con un aire general de abatimiento, como el de los funcionarios que regresan cabizbajos a su ventanilla después de la (media) hora del desayuno. Atrás quedan aquellas manifestaciones festivas y alborozadas cuando el milagro de la república de los helados de postre para todos estaba (ay) a dos dedos de distancia. Que mala es la melancolía.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">En cierto sentido el proceso empieza a parecerse a la celebración del día de Reyes cuando todos los primos ya están a punto de cumplir veinte años. Algo que se sigue haciendo por inercia o, como ocurre con el "proceso", para complacer a los más grandes de la casa, socios de Omnium y de la ANC, que encuentran en estas cosas una forma de volver a ilusionarse con un cuento que, en el fondo, ya no engaña a nadie, porque todo el mundo sabe que la PlayStation 5 son los padres (o las madres, más bien).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Ayer por la tarde el personal abarrotaba las cajas del Mercadona porque con la diada se juntaban dos días festivos y en esos casos se desata un furibundo síndrome de desabastecimiento colectivo. Una señora de media edad se agachó a recoger una bolsa de la compra y en el frenesí derramó un tarro enorme de una pasta amarilla viscosa. Para limpiar la mezcla de suciedad y cristales desparramada por el suelo acudió rauda una chica con un cubo. Me gustó la minuciosa y precisa forma en que lo hizo. Esa eficiencia me reconforta con el universo: siento infinitamente más respeto por ella que por cualquier Ministro. El mundo es mejor gracias a personas así. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Estos días ando un poco dolorido. Cuando uno no hace las cosas bien salen mal y es justo que así sea. Cambiar el pasado es imposible y tampoco serviría de nada aunque no lo fuera, porque los errores que cometemos son la derivada de todo lo que somos y todo lo que aún no hemos aprendido, así que si lo único que se puede hacer es tratar de aprender la lección y seguir, seguir adelante, porque la vida no se detiene y pararse es como estar muerto pero consumiendo oxígeno. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Septiembre siempre me ha parecido el inicio de un nuevo año por otra inercia histórica, en este caso la escolar. Ojalá que el futuro nos depare a todos lo que nos merecemos y, si es posible, algo incluso mejor de lo que nos merecemos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Un abrazo a todos, amigos. </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-62156970672710171512021-08-27T11:16:00.026+02:002021-08-27T23:36:13.657+02:00Dos niños<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixMFBKdV6GjbKjJmL9ss3_xxzdJ0clfTCI-qKt7UiWSQ-p5eSRKmYhIWsAJevnBv8J5ASEUifjeKvYzlet1-AEZTo3fbi22wum0Inm8c_kRlB6cvMn3MhsWye8D6qnXlyb0_6wuI8-L_s/s2000/IMG-20210827-WA0010.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="2000" data-original-width="1125" height="435" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixMFBKdV6GjbKjJmL9ss3_xxzdJ0clfTCI-qKt7UiWSQ-p5eSRKmYhIWsAJevnBv8J5ASEUifjeKvYzlet1-AEZTo3fbi22wum0Inm8c_kRlB6cvMn3MhsWye8D6qnXlyb0_6wuI8-L_s/w418-h435/IMG-20210827-WA0010.jpg" width="418" /></a></i></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><i></i></span></p></blockquote></blockquote></blockquote></blockquote></blockquote></blockquote></blockquote></blockquote></blockquote></blockquote><p style="text-align: left;"> </p><p><b><span style="font-size: x-small;"><br /></span></b></p><p><b><span style="font-size: x-small;"><br /></span></b></p><p><b><span style="font-size: x-small;"><br /></span></b></p><p><b><span style="font-size: x-small;"><br /></span></b></p><p><b><span style="font-size: x-small;"><br /></span></b></p><p><b><span style="font-size: x-small;"><br /></span></b></p><p><b><span style="font-size: x-small;"><br /></span></b></p><p><b><span style="font-size: x-small;"><br /></span></b></p><p><b><span style="font-size: x-small;"><br /></span></b></p><p><br /></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p> <b><span style="font-size: x-small;"> </span></b></p></blockquote><p><br /></p><p> </p><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p><i><b><span style="text-align: justify;"><div><i><b><span style="text-align: justify;"><br /></span></b></i></div></span></b></i><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><i><span style="font-size: x-small;"><b><span style="text-align: justify;">¿D</span><span>urar como la piedra?</span></b> </span></i><div><i><span style="font-size: x-small;"><b>Mejor, </b><b>mucho mejor, </b></span></i></div><div><i><b><span style="font-size: x-small;">morir como el adobe,</span></b></i></div><div><i><b><span style="font-size: x-small;">que el aire, el agua, el sol</span></b></i></div><div><i><b><span style="font-size: x-small;">y el tiempo desordenan</span></b></i></div><div><i><b><span style="font-size: x-small;">en barro, </span></b></i></div><div><i><b><span style="font-size: x-small;">en limo,</span></b></i></div><div><i><b><span style="font-size: x-small;">en paja.</span></b></i></div></blockquote><div><p style="text-align: left;"><span style="font-size: x-small;"><i style="text-align: justify;"><b>(Un poema de </b></i><i style="text-align: justify;"><b>Francisco Álvarez Velasco)</b></i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">A veces la vida te avisa. Mi padre, por ejemplo, llevaba tiempo escorándose hacia su costado izquierdo, porque su cuerpo iba cediendo ante el peso de un corazón demasiado grande. Pero incluso entonces, mientras escuchaba su respiración fatigada, yo veía los álamos y el río de Guimarán y el crepitar ardiente de la hierba a punto de ser segada y sus ojos enormes, que miraban atentos como el agua corría limpia y clara debajo de los puentes.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>Otras ni siquiera da señales y llega sigilosa, como una ola que se arrima a la playa y parece detenerse, pero avanza y avanza y de pronto regresa otra vez al mar, depositando en la orilla el pie derecho de unas zapatillas de deporte, la pelota de tenis con la que jugábamos en el suelo, el brazo articulado de un muñeco, una cuerda deshilachada, tu tazón de la leche, la vaina de plástico de una cartucho del calibre doce y miles de instantes de musgo y helechos de </span><span>todos los minutos y segundos de una vida entera.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>En este espeso silencio que mira hacia poniente, mientras la tarde se aleja, recuerdo tus dedos y tu sonrisa y tu pelo negro que te abandonó pronto. S</span><span>é que una parte de ti sigue aquí conmigo, porque cada cosa que muere nos convoca a otra vida y sé también que durante mucho tiempo mis sueños rastrearán a tientas los caminos de tus manos.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Pero también sé que ya no hay ninguna piedra en la que pueda sentarme a esperar al viento que arrastra la luz de tus palabras y esa ausencia ahora aúlla como un lobo contra todas las ventanas. Este tiempo ya no es tuyo y hay un vacío como de pozo seco junto al montón de leña con el que te anticipabas al invierno. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Pero esta noche mi corazón no encontrará cerillas ni un papel arrugado con el que encender la lumbre.</span></p><p style="text-align: justify;">A mi hermano Pablo. </p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-86480676275930264522021-08-24T01:24:00.004+02:002021-08-24T01:29:09.484+02:00Manipulación emocional<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM-Oc6qp167tADID1Vs1fTckd4T0rcScdJouC1frfTgZuLJnVuRWahhunTN1Umd7Ce9PelX6K4oRkKgxiLLGnZvSBM3ohZdQUaNrDlXyeYF_nLdCiJwFJcb2W4Cxqqx_NjgYvxb19s694/s1024/Chantaje-Emocional-scaled-1-1024x838.