A contracorriente -otra vez-.



El paso del tiempo ha ido convirtiendo en impopular la manifestación abierta del odio a los judíos -aunque nadie lo diría viendo la viñeta que encabeza esta entrada-. Por ello, el antisemita -y, curiosamente, la mayor parte del mundo, incluidos casi todos nuestros vecinos y compañeros de trabajo, lo es empecinadamente sin saberlo- busca nuevas formas de instilar un veneno que ahora se esconde tras una nueva máscara: el conflico arabe israelí. Como señaló Martin Luther King en 1967: "Ahora no odia a los judíos, solo es antisionista".

Particularmente creo que deberían existir dos estados, uno para cada pueblo. Sin embargo hay que reflexionar sobre el por qué todavía no existe un estado palestino. Palestina no era un país. Era una colonia inglesa desde finales de la primera guerra mundial y hasta 1948. Antes había sido una provincia olvidada del Imperio Turco-Otomano durante casi 400 años donde convivían árabes y judíos.

Nunca hubo pues un país sino un territorio colonial donde surgieron dos movimientos de liberación nacional. Uno, el judío, llamado Sionismo o el retorno a Sión y el otro Palestino-Arabe. Cada movimiento luchaba contra el enemigo común, los ingleses, para que se vayan. Además luchaban el uno contra el otro para fundar sobre el mismo territorio su país excluyendo al otro.

En 1947 las Naciones Unidas decretaron la Partición (división) de Palestina para que se funden dos estados, uno judío y el otro árabe. Israel aceptó la resolución de la ONU sobre la Partición pero los árabes la rechazaron. La respuesta de los árabes al declararse la fundación del Estado de Israel en 1948 fue la de invadir con sus ejércitos al pequeño país para "echar a los judíos al mar". Entre esos judíos se encontraban también sobrevivientes de los campos de exterminio nazis.

Para entonces Israel era tan pobre que tenía que racionar los alimentos y tuvo que enfrentar una guerra contra los ejércitos entrenados y armados de Egipto, Siria, Líbano, Jordania e Irak. Sin embargo, Israel venció a esos ejércitos en 1949 en cruentas batallas que se convirtieron en su Guerra de Independencia. Si los árabes hubieran aceptado la Partición ya se habría fundado hace mucho un Estado palestino mucho mas grande que los territorios que ahora ocupa Israel.

A raiz de esa derrota los paises árabes y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) tomaron como meta y bandera la destrucción de la jóven democracia de los judíos a través del terrorismo contra civiles y mas guerras. La "guerra fría" entre las potencias de aquel entonces, la Rusia Soviética y los Estados Unidos, se traslada al campo de batalla del Medio Oriente interviniendo los unos a favor de los árabes y los otros a favor de Israel. Esto obstaculiza la busqueda de una solución al conflicto.

Vuelven a estallar los combates en la Guerra de los Seis Días entre Israel y Egipto, Siria y Jordania (1967) y la del Día del Perdón entre Israel y Egipto y Siria (1973). A raiz de esas cruentas guerras Egipto y Jordania deciden firmar la paz con Israel. A cambio Israel les devolvió los territorios ocupados a esos países durante la Guerra de los Seis Días. Algo que hoy no se menciona es que entre 1949 y 1967 el "West Bank" y la Franja de Gaza estuvieron ocupados militarmente por Jordania y Egipto respectivamente. ¿Por qué no se los cedieron entonces a los palestinos para fundar su estado?...Esos son los "territorios ocupados" en 1967 cuya devolución reclaman ahora a Israel. Por cierto, en 1970 Jordania expulsó brutalmente a las organizaciones palestinas durante lo que se llama el "Septiembre Negro" a raiz de un intento de asesinato y sublevación contra el Rey Hussein que habia aprobado el "Plan Rogers" para la paz.

Después de los acuerdos de Oslo, en que ambas partes reconocieron el derecho del otro a existir, el Presidente Bill Clinton convocó en Camp David al Primer Ministro de Israel Ehud Barak y al Líder palestino Yasser Arafat para redactar un acuerdo de paz que conlleve a la fundación de un Estado palestino al lado de Israel. Concluidas las árduas negociaciones en julio del 2000 Arafat se negó a firmar el tratado que entregaba casi todos los territorios ocupados a los palestinos incluyendo la sensible zona de Jerusalén Vieja.

Lamentablemente tanto algunos políticos israelíes como algunos líderes palestinos han cometido graves errores a lo largo de la historia de un conflicto alimentado por un odio abismal y la sangre de los muertos de ambos pueblos. Así, por ejemplo, fue un error por parte de Israel incentivar la construcción de los asentamientos de colonos judíos en los territorios palestinos ocupados desde la Guerra de los seis días en 1967.

Los palestinos por su parte han desperdiciado oportunidades historicas para fundar su estado. Ademas, el abandono en que viven muchos palestinos es consecuencia de la corrupción de sus propios líderes. Estos han dilapidado miles de millones de dólares recibidos durante años como ayuda aportada por los países árabes, Europa y los Estados Unidos. Con menos dinero se recuperó Europa de los escombros de la Segunda Guerra Mundial. La esposa de Arafat recibía cien mil dólares al mes de su marido para mantener su ostentoso tren de vida en París mientras su pueblo sufre una pobreza que es utilizada cínicamente para alimentar el odio y la propaganda contra Israel.

El pueblo palestino harto de la descarada corrupcion de los lideres del "Fataj" ha votado a favor de un gobierno de la organización fundamentalista islámica "Hamas" cuya meta declarada es la destrucción del Estado de Israel. La lucha por el poder y el control de los recursos financieros ha provocado una guerra civil en la Franja de Gaza entre milicianos de las dos facciones palestinas con un saldo de centenares de muertos y heridos. Un informe de "Amnistía Internacional" publicado por la oficina de prensa de la organización en Londres el 24 de octubre del 2007 responsabiliza al gobierno de facto del Hamas en la Franja de Gaza por la brutal represión que ya le costó la vida a 350 paisanos así como a miembros del partido opositor Fataj.

Dicho informe también denuncia las detenciones arbitrarias, torturas y agresiones a manifestantes y periodistas perpetradas por los "militantes" armados del Hamas, lo que ha provocado un clima de anarquía y el deterioro de los derechos humanos de la población palestina desde que tomaron el poder por la fuerza.

Los dictadores y monarcas de los países árabes, por su parte, han explotado y perpetuado astutamente el conflicto convirtiendo el odio a los judíos en un asunto oficial del estado. Las únicas manifestaciones permitidas y auspiciadas por el gobierno en Irán o en Siria son todas contra Israel (antes también en la Irak de Sadam, la Libia de Kadafi y en la Egipto de Nasser). Jamás veremos una manifestación espontánea de descontento popular por la corrupción, la pobreza, la ausencia de la libertad de expresión, la represión, la falta de servicios públicos y el retraso que reinan en esos países. El presidente de Irán acaba de hacer un llamado a "borrar a Israel del mapa" mientras sigue enriqueciendo uranio en sus reactores nucleares "con fines de paz".

Cuando se pierde la perspectiva no se entiende nada. Por eso, de vez en cuando hay que ir contra la corriente. Otra vez. Como siempre.

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