Procesiones de protesta



Parece que, según afirman sus portavoces políticos y mediáticos, lo que realmente incomoda a los católicos del matrimonio homosexual es que se utilize la palabra «matrimonio» para referirse a la unión legal de parejas homosexuales.

Bien mirado, ello reduce la cuestión al ámbito de la moral léxica -disciplina que no creo en desuso por no haber estado nunca en uso-, al servicio de un puritano rigor etimológico que no puede sorprendernos si tenemos en cuenta que la iglesia es una organización tan avanzada que todavía utiliza las señales de humo para hacer públicas sus decisiones más trascendentales.

Modestamente me permito sugerir a los responsables episcopales que, para mantener su coherencia argumental, sustituyan en sus cada vez más frecuentes convocatorias de protestas callejeras la palabra «manifestación», tan sindical y rojeras, por su equivalente parroquial: «procesión».

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