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="838" data-original-width="1024" height="348" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM-Oc6qp167tADID1Vs1fTckd4T0rcScdJouC1frfTgZuLJnVuRWahhunTN1Umd7Ce9PelX6K4oRkKgxiLLGnZvSBM3ohZdQUaNrDlXyeYF_nLdCiJwFJcb2W4Cxqqx_NjgYvxb19s694/w522-h348/Chantaje-Emocional-scaled-1-1024x838.jpg" width="522" /></a></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Las personas que han sido objeto de manipulación emocional al cabo del tiempo suelen recibir mensajes de sus ex-parejas, ese tipo de individuos que no tienen problema en irse cuando les parece pero que, de cuando en cuando, necesitan hacer una excursión por tu vida. Son mensajes llenos de "sentimientos" del tipo: te quiero, no he podido olvidarte, te echo de menos. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">El objetivo de esas comunicaciones no es otro que desencadenar una respuesta emocional por parte del receptor que anule su capacidad de discernimiento y que permita al agresor restablecer el contacto sentimental con su víctima. Lo que viene después no hace falta explicarlo. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Lo que tienen en común esos mensajes es que son mensajes absolutamente vacíos de contenido. Te quiero o te echo de menos no son más que la expresión subjetiva de un sentimiento. No tienen ningún contenido informativo (no añaden nada) ni llevan consigo la voluntad de que las cosas sean diferentes en forma alguna. Al contrario, el objetivo de esos mensajes es que todo vuelva a ser como antes.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Lo que una persona adulta necesita no es que la quieran, sino algo muy distinto, que la quieran bien y que ese afecto satisfaga sus necesidades. Si una persona te quiere pero no está dispuesta a compartir su vida contigo o a dedicarte el tiempo que necesitas ese afecto tiene el peso exacto de la nada. Es inútil, está vacío y sólo te hará daño. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">En esas situaciones ocurre algo paradójico. Si el agraviado se queja, reclama sus derechos y ante la falta de respuesta acaba por alejarse del manipulador este aprovechará para afirmar, además, que la víctima es un inmaduro emocional o un cobarde y usará esas huidas para reafirmarse en su posición: yo no te puedo dar la relación que me pides porque no me das la confianza suficiente. Quizás en un futuro... quien sabe. Quizás. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Es un círculo vicioso de manipulación emocional y egoísmo que sólo aspira a perpetuarse con vagas apelaciones románticas: nunca encontrarás a una persona con la que tengas la conexión que tienes conmigo y otras idealizaciones melodramáticas cuyo único objetivo es manipular a la víctima. Yo no te voy a dar lo que quieres porque no tengo la menor intención de hacerlo, pero, eso sí, trataré de conseguir lo que yo quiero: que todo siga igual, que de vez en cuando me rasquen cuando me pique y todos tan contentos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Las personas que ejecutan estos sutiles ejercicios de manipulación son, a menudo, personas que han sufrido en el pasado y que han quedado tan marcadas que son incapaces de establecer relaciones de verdad. Necesitan afecto pero a un nivel muy superficial: si se aburren o están solas. En cambio, si están rodeadas de amigos o de viaje no tienen inconveniente en desvanecerse. En realidad no te necesitan ni te quieren de verdad, sólo te eligen para llenar sus vacíos y por eso su amor es como una pequeña nube de verano que se desliza caprichosamente por el cielo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Detectarlo cuesta porque se trata de individuos que se han especializado en dar una de cal y una de arena. Pero, al final, nunca hay la misma cantidad de cal que de arena. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Y el corazón lo nota mucho antes que la cabeza. </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-44151343539168905162021-08-13T02:13:00.008+02:002021-08-13T02:26:29.350+02:00Si nunca te has extraviado<p style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/SygWORqMXE0" width="480"></iframe></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;"><span>A veces abandono este blog como se abandonan las buenas costumbres que, a fuerza de aburridas y convencionales, siempre resultan mucho más fáciles de abandonar que las malas. </span><span>Luego, una noche cualquiera, invariablemente, regreso a él como regresa El Coyote a perseguir, voraz y desconsolado, el rastro del Correcaminos.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Así es la vida. Idas y venidas. Viajes con y sin sentido. Andenes de estaciones, luces de neón que ya no chisporrotean y vías fuera de servicio. Fábricas de harina destartaladas y casas de comidas que dejaron de serlo hace mucho tiempo. Tórtolas que brillan como pequeños soles de plata en lo alto de un granero. Parkings de supermercado en los que los jubilados desgastan su pensión para que sus nietos desarrollen una prematura adicción al azúcar. Soldaditos marineros que siempre eligen a la más guapa y a la menos buena.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Estoy contento. Tengo la sensación de haber atravesado una tormenta y de haber llegado -no sé si a salvo del todo, pero bastante sano- a la otra orilla. A ratos he tenido que remar contra la corriente, otros era incapaz de mantener la barbilla por encima de la superficie y, si quieren que les diga la verdad, no ha faltado alguno en el que he estado cerca de ahogarme. Pero, eso, querido amigos, es la vida y no hay vuelta atrás. No se puede vivir de perfil y a medio gas. Bueno, si se puede. Pero no compensa. No a mi, al menos. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">En fin, que he regresado y lo he hecho gracias a un puñado de malos hábitos que siempre se las apañan para traerme de vuelta hasta este blog en esa hora extraña en la que la gente sensata y racional ya hace mucho tiempo que duerme abrazada a una almohada que, por si alguno de ustedes no lo sabe, es lo mejor que hay para que no se te formen arrugas en el canalillo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;"><br /></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-3293509922890140572021-05-13T01:53:00.010+02:002021-05-13T02:04:46.195+02:00Caer y volar<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhd3rNYnqpdyuNtN87TDPdw8e_3hnlB5uHBbH8QqWu7vx3MasQeAqcINDPfKYGkClpZhFG3LtCbSAwHRI2s_cC9JujWND9vxBYmYVicmCVGk2Y7itYR3pq6_a5o5kyUWskSLifKtSYSkEg/s1440/19242239.jpg-r_1920_1080-f_jpg-q_x-xxyxx.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1080" data-original-width="1440" height="347" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhd3rNYnqpdyuNtN87TDPdw8e_3hnlB5uHBbH8QqWu7vx3MasQeAqcINDPfKYGkClpZhFG3LtCbSAwHRI2s_cC9JujWND9vxBYmYVicmCVGk2Y7itYR3pq6_a5o5kyUWskSLifKtSYSkEg/w463-h347/19242239.jpg-r_1920_1080-f_jpg-q_x-xxyxx.jpg" width="463" /></a></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Nunca he tenido un halo de santidad: los niños revoltosos nos lo pasamos muy bien, pero nos metemos en demasiados líos como para gozar del favor de los dioses, esos señores ceñudos que siempre ponderan la contención, la prudencia, el orden y todas esas aburridas virtudes impregnadas del inconfundible olor a rancio de los sermones de domingo por la mañana. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Además, les confesaré (los que me conocen un poco ya lo saben de sobra) que lidiar con todas las ideas que circulan a mil por hora dentro de mi cabeza no es fácil y a ratos resulta agotador, como escalar una montaña muy empinada cargando con una mochila llena de grava. Pero sigo intentándolo. Y no me va mal del todo: a ratos me divierto bastante. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">No añoro la juventud porque en ese tiempo sabía aún menos cosas de las que creo saber ahora, que, en realidad, son muy pocas. Es cierto que, para compensar, también me dolía menos la espalda y había menos óxido en algunos otros órganos de mi cuerpo. Pero la vida es así, te da y te quita cosas y no se puede hacer nada al respecto. Además, lamentarme por tener que pagar el precio que supone vivir es la peor forma que se me ocurre de perder un tiempo del que carezco. