Todos somos muchos (instantes)


De  niño me quedaba embobado mirando los trenes y la panza plateada de los aviones que -así lo imaginaba yo- partían hacia lugares que tenían que ser forzosamente fascinantes y exóticos.

Muchos años después conservo algo de esa sensación primigénea en los aeropuertos y en las estaciones, como si detrás de cada puerta de embarque y de cada andén me aguardara en silencio, apenas a unos pasos, un nuevo destino, otro recodo de un camino que sólo llegaré a conocer si atravieso ese umbral.

He aprendido algunas cosas. Pocas. Que es mi destino perseguir un destello fugaz y que, aunque yerre muchas veces, no me quedaré varado en la desidia, como un ciprés que corta el viento en medio de la tierra desnuda. Que rechazo el abandono y la pena. Que un día perseguiré otra tarde de sol y una sonrisa en el ruido de las plazas y en las calles de ciudades que hoy ni imagino.

Y que al final, cuando todo acabe y se venza,  mi único patrimonio estará compuesto por un intangible catálogo de minúsculos tesoros que nadie podrá arrebatarme: la puerta de tu casa vista desde el autobús escolar, el río que pasa, la piel que despierta, mi padre esperándome en el coche, los sabores, tus manos que alejaron el miedo, esa noche, aquellos viajes en moto, algunos goles, las playas desiertas, mi hermano jugando conmigo al tic-tac en el suelo del portal, la nieve, aquel beso, tantas canciones, mi gato, las últimas miradas y las puertas que cerramos para siempre, tantos y tantos sueños, tus ojos en llamas, el duende y la magia del sur, la brisa caliente, el tiempo en que tuve alas, las risas de los niños, tu calle, los abrazos, los olores que te transporten en el tiempo, aquel culo imposible, las noches de tormenta y el mar en calma visto desde el Cabo de Peñas.

Por eso no hago fotografías. Porque las cosas verdaderamente importantes que hemos vivido no admiten otra representación que la evocacion casual y espontánea que las despierta arrebatándolas fugazmente, por un instante, del territorio del olvido, como el agua de un río que pasa a nuestro lado y se aleja de nuevo serpenteando entre el mar de espigas de nuestra vida.

PD. Ocurre a veces que el tono de lo escrito acaba por alejarse no sólo de las intenciones del autor sino, lo que es todavía más curioso, de sus propios sentimientos. Por eso en alguna ocasión, después de colgar alguna entrada algún amigo o amiga me ha llamado sospechando que estoy atravesando una crísis existencial, instándome a superar el pasado o cosas similares. Queridos amigos: no pasa nada. Es, simplemente, que yo soy así y la cosa ya va teniendo mal remedio.

Por un lado... I wonder what it's all about...
(The hardest part- Coldplay)

Por otro... I've got the feeling that tonight's gonna be a good night....
(I gotta feeling - The Black Eyed Peas)
Las dos cosas, bien revueltas. Eso es todo.

Comentarios

  1. La foto no es bonita. El peinado de la chica horroroso, las extensiones demasiado evidentes.

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