Aprender es recordar




Esta semana he recordado -lo sabía, pero, como tantas otras cosas, lo había olvidado- que los viajes más complejos no son los que uno hace por el ártico, la pampa argentina o un desierto cualquiera, sino los que involucran sentimientos y emociones.

Durante un tiempo he descuidado este blog que ahora retomo con propósito de enmienda y la mente más despejada -dentro de lo que cabe teniendo en cuenta mi longeva edad y que hace tiempo que las chicas me llaman señor en los transportes publicos-.

En estos días soleados todo parece parece cobrar una nueva luz que ayuda a disipar las dudas y los problemas. Las cosas parecen encajar mejor y la música que escuchas te recuerda que existen muchas razones por las que merece esperar a que amanezca otra vez.

Es curioso, los vericuetos de la vida hacen que en ocasiones lleguemos a olvidar quienes somos, hacia dónde nos dirigimos y quienes deseamos que nos acompañen en ese camino lleno de emociones y peligros.

Como dijo un legendario boxeador argentino, Oscar "el Ringo" Bonavena "la experiencia es un peine que te da la vida cuando te quedaste pelado". Espero que no sea demasiado tarde y haber aprendido algunas lecciones para otros combates. Al fin y al cabo, todavía algo me queda algo de pelo. Bastante, en realidad.

Os quiero a todos.

Comentarios

  1. Para aprender, sólo debemos recordar lo que ya sabíamos antes de caer a la caverna.

    Enhorabuena por tener peine y pelo.

    H.

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