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>Quizás la madurez no sea más que la capacidad de aceptar la incertidumbre. </span><span>En una escena de Crazy Heart le preguntan a Band Blake de dónde salen todas esas canciones. Life, unfortunately, responde. De la vida, por desgracia. En concreto de esas incómodas partes de nuestra vida cuyos engranajes nunca acaban de ajustarse del todo: de una casa que en algún momento dejó de ser un hogar, de aquella chica de ojos oscuros que te pidió que lo intentaras una vez más y de todas esas veces en las que jugaste una a una tus mejores bazas y, sin embargo, acabaste roto por dentro. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">De todas formas no hay nada como estar vivo: el sol en la cara, tu mano acariciando mi cuello mientras conduzco, los delfines que aparecen una tarde imposible sobre el azul del mar y todos esos instantes de una electricidad imposible de contener que nos recuerdan que la fiesta aún no se ha acabado y que todavía hay tiempo para un ultimo baile. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Y que hay que estar atento porque la felicidad y la tristeza tienen una cosa en común: nunca las vemos venir y a menudo no somos conscientes de su existencia hasta que se han ido. </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBLXIifDwOHJGCO6-qdqP3FD7g7RMlinuGjjfZFyOHI2DoU8HnA70S70-nbRjy606LH2IGQxAyoVFHKL-Zw7_Y3ISjWpmUeDlCk7b5hdsyJe0m91hX3K9rRAM0HEHkiK4csQ3X8fiHr8w/s956/E1M9DF2XMAIEMpR.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="228" data-original-width="956" height="145" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBLXIifDwOHJGCO6-qdqP3FD7g7RMlinuGjjfZFyOHI2DoU8HnA70S70-nbRjy606LH2IGQxAyoVFHKL-Zw7_Y3ISjWpmUeDlCk7b5hdsyJe0m91hX3K9rRAM0HEHkiK4csQ3X8fiHr8w/w606-h145/E1M9DF2XMAIEMpR.jpg" width="606" /></a></div><br /><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-15347992894064509752021-05-11T22:08:00.001+02:002021-05-11T22:08:23.409+02:002 miedos<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS45y6b3P6LjQudViQUtGeBji-Pc1JSI8e8dO8gANy9e0UeeU5Dye-nUFJGihh_lzJRTpde4AtCp8_O6Mtx5sHTdadgSgevDN9ver4_f87BRow3WGDSNRUQZPK_Wji5SWaVXExoLpoQIk/s950/ECm80L1XUAQxZCL.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="950" data-original-width="700" height="384" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS45y6b3P6LjQudViQUtGeBji-Pc1JSI8e8dO8gANy9e0UeeU5Dye-nUFJGihh_lzJRTpde4AtCp8_O6Mtx5sHTdadgSgevDN9ver4_f87BRow3WGDSNRUQZPK_Wji5SWaVXExoLpoQIk/w283-h384/ECm80L1XUAQxZCL.jpg" width="283" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><span style="font-size: large;"><div style="text-align: justify;">Todas las personas que conozco padecen de, al menos, uno de esos dos miedos de los que habla Séneca. Las que han sufrido temen volver a hacerlo y no es raro que eso, el recuerdo del mal pasado, les acabe privando de un futuro que podría haber sido muy distinto. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El segundo grupo es el de los que, sin tener un pasado que lamentar más allá de lo convencional, se acojonan ante la idea de que el futuro les acabe deparando malas noticias y, cegados por ese temor, como un gato en medio de una autopista, se quedan paralizados ante la perspectiva de que cualquier paso mal dado acabe precipitando la catástrofe.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Miedo. Gran parte de lo que ocurre a nuestro alrededor y dentro de cada uno de nosotros se explica por el miedo. Y sin embargo nadie puede darme un palmo de miedo, ni cuarto y mitad de pánico ni dos onzas de temor. El miedo, en todas sus variantes, es irreal: se trata, sólo de un constructo mental, de un material imaginario forjado con la argamasa de nuestras experiencias y nuestro carácter, con fragmentos de todo lo que hemos vivido y de todo lo que soñamos con vivir.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y sin embargo, si nos descuidamos, ese fluido irreal acaba por gobernar nuestra conducta. Y lo hace de una forma insidiosa: infiltrándose en nuestras decisiones, haciendo que aceptemos como normales cosas que en realidad no lo son y susurrándonos al oído todo lo que menos queremos escuchar: que no seremos capaces, que vamos a fracasar, que es mejor no arriesgarse. Miedo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y es que el miedo, queridos amigos, es muy hijo de puta. La única forma de mantenerlo a raya -y no es fácil hacerlo- consiste en no confundirlo nunca con la prudencia ni con la sensatez y en no ceder nunca ni un centímetro porque cada centímetro que nos arrebata nunca será el último. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El miedo nunca se conforma, nunca tiene bastante y si te refugias en el sótano para huir de él una noche, más pronto que tarde, descubrirás que está bajando por las escaleras y que, como siempre, viene hacia ti. Y al final te encuentra siempre porque hace trampa: como vive dentro de ti por mucho que te esfuerces no hay lugar en el que puedas esconderte de él.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Al miedo hay que ir a buscarlo a su terreno y encararlo allí mismo, en el lugar en el que se siente seguro, allí donde más nos desafía, allí donde nosotros nos sentimos más incómodos. Mirarle a los ojos y susurrarle al oído: no existes, yo te he creado y puedo destruirte.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No es fácil. Pero no hay otra. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="290" src="https://youtube.com/embed/MM0BiOjd3hs" style="background-image: url(https://i.ytimg.com/vi/MM0BiOjd3hs/hqdefault.jpg);" width="500"></iframe></div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-43059309854817616882021-05-11T01:40:00.013+02:002021-05-11T21:13:59.550+02:00Crazy Heart (Corazón rebelde)<p style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/Gl8QkttWs8Y" width="480"></iframe></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">This is "one hell of a song". Una canción (The weary kind) endemoniadamente buena compuesta e intrepretada por Ryan Bingham, con su inconfundible voz afinada frotando la laringe con lija de grano grueso, que forma parte de la banda sonora de una película endemoniadamente triste y hermosa (Crazy Heart, Corazón rebelde, en castellano) protagonizada por ese actor endemoniadamente bueno llamado Jeff Bridges.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Crazy Heart es la historia de Band Blake, un cantante y compositor de música country de cincuenta y pico años cuya carrera va de mal en peor: demasiados matrimonios, demasiados años tocando en locales de mala muerte y, sobre todo, demasiado alcohol. Una periodista de un diario local, Jean (Maggie Gyllenhaal), madre soltera con alguna que otra cicatriz, le conoce, se enamora del corazón que late detrás de toda esa formidable inercia existencial y le ofrece lo que no deja de ser la penúltima posibilidad de redención para alguien que ya ha desperdiciado demasiadas balas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Al final las cosas no salen bien porque a veces las cosas no salen bien y cada uno sigue su camino. Pero de esa crisis nace cierta forma de luz. Él abandona la bebida y se dedica a componer. Y ella empieza a trabajar para un periódico importante.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">En la última escena de la película los dos se encuentran por casualidad tiempo después y se saludan con afecto. Al darle la mano él no puede dejar de ver su anillo de compromiso y ella le dice que su pareja es un buen chico. Él le responde que se merece a uno de los buenos (you deserve one of them). Y los dos se miran como se miran las personas que han compartido cosas increíbles, pero que han conseguido llegar hasta la otra orilla del río, allí donde la corriente ya no es lo bastante fuerte como para arrastrarles hacia el remolino.