Rafael Azcona



La noticia de la muerte de Rafael Azcona me ha conmovido profundamente. Hay en sus guiones una visión irónica y algo triste de la realidad que -salvando todas las distancias, incluidas las insalvables- me resulta muy cercana.

Azcona dibuja la vida como un escenario tragicómico en el que los seres humanos somos retorcidos lenta e inexorablemente por el peso de las convenciones, la rutina y el miedo hasta acabar bien lejos del lugar al que un día soñamos ir. En ese viaje, además, perdemos buena parte de lo que un día fueron -o creímos que eran- nuestros sueños, ideales y esperanzas.

En un genial diálogo de El Verdugo que lo resume estupendamente:

José Luis (el verdugo): "No lo haré más, me entiende, no lo haré más".

Amadeo (su suegro y ex-verdugo): "Bah, eso dije yo la primera vez...".

Hay personas que no son familiares ni amigos -o precisamente por eso- cuya sola presencia en el mundo, por razones difíciles de explicar, te hace sentirte menos solo y un poco menos a la intemperie. Hoy, al conocer la noticia de la muerte de Azcona he sentido que el mundo era, de repente, un lugar más pequeño y menos acogedor.

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