Nostalgia
De repente, en un instante, se desvanecen las cosas cotidianas. La ausencia puebla el silencio y las sombras nos hablan desde el escondite de la nostalgia: esa ciudad íntima colmada de fantasmas silenciosos.
Nuestra memoria rescata de ese amargo laberinto que debe ser el olvido un repertorio infinito: lugares y canciones, el rostro de la persona amada, la mano del padre que ya no está y, acaso también, la fatalidad de quien presiente que estamos condenados a perseguir en vano tenues promesas de libertad.
Hay muchos tipos de nostalgia. La de Borges, por ejemplo, es una nostalgia de hermandad cobrada por un pasado en el que era más digna la derrota que la bulliciosa victoria. La de Cortazar está demarcada por la segura y bella inseguridad del que ha elegido guardar la fuerza para la ternura y tiernamente gobernar su fuerza.
Para mí la nostalgia es la añoranza de minúsculos momentos infinitos y la de aquellos lugares donde la efímera felicidad pudo alzarse frente al destino. Y es, también, una necesidad existencial, el instrumento con el que todos reconstruimos un mundo poético personal con la esperanza de escapar del tiempo para ser eternos, aunque sea por un instante.
Ese universo está habitado por todo lo que un día perseguimos: la palabra exacta, el ansia de ser otras cosas, las caricias y los besos, el conocimiento, la esperanza y la sed de infinito. Ávidos indicios que nos remiten a nuestro verdadero nombre, el que todos compartimos, porque todos somos el mismo ser, fatalmente repetido.
“Tango que fuiste feliz
como yo también lo he sido,
según me cuenta el recuerdo,
que está hecho un poco de olvido”.
Fragmento del tango "Alguien le dice al tango", escrito por Jorge Luis Borges y musicalizado por Astor Piazzolla.
Me gustó mucho tu descripción personal de nostalgia, me sentí identificada y con nostalgia al mismo tiempo.
ResponderEliminargracias por ofrecer palabras que uno no sabe como decirlas o plasmarlas.
Hermoso. Muy hermoso.
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