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>Si no lo han hecho ya vean Crazy Heart. Porque amar, como caer, se parece a volar (al menos durante un instante) y porque la gente que no se enamora, a pesar de todos los pesares, aunque no lo sepa, esta muerta por dentro. Sentir, enamorarse -enamorarse de verdad- es lo más difícil del mundo y también lo más hermoso y no hay nada que merezca tanto que cada uno de nosotros se esfuerce por dar lo mejor de si mismo, una y otra vez, las que hagan falta, sin escatimar nada, sin ceder a la tentación del miedo. </span><span>Y porque al final el éxito no es más que la capacidad de seguir adelante, sin perder el entusiasmo, sintiendo sin tratar de entenderlo todo y explorando a tientas la realidad con la punta de los dedos con la intuición de que, muchas veces, allí donde no alcanzan nuestras certezas y nuestras razones, acaba llegando el corazón.</span></span></p><p style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/F_nQTnjUEgA" style="background-image: url(https://i.ytimg.com/vi/F_nQTnjUEgA/hqdefault.jpg);" width="480"></iframe></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-69827476460666387192021-05-02T10:32:00.002+02:002021-05-02T10:32:57.356+02:00Amor e inteligencia<p style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/-N_GCau4iu0" width="480"></iframe></p><p style="text-align: center;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Decía Chaplin en "El gran dictador" que "nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado y sentimos muy poco. Más que máquinas, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades se perderá todo."</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">En el amor nos sucede lo mismo. Ahora, todo es miedo y cálculo. Esperamos que el otro se tire al río antes de echarnos nosotros al agua y si por lo que sea las cosas no salen como nos gustaría nos frustramos y ponemos pies en polvorosa como el Coyote de los dibujos animados. Todo porque tenemos miedo miedo a volver a sufrir. Y muy probablemente miedo a estar vivos de verdad. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Nuestro trabajo debería ser rellenar cada te quiero de una buena dosis de inteligencia, bondad y dulzura. Reconocer que tenemos miedo porque todos somos frágiles y abrazarnos más fuerte para exorcizarlo. Y sobre, todo, más que ninguna otra cosa, ser fieles a lo que el fondo de nuestro corazón nos grita que es nuestro destino.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Con eso, sobra. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZY2VYvsv7GjaAJnLwkZC-McQ5-hIRfGaaumIOE6jZsRkcUaV5LDOS_g9F16OZLA1r7tfjLSnz2ZjRM0TRNtUTVMVVvhRIwrwKhloN_FBakN063kNHKwEUhdEXCXZ2ov4SKOV9Zjlpfik/s1000/E0ShteWWQAEEpGp.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="455" data-original-width="1000" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZY2VYvsv7GjaAJnLwkZC-McQ5-hIRfGaaumIOE6jZsRkcUaV5LDOS_g9F16OZLA1r7tfjLSnz2ZjRM0TRNtUTVMVVvhRIwrwKhloN_FBakN063kNHKwEUhdEXCXZ2ov4SKOV9Zjlpfik/w572-h273/E0ShteWWQAEEpGp.jpg" width="572" /></a></div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><i>Un texto de Carlos Ruíz Zafón</i></div><p style="text-align: justify;"><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-30571009998286796552021-04-03T23:28:00.002+02:002021-04-03T23:45:15.421+02:00Temas dispersos<p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/WBleF53u11M" width="480"></iframe></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Escribe Milan Kundera que parece que existiera en el cerebro una región que podría denominarse memoria poética que registra todo lo que nos ha conmovido de verdad, aquellos momentos o acontecimientos que han hecho más hermosa nuestra vida. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">La marca indeleble de esos momentos es que no se olvidan, por mucho que uno atraviese océanos de dificultades y tenga que enfrentarse a las tinieblas de su propio corazón. Entonces, herido, exhausto, roto en pedazos, a menudo emerge dentro de nosotros una fuerza inexplicable que se enciende como una luz y nos indica el camino a seguir. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Enfrentado a su destino el hombre conserva la última y la más íntima de sus libertades humanas: la libertad de elegir su propia actitud personal frente al miedo, frente al destino, frente a la soledad. Frente a uno mismo y frente a todo. No se trata de no ser un cobarde, porque todos lo somos a veces, sino de no dejar que la cobardía se convierta en una excusa para no hacer aquello que uno ha de hacer.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Todo esto, contado en este mundo tan banal que nos ha tocado vivir, suena bastante raro. El amor se propaga ahora por los recovecos de las redes sociales en las que la gente etiqueta compulsivamente fotos tomadas en poses inverosímiles en el gimnasio y subiendo y bajando montañas con ropa de color chillón: "Darlo todo es la única forma de ser feliz. Power. Crossfit feroz", "Madrugar tonifica. Contacto con la naturaleza".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Me hace gracia porque a mi, si no fuera por el asunto del engorde, me gustaría contemplar todas esas etiquetas y a toda esa gente haciendo abdominales sentado en el sofá en la venerable compañía de cinco kilos de churros y un balde de chocolate espeso de ese que expenden junto a la plaza mayor de Madrid. Se ve que no tengo vocación para eso del postureo que ahora está tan de moda. O que no tengo vocación de nada, a secas. </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-30497193514602673722021-02-23T00:52:00.009+01:002021-02-23T01:05:02.523+01:00El corazón aguarda<div style="text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/psvOTzN3wKQ" style="background-image: url(https://i.ytimg.com/vi/psvOTzN3wKQ/hqdefault.jpg);" width="480"></iframe></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>Machado escribió "mi corazón espera, también hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera", y por eso </span><span>resulta que, en efecto, uno espera, y, las más de las veces, espera, y por mucho que espera, no ocurre nada o incluso nada de nada, hasta que, de pronto, una tarde como otra cualquiera, en una calle sin nombre de un pueblo a medio camino de todas partes, ella se planta justo delante y descubres que no sólo la quisiste nada más verla, sino que empezaste a quererla incluso antes de verla por primera vez, como se presiente a las criaturas que no son de este mundo, esas que se asoman al abismo de tu alma y se aferran a cada fibra de tu corazón hasta dejarte completamente sin aliento y lo peor, queridos amigos, es que cuando e</span><span>sas cosas suceden, no tienen cura, alivio ni remedio, porque desde que tenemos uso de razón hemos estado anhelando algo que no acertamos a describir con palabras, pero que sin embargo somos capaces de reconocer con solo un abrazo, uno de esos abrazos que valen por toda una vida, uno de esos abrazos que no caben en los mapas ni entre las tapas de los libros, uno de esos abrazos que inundan de sudor la frente de los poetas en las largas noches de invierno y entonces, apenas un instante después, ya estás perdido porque todo lo que creías saber de ti mismo ya pertenece al pasado y el futuro se despliega ante ti como si todo brillara con una luz nueva, la luz de las cosas imposibles que ahora viajan y sonríen en el asiento de al lado.