Lo primero que aprendí en la escuela fue que había gente que era tonta de remate -no hablo necesariamente de alumnos-. Lo segundo fue que muchos de los tontos parecían -por alguna razón extraña- bastante más felices que yo. Creo que en realidad me di cuenta de ambas cosas a la vez: era más inteligente que la gente que me rodeaba y, desde luego, también un inadaptado social cargado de timidez, miedos y sentimientos complejos que no era capaz de procesar ni a tiros.
No resulta extraño, por tanto, que me sintiera como el patito feo del cuento. Sin embargo, en el cuento el patito resulta ser un cisne que encuentra una familia de cisnes, lo cual es un final cojonudo porqué es optimista e integrador y hollywoodiense a más no poder. Pero cuando en la vida te toca ser raro ya puedes buscar a los cisnes que la llevas clara, vamos. Como no te vayas al parque o al zoológico a ver bichos raros ... estás jodido.
Con el paso del tiempo fui, no obstante, encontrando algunos bichos raros como yo y sintiéndome menos raro. Los años borraron algo -no todo- de mi timidez congénita y me sentí más cómodo en el mundo. Pero en la vida, como enseña la biología, nada resulta gratis y cada especie -y cada individuo- paga un precio por cada adaptación al entorno que experimenta -si uno evoluciona hasta convertir sus patas en aletas se mueve mejor en el agua pero, a cambio, lo tiene más difícil para comer croasanes-.
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A veces, por un instante, me gustaría tener una mirada bienintencionada y sonriente para compartir con todo el mundo y ser capaz de participar con fervor del espíritu comunitario y de solidaridad grupal en el que, en el fondo, tanto creo aunque tan poco se me note. Pero mi niño agradable y frágil se esconde todavía lleno de rubor y se mortifica pensando que, vaya, otro día que ha pasado capeando el temporal como buenamente se puede y que, bueno, al final todos jugamos las cartas que nos tocan y, en fin, que se le va a hacer.
Todos tenemos ese niño interior, que nos acompaña allá donde vamos... creo que hay que sentirse orgulloso de ser como es, aunque a veces no nos la parezca; pero al fin y al cabo, nos quieren por nuestra esencia. Y eso es así.
ResponderEliminarUn saludo...
Las mismas cartas... y gracias por ser el único en escribir el poema de Javier Salvago en la red. Saludos.
ResponderEliminarTe quierooooooooooooooooooooooooooooooooo chiquitin
ResponderEliminarAlejaros lobas q es mio, mio y miooooooooooooooooo y de nadie mas
ResponderEliminarTengo ganitas de verte para hacerte cositas q nunca olvidaras...
ResponderEliminarSi tb las hay q son profesionales en esto...
ResponderEliminarolvidalo ya tia, no ves q me prefierea mi?, la envidia q mala es..
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