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-90470103112573934912021-02-19T01:28:00.017+01:002021-02-19T01:51:42.021+01:00El aparato humano<p style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/pOB30CUIOI0" style="background-image: url(https://i.ytimg.com/vi/pOB30CUIOI0/hqdefault.jpg);" width="480"></iframe></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">La Gran Belleza es, sin duda, la película de mi vida. En una de sus escenas, Jep Gambardella, el único personaje sobre la faz de la tierra al que me gustaría parecerme cuando me haga mayor y que -como yo- no se toma en serio lo de escribir aunque muy probablemente se trata de la única cosa que sabe hacer medianamente bien, nos cuenta que el descubrimiento más importante que hizo pocos días después de haber cumplido los 65 años es que no podía perder el tiempo haciendo cosas que no quería hacer.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Yo me he dado cuenta un poco antes: en apenas un mes cumpliré cincuenta y uno. Me agotan todos esos señores tan serios y ocupados que, casi siempre, están vacíos por dentro, como pequeños dioses de papel maché que han aprendido frente al espejo a poner carita de puto amo. Se me desata el nudo de la ironía cuando observo a mi alrededor tanta superficialidad, tanta máscara y tanta hipocresía. A veces tengo que hacer un esfuerzo descomunal para no decir lo que pienso en medio del parloteo incesante de toda esa gente que se desangra hablando de cosas de las que no tiene ni la menor idea. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Además, por mucho que se esfuercen en ocultarlo yo sé que que todo lo importante está debajo, guardado a buen recaudo: el sentimiento, el miedo, la tristeza, el vacío y los exiguos e inconstantes momentos de belleza. Todo sepultado bajo el rugido de los telediarios y de una actualidad política que parece diseñada por pastores mediocres para consumo de ovejas estúpidas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Vivo entre gente que carece de necesidades primarias. A mi alrededor casi nadie pasa hambre, nadie tiene sed y si alguien tiene frío es porque que se ha olvidado la americana en el coche o encima del sofá. La modernidad ha acabado -al menos en esta minúscula fracción del universo que habitamos- con todo eso. Y sin embargo, seguimos vacíos y sin tener la menor idea de cuál el sentido de la vida: ¿Qué queremos de verdad? ¿Qué es lo que nos hace felices? ¿Puede la felicidad ser perdurable?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Yo no tengo la respuesta porque intuyo que esa respuesta no existe o es efímera. A cambio, eso sí, intento ser feliz cada día. Y cada día un poco más. Sonrío mucho y río fuerte porque cada risa agrieta un poco las cadenas. Trato de ser fiel a mi mismo. Observo cosas minúsculas que casi siempre pasan desapercibidas. Escucho música sin parar y pierdo auriculares por todas partes. Me equivoco mucho sin maldad y trato de no hacer daño a nadie, que es lo más que se le puede exigir a un ser humano. Abrazo fuerte y de verdad. No dejo que se me oxide -por si acaso- el cuchillo de la ironía. Me gusta ver como el sol del atardecer se despliega sobre el mar Egeo. Y Nueva York en todas las estaciones del año. Estoy vivo y aún no he olvidado que -más que ninguna otra cosa- aspiro a ser feliz y esa, en estos tiempos que corren, en los que todo parece un truco de feria, es toda una declaración de intenciones.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><i>PD. Este blog -al que a veces maltrato tanto con mis ausencias- tiene una media de algo más de 5.000 lectores diarios, más que algunos periódicos locales. Si consideran que mi pueblo, Prendes, tiene 111, no les resultará extraño que les diga que me parece algo imposible de entender. </i></span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-42841461118514924282021-02-14T00:45:00.004+01:002021-02-14T00:48:31.335+01:00Aprender<div style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/n4hKUwbHBc8" width="480"></iframe></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">El carácter es una fruta extraña, que a menudo sólo madura a base de golpes y de lágrimas. Por eso no es infrecuente que la gente que ha sufrido sepa mucho más de la vida y de sus entresijos que la que se ha limitado a mantenerse en la orilla, a salvo de la corriente, apartando siempre la mano del fuego para no chamuscarse los dedos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Nunca es tarde para aprender, para reconocer los errores, para empezar de nuevo. Para conseguirlo hacen falta varias cosas: determinación, porque la vida son hechos y no palabras, inteligencia y, más que ninguna otra cosa, amor, porque cuando hay amor de sobra, sobran todas las razones y no hay obstáculo que no se pueda superar. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">A menudo nos desgastamos tratando de encontrar el sentido de la vida, pero la vida solo tiene sentido -si es que lo tiene- si somos capaces de dar amor, recibirlo y saber perdonar. Todo lo demás es una pérdida de tiempo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Por lo demás conviene recordar una cosa que casi siempre se nos olvida: suceda lo que suceda, tómatelo con calma, porque si es de verdad, la luz del amor acabará por encontrarte por mucho que te escondas. El amor, como el mar, siempre se abre paso.</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-1899606731593622202021-01-17T02:22:00.007+01:002021-01-17T02:41:19.902+01:00De los hombres y otros protosimios<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1IbsDr3jXbt2Ds0PzAQRHoflOKYc2cCCYcS5dRV51n9k2SKmIJJuY3se53dy0WV7uH20sDOq3orjDTmCeSOSCtFxeXSg6_6lKpSQ04JRJ9GFRYVeVesV83JjdXz7uT2-JDZFL3t2Go6Y/s680/Er49c15XYAUaTEV.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="303" data-original-width="680" height="215" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1IbsDr3jXbt2Ds0PzAQRHoflOKYc2cCCYcS5dRV51n9k2SKmIJJuY3se53dy0WV7uH20sDOq3orjDTmCeSOSCtFxeXSg6_6lKpSQ04JRJ9GFRYVeVesV83JjdXz7uT2-JDZFL3t2Go6Y/w518-h215/Er49c15XYAUaTEV.jpg" width="518" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Tal cual</i></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Mas de una vez he dicho en público que los hombres somos idiotas. Cuando lo afirmo delante de un auditorio femenino las mujeres invariablemente sonríen y desechan la idea: no se puede generalizar. Yo, como no es la primera vez que lo digo, sonrío también con la certidumbre que me produce conocer muy bien, desde hace mucho y desde muy adentro, la causa perdida de mi propio género.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Mi argumento no consiste en que los hombres sean malvados (los hay, por supuesto, como hay mujeres malvadas) ni necios por voluntad propia. Los hay muy razonables y bien intencionados, estrictos seguidores de las leyes civiles y el código de circulación, atentos y educados, perfectos yernos y magníficos cuñados. El problema es que, desde una perspectiva general, el ser humano varón resulta, como artefacto producto de la selección natural, bastante deficiente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Para una mujer reconocerlo no es sencillo, porque significa admitir que ha consagrado buena parte de su vida amorosa a relacionarse con imbéciles y/o tarados y como esa píldora no resulta fácil de tragar es tentador esquivarla acudiendo al refranero y refugiándose en los lugares comunes: cada persona es un mundo, entre los hombres hay de todo, como en la viña del Señor (¿dónde estará la viña esa? ¿será de Macabeo, Verdejo o de tinta de Toro?) y otros tópicos análogos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Resígnense, queridas amigas. El hombre es esencialmente bobo y si tiene testículos es esencialmente para compensar su lastimosa falta de huevos. Eso es así. Estamos educados para ir de machitos altaneros por la vida y por eso acostumbramos a sostener nuestros endebles argumentos contra toda evidencia, sin enmendarlos jamás para no lastimar nuestro precario orgullo y, además, no tenemos inconveniente en defender hoy lo contrario de lo que defendíamos ayer, porque todas nuestras ideas son más hijas del interés, la coyuntura, la conveniencia y/o la voluntad de empotrarse a alguna señorita que de la razón. Eso por no hablar de nuestro subdesarrollado aparato emocional, que apenas nos alcanza para expresar emociones primarias y elementales no muy distintas a las que exhiben los monos con sus colas prensiles en lo alto de un árbol.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Los hombres son bobos en la modalidad bobos de baba: triviales, adictos al reconocimiento social, ególatras, mentirosos y cobardes. Y punto. Acéptenlo y les irá mucho mejor en la vida. Se libra, a lo sumo, uno de cada diez mil, entre los que -casualmente- me cuento yo mismo. Es por eso que, si por ventura se topan con una de esas improbables excepciones, mi desinteresado (o no, al fin y al cabo soy un hombre) consejo es que se aferren a él como si se tratara de aquel trozo de madera al que Kate Winslet se agarraba justo después del naufragio del Titanic, porque la probabilidad de encontrar a otro ejemplar que merezca la pena y que no acabe resultando más falso que un duro de metacrilato es, se lo aseguro, muy baja, por más que me pese reconocerlo. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Y si después de leer esto aún no me creen no pasa nada. Dentro de unos años volvemos a hablar del asunto. Y veremos si aún siguen sonriendo cuando se lo repita. Estaré sentado por aquí esperando. </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-52027425308250196692021-01-16T02:31:00.003+01:002021-01-16T02:35:02.047+01:00Cosas que pasan a veces y casi nunca<p style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://youtube.com/embed/_bKi2aQxU14" width="480"></iframe></p><p style="text-align: center;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">De niño yo me sentía como un pez abisal: no sentía miedo de las profundidades en las que se esconden nuestros miedos y emociones, pero, a cambio, me aburrían terriblemente los entresijos de la vida superficial con su hipocresía y su inagotable banalidad. Al correr del tiempo puedo decir que soy razonablemente feliz porque he cosechado un modesto éxito que consiste en que mi vida se ha acabado pareciendo razonablemente a lo que de niño me hubiera gustado que fuera y además, en el camino, he aprendido que la vida es una autovía de sentido único en la que no es posible retroceder ni dar marcha atrás y cuyo único secreto consiste en ir siempre, sin miedo ni excusas, hacia adelante. Siempre hacia adelante.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Sobre este asunto es importante precisar que si tus ambiciones personales consisten en azotarle el culo a Brad Pitt o a Angelina Jolie o a los dos a la vez, en la parte de atrás de un Cadillac aparcado en un recodo de Mulholland Drive es probable que la cosa no acabe como esperas, porque no tardarás en descubrir que algunas estrellas están más lejos de ti que esas que iluminan el escenario del cielo nocturno y es bueno que asumas, lo antes posible y por la cuenta que te trae, que uno de los secretos de la existencia consiste en atar bien corto la ambición y el orgullo y en no dejar que te atropelle la ansiedad por conseguir aquello que deseas, por más que, como ocurre siempre, para desolación del personal, estas cosas sean mucho más fáciles de escribir que de metabolizar y por eso, como el coyote que persigue al correcaminos, fracasamos invariablemente, caemos y nos volvemos a levantar. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">En esa sucesión de caídas, arañazos, tiritas, mercromina y pequeñas resurrecciones, entre cafés fríos de confinamiento en escaleras de incendios y aquellas viejas notas que escribiste para mantener a raya a los demonios, la vida se nos va escurriendo entre las manos, porque el día de mañana aun no existe y quizás no llegue nunca a existir, pero tus dedos de yeso y acero que me recorren la espalda son completamente reales y la certeza de su existencia me devuelve al territorio de los niños, a ese universo mágico fuera del tiempo en el que todo es posible y todo está por descubrir y en el que las chispas de magia y los finales felices aun no han sido confinados al territorio de los cuentos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1Sg9UCmn_HSOVib9j6ZO2zw4ScXv_I-ov0ZkncLfMpuu8T8jrzuwmbxCNvX4jbDmhgJd8M7MmEfR6DRnotkNvFip3X-CXIfjGoRXk1Ui-8Bb8DcWfsI_U6aZ1Xq-ZDSkwya7RPBIjCtg/s1200/ErwsKVoXcAEnGZM.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="798" data-original-width="1200" height="308" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1Sg9UCmn_HSOVib9j6ZO2zw4ScXv_I-ov0ZkncLfMpuu8T8jrzuwmbxCNvX4jbDmhgJd8M7MmEfR6DRnotkNvFip3X-CXIfjGoRXk1Ui-8Bb8DcWfsI_U6aZ1Xq-ZDSkwya7RPBIjCtg/w532-h308/ErwsKVoXcAEnGZM.jpg" width="532" /></a></div><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-85819830199099422242020-12-17T00:59:00.008+01:002020-12-17T01:13:55.779+01:00Lo mejor del 2020<div style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" height="270" src="https://www.youtube.com/embed/g7k_tAFYwV8" style="background-image: url(https://i.ytimg.com/vi/g7k_tAFYwV8/hqdefault.jpg);" width="480"></iframe></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Γιώργος Μαζωνάκης - Διανυκτερεύω </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Como cada año por estas fechas llega el momento de elegir la canción del año y para este año malicioso que parece dispuesto a morir como ha vivido -lanzando cornadas- no se me ocurre mejor canción que Dianykterévo (Parada nocturna) de Giorgios Mazonakis, que parece salida de un prodigioso universo alternativo en el que la gente aún se enamora, viaja en avión, deambula sin mascarilla y sopla las tartas de cumpleaños antes de comérselas.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">El premio a la mejor película del año se lo lleva la impresionante Comanchería (Hell or High Water). Alguien puede alegar, no sin razón, que no es posible que la mejor película del año 2020 sea de 2016. La explicación radica en que la principal ventaja de ser propietario de un blog no es, como muchos creen, el formidable carisma sexual que ello proporciona a su autor frente a una fervorosa constelación de divorciadas con aspiraciones intelectuales y ciertas carencias afectivas, sino la facultad de otorgar premios, promesas y recompensas con total arbitrariedad y sin tener que someterse a las reglas ni convenciones de ninguna academia ni comité, instituciones que, como todo el mundo sabe, han sido creadas por el demonio para confundir a los seres humanos. Además por su interpretación Ben Foster y Chris Pine se merecerían un Oscar para cada uno del tamaño de la Estatua de la Libertad y no he escuchado a nadie protestar porque no fueran ni nominados en la ceremonia de 2017 (sí lo fue -algo es algo- Jeff Bridges, como mejor actor de reparto).</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj56Zlx07IPyGAZiAWbuVu97MnlWcWB_mDHBhxanE60srY55kEeXjhirx7T8iQn4sjVfbdnWIsrVPyAgxqYQGoju8CFRec78_dn4pf1j_oqMwyPcsfcUFYrWFtYAwbDejl8DbPzOSkZeYw/s1000/1481563042-hell-or-high-water.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img border="0" data-original-height="667" data-original-width="1000" height="289" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj56Zlx07IPyGAZiAWbuVu97MnlWcWB_mDHBhxanE60srY55kEeXjhirx7T8iQn4sjVfbdnWIsrVPyAgxqYQGoju8CFRec78_dn4pf1j_oqMwyPcsfcUFYrWFtYAwbDejl8DbPzOSkZeYw/w434-h289/1481563042-hell-or-high-water.jpg" width="434" /></span></a></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Y el premio a la mejor serie es para "El Visitante" (The Outsider), de HBO, que genera un miedo sin sustos, difuso e intrigante, como esas historias sobre esa sinuosa criatura llamada el Coco que nos contaban de niños para que nos fuéramos a dormir, lo que demuestra, por cierto, que nuestros padres de empatía andaban bastante justos, porque no estoy muy seguro de que sea buena idea amenazar a un niño con el advenimiento de una maligna presencia paranormal para que se vaya a dormir a la oscura soledad de su habitación. Los que la hayan visto sabrán que esta referencia al Coco, además, no tiene nada de casual en El Visitante. </span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDszpnuKm2NTunbLdbPk-C7Q1pXouanpSQB3-L-AaIsD0FWqNwFV3TZTDoaJHtk_kLOp4ErR2V8OVQ8cDgG-NbBJ7_5MPVpVJjCSJ0Z2auiqT_lPAidzdOntnQcYg2kWVmAc4i4j1n28c/s1600/the-outsider-meow2.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img border="0" data-original-height="1012" data-original-width="1600" height="293" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDszpnuKm2NTunbLdbPk-C7Q1pXouanpSQB3-L-AaIsD0FWqNwFV3TZTDoaJHtk_kLOp4ErR2V8OVQ8cDgG-NbBJ7_5MPVpVJjCSJ0Z2auiqT_lPAidzdOntnQcYg2kWVmAc4i4j1n28c/w463-h293/the-outsider-meow2.jpg" width="463" /></span></a></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-28271526738633225402020-12-16T00:28:00.008+01:002020-12-16T00:38:08.214+01:00Feliz Navidad<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEit7Dps1fx_E1LGyF_O0GMXPhK6G4DWrd3A2h3Fb2K67ysQTqvpw3NqYx-LtqH5rOD-v2Mbys9hPD5vql40Y8CW5PKJ7CBz9888CBwN29Muu6WcbthzRK8ZBRaG8CPUX2fbZxO0yb7k68k/s629/Navidad.PNG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="629" data-original-width="495" height="403" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEit7Dps1fx_E1LGyF_O0GMXPhK6G4DWrd3A2h3Fb2K67ysQTqvpw3NqYx-LtqH5rOD-v2Mbys9hPD5vql40Y8CW5PKJ7CBz9888CBwN29Muu6WcbthzRK8ZBRaG8CPUX2fbZxO0yb7k68k/w317-h403/Navidad.PNG" width="317" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Llega otra Navidad, quizás la más extraña que me ha tocado vivir, probablemente la más extraña que nos ha tocado vivir a muchos de nosotros.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Resulta difícil ser optimista cuando oscurece y todo se congela como un tren abandonado en una vía de servicio, pero, a pesar de todo, ni en las peores circunstancias me he permitido el lujo de dejar de serlo, porque he llegado a un punto de mi existencia en el que estoy convencido de que todo tiene un sentido, aunque sea un sentido que me resulta imposible de comprender, porque si no fuera así, si todo fuera caos y azar, no importaría nada, ni las arrugas de la cara de mi padre, ni los días en los que la lluvia limpia el polvo de las hojas, ni el dolor, ni la nostalgia, ni el mar, ni los sueños, ni el cielo, ni todas esas cosas pequeñas, familiares y confortables que tanto me gustan y también porque -esto me parece muy importante- como dijo Don José Ortega y Gasset, todo en el mundo es extraño y maravilloso para unas pupilas bien abiertas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>Así, con las pupilas bien abiertas, celebraré una vez más la Navidad y la llegada del año nuevo, porque en realidad no se trata de creer o no en la Navidad -no hay nada tan superficial como las opiniones-, sino de someterme a una llamada que se renueva año a año, de dejarme arrastrar por un instinto profundo que me dice que, en la tesitura de tener que elegir, es mejor dejarse arrastrar por la felicidad, la pasión, las luces de colores y hasta por la embriaguez del glühwein que incurrir en un exceso de cordura </span><span>y acabar comportándome como si todos los días fueran modestas variaciones de un mismo día que se repite sin cesar. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Feliz Navidad a todos!</span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipTjJNN_dVCU4oSiEPbfZG1ObMXpdhyphenhyphenLJvnCOMdD5i-VxgHEDT2CFLZEMbBwG7JnOIWsbaMZuno1rMYomXOsw2A5U_BIOT8KjpFOwYCf51FfX1U41UomsgDq0qJ4JIpcio1qKGgMcICgU/s749/KI.PNG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="749" data-original-width="296" height="673" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipTjJNN_dVCU4oSiEPbfZG1ObMXpdhyphenhyphenLJvnCOMdD5i-VxgHEDT2CFLZEMbBwG7JnOIWsbaMZuno1rMYomXOsw2A5U_BIOT8KjpFOwYCf51FfX1U41UomsgDq0qJ4JIpcio1qKGgMcICgU/w265-h673/KI.PNG" width="265" /></a></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><i>Un poema de Karmelo Iribarren</i></span></div><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-27848050972465803892020-12-11T02:14:00.011+01:002020-12-11T02:25:01.583+01:00Emocionarse y esas cosas<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIgPOcdU5JTrKQR1YDZW-kOL0j9jiimwdfzIy9_a0l6cpJThB5YH64PsJsXlk4olBhz2kVshiLNi6nXEm4K3dNBXAA_h3RL92xElEWJOZDhoSh1AqONYshCCteM9_ldN7DaSwQ_VWq3yk/s1920/97480a269012d4f19d8ab876f8d58381da434fe73e77897f952946d76dbb2739._RI_V_TTW_.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1080" data-original-width="1920" height="274" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIgPOcdU5JTrKQR1YDZW-kOL0j9jiimwdfzIy9_a0l6cpJThB5YH64PsJsXlk4olBhz2kVshiLNi6nXEm4K3dNBXAA_h3RL92xElEWJOZDhoSh1AqONYshCCteM9_ldN7DaSwQ_VWq3yk/w488-h274/97480a269012d4f19d8ab876f8d58381da434fe73e77897f952946d76dbb2739._RI_V_TTW_.jpg" width="488" /></a></div><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">La primera vez que vi La La Land me emocioné (es decir, me puse a llorar) con la primera escena en la autopista y esa emoción, mezclada con un asombro casi infantil, no se detuvo durante toda la película. Me sorprendió, porque yo no soy de lágrima fácil (tampoco difícil, la verdad), pero La La Land sintonizó, de alguna forma, con una corriente interior de mi personalidad que seguramente andaba por ahí serpenteando desde niño en lo hondo del inconsciente y que ese día se asomó a la superficie y se desbordó. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Con el tiempo me di cuenta -yo siempre me doy cuenta de las cosas con algo de retraso, porque, como mis enemigos intuyen, mis pocas neuronas ya andan medio caducadas- que lo que más me había conmovido de la película era la banda sonora de Justin Hurwitz, que ya me había impresionado unos antes en Whiplash y que volvería hacerlo dos años después en First Man, una película que es más de lo que parece a primera vista y cuya banda sonora tiene algo de hipnótico.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Recuerdo que algunos amigos me dijeron entonces que La La Land les había parecido un poco pastelazo. En tales ocasiones, cuando escucho cosas así, recurro, en primer lugar, a esa frase de Borges que dice que todas nuestras preferencias son arbitrarias (y es cierto que lo son) y, en segundo lugar, trato de reprimir el deseo instintivo de agarrar un saco de estiercol de veinticinco quilos y partirlo en el lomo de todos esos desdichados que por no saber no saben ni por dónde les da el aire. Naturalmente no lo hago, pero no por falta de ganas, ni porque me parezca particularmente difícil, sino porque intuyo que la vida en la cárcel no le haría ningún bien a mis pulmones y porque no me estimula la idea de someterme a un régimen de horarios pautados que se aviene tan mal con mi divagante personalidad.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">No ignoro que la sociedad moderna se ha construido y es necesario que sea así, sobre una razonable represión de las emociones. Por eso, salvo contadas excepciones, de esas que ilustran cada día los noticieros, si uno se enoja con su vecino no le descerraja un tiro en la boca a modo de reconvención. Y si la suegra aprovecha, una vez más, una comida familiar para recordarle a su yerno que la calvicie le está ganando la partida, el susodicho no se levanta y ejecuta una combinación de crochet al hígado y uppercut al mentón, como acaso sería menester, para zanjar el asunto. Por eso la contención emocional goza de tan buena reputación: un adulto tiene que ser capaz de mantener a raya sus propias emociones pase lo que pase, aunque sea a costa de forjarse un corazón de cartulina y una sonrisa de anuncio de dentífrico. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Todo eso es verdad. Pero la vida (ay), como dice aquel tango de Gardel, no es más que un soplo y por eso resulta imprescindible conservar algo de fiebre en la mirada y ser capaz de emocionarse cuando tenemos el privilegio de asistir a uno de esos momentos especiales en los que las campanas resuenan, el aire vibra lleno de música y todo se desata, porque son escasos o al menos no tan frecuentes como querríamos y porque, al correr del tiempo, cuando llegue el momento de la retirada y todo empiece a replegarse hacia las sombras, la memoria de todos esos momentos fascinantes y un poco locos será la única fortuna de nuestro corazón.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Por eso mismo, queridos amigos, siempre que tengan ocasión, sáltense el peaje de las convenciones sociales y tengan el valor de emocionarse con la humilde alegría de ese corajudo sol de invierno que, desafiando los pronósticos de la agencia nacional de meteorología, se cuela entre las densas nubes de la troposfera y brilla -flagrante, insolente y victorioso- a través de las ventanas y balcones de toda la ciudad, para recordarnos que, de una forma u otra, la vida siempre se abre paso. </span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-35013528745875332222020-12-07T02:43:00.012+01:002020-12-07T02:59:59.714+01:00Lo que somos<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNmQnhu9enrYc5fNYvcq7fDrvOFnhxFH20ftGfeWYVIHFLfyW8UNr3C0Q1cbyehlkK8OHuRYcsI0cLjzeiDsl9ZsQ7jGJgaCUJl1LmAH6KMVusKEQdXLob7J979sSDc7WzmBd3ivcvmhM/s500/This-is-Us-season-2-poster.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="392" height="468" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNmQnhu9enrYc5fNYvcq7fDrvOFnhxFH20ftGfeWYVIHFLfyW8UNr3C0Q1cbyehlkK8OHuRYcsI0cLjzeiDsl9ZsQ7jGJgaCUJl1LmAH6KMVusKEQdXLob7J979sSDc7WzmBd3ivcvmhM/w367-h468/This-is-Us-season-2-poster.jpg" width="367" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">He empezado a ver This is Us en Amazon Prime Video y tengo que decir que, contra todo pronóstico, me gusta mucho. Y digo contra todo pronóstico porque suelo rehuir cualquier manifestación cultural con aire de melodrama con la misma determinación con la que rehuiría a una serpiente pitón que tratara de anidar en el mascarón de proa de mi entrepierna.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Si tuviera que contar de qué va diría que es una intrahistoria familiar que a cada momento amenaza con deslizarse cuesta abajo por la pendiente del sentimentalismo, pero que tiene la extraña virtud de esquivarlo en el último momento con una mezcla de humor y de distancia irónica que me resulta reconfortante. Nunca es ni del todo alegre ni del todo triste, como el noventa y nueve por ciento de nuestra existencia. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">La serie, vamos al grano, relata la forma en que nuestros errores, nuestros miedos, nuestras dudas y todas esas cosas que nunca acaban de ajustarse como deberían van modelando el curso de nuestra existencia y, a la vez, lo importante que es ser capaz de dejar atrás todo eso, porque si no somos capaces de hacerlo, de una forma u otra, resultará imposible reunir la fuerza necesaria como para seguir adelante y acabaremos engullidos por un pasado que aunque sea como el humo de los rescoldos de un incendio ya apagado, todavía es capaz de golpearte con su puño de hierro.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Una de las cosas más fascinantes de estar vivo es asistir al contraste entre lo lentas que muchas veces pasan las horas y lo rápido que siempre pasan los años. Este año 2020 se adentra ya en su recta final y es probable que ninguno de nosotros lo eche de menos. Demasiado dolor y demasiadas vidas quebradas. Y a pesar de todo, en medio del confinamiento, embozados y asustados, a ratos cautivos y casi desarmados, estoy seguro de que también hemos aprendido algunas cosas acerca de nosotros que antes ignorábamos, porque nada nos ilumina tanto por dentro como aquello que nos amenaza y nos pone a prueba con el vértigo amarillo de los precipicios.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Pronto empezará otro año y tendremos 365 días más para adentrarnos a deshora en las rendijas de la noche, abrir latas de bonito del norte y de calamares en su tinta, esperar a que comience a nevar desde detrás de los cristales, escribir, borrar y volver a escribir, enamorarnos con la mirada en llamas y el alma de esponja, comprar cápsulas de colores para la cafetera, apiñar carbón y ramas secas para hacer fuego, doblar calcetines desparejados, tostar almendras y desenvolver mantecados de Estepa, fracasar sin rendirnos, llorar si es menester, reír siempre que haya ocasión, abrazar a nuestro seres queridos y, en fin, todas esas cosas que ustedes, queridos amigos, saben mejor que yo y que una a una y en su conjunto perfilan el rostro y la sombra de ese ser frágil, menudo e invencible que cada uno de nosotros somos y hemos sido desde que pusimos por primera vez el pie en este viejo mundo. </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5894479576912831946.post-35561047355910070192020-12-05T03:37:00.009+01:002020-12-05T03:39:39.236+01:00La línea de sombra<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6PRrFnqS742YpLVQUQQ2RunwJgGaKOej60sLOPXBz3h4qSiCFGKU8EB6zYh380cBegvPuRA7fpGa-_e3bfJFEaAv2s6jg0-UlsTkbS43IO6xQxZOc_5CDs5SQiLgRNE3IGmX1nTaNSsI/s828/9786050437522.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="828" data-original-width="552" height="453" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6PRrFnqS742YpLVQUQQ2RunwJgGaKOej60sLOPXBz3h4qSiCFGKU8EB6zYh380cBegvPuRA7fpGa-_e3bfJFEaAv2s6jg0-UlsTkbS43IO6xQxZOc_5CDs5SQiLgRNE3IGmX1nTaNSsI/w290-h453/9786050437522.jpg" width="290" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Joseph Conrad, uno de mis escritores favoritos, un genio absoluto de esos -pocos, muy pocos- cuyo talento elude la comparación y repele las conjunciones adversativas, escribió una vez lo siguiente: </span><span style="font-size: large;">"Recuerdo mi juventud y aquel sentimiento que nunca más volverá. El sentimiento de que yo podría durar más que todo, más que el mar, más que la tierra, más que todos los hombres".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Esa invencible certeza de que todo está por venir y de que uno puede sobreponerse a lo que venga, sea lo que fuere, es, en efecto, la mejor definición de lo que significa ser joven. Buena parte de la obra literaria de Conrad versa sobre la forma en que la vida erosiona luego nuestra inocencia y nuestro espíritu, hasta alcanzar esa incierta línea de sombra desde la que apenas se divisa ya la región de nuestra primera juventud.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">El otro gran tema de su obra es la imposibilidad de plasmar nuestra existencia de un modo que resulte accesible para los demás. La esencia sutil y penetrante de lo que somos lleva una vida discreta y escurridiza, atravesada por tempestades y tormentas y casi nunca se aventura más allá de los pantanosos confines de nuestro inconsciente. Lo que somos, lo que somos de verdad, apenas puede saberse y casi nunca puede explicarse. Por eso, como dice Conrad, "Vivimos como soñamos: solos"</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Quiso la azarosa vida de Conrad -en concreto un episodio de tráfico de armas y cierta amante española- que uno de sus relatos, incluido en el libro titulado "La posada de las dos brujas", transcurra en un oscuro lugar de la costa norte de España. En concreto en "una posada tenebrosa, un pueblo gris, un ambiente oscuro, un mar peligroso, una costa que asusta a los barcos, una climatología de pesadilla (...) a lo lejos, las ásperas montañas desoladas que se erguían ante él con sus riscos escarpados y desnudos parecían esperarle amenazadoramente". En efecto, no hay duda, se trata de Asturias, que no sale muy bien parada, por cierto. De hecho, uno de los protagonistas del relato se define como castellano viejo y viejo cristiano que se ve obligado a vivir "entre estos brutos asturianos", que, según afirma otro de los personajes "tienen menos escrúpulos que un lobo".</span></p>Unknownnoreply@blogger.com0