El PSOE o la ignorancia contemplándose en el espejo

La consejera de Educación y Empleo de la Comunidad de Madrid, Lucía Figar, ha anunciado que el Gobierno regional primará los conocimientos sobre la interinidad en la próxima convocatoria de 489 plazas para maestros. De hecho, el mérito y la capacidad de los candidatos supondrán dos tercios de la puntuación total. Además, todas las pruebas será eliminatorias y la primera que realizarán será un ejercicio práctico establecido por el Ejecutivo regional que no existe en otras comunidades. Otra novedad es que los aspirantes para plazas de lengua extranjera -290- harán las pruebas íntegramente en inglés.

Los sindicalistas se han mostrado contrarios a la medida con argumentos que resume a la perfección la portavoz adjunta del Partido Socialista de Madrid en la Asamblea de Madrid, Maru Menéndez, que ha calificado de "barbaridad" la nueva normativa en la que se reduce el valor de la experiencia de los aspirantes a profesores. "Es insólito lo que han hecho, por lo que deberían rectificar, ya que no es malo hacerlo, sobre todo cuando es un grave error despreciar la experiencia", ha dicho la portavoz parlamentaria.

O sea: resumiendo. Al PSOE le parece mal un sistema en el que el conocimiento -la valía personal- prime sobre la experiencia.

El problema de este argumento es que revela a la perfección porque el PSOE se parece tanto a un barco a la deriva: porque desconoce su historia. Y quien desconoce lo que es nunca llega a ninguna parte.

Las oposiciones han sido en España un sistema de promoción social que ha permitido a los pobres mejor dotados intelectualmente abrir una brecha en las prietas filas formadas por los hijos de papá, los amigos del poderoso y a los compañeros de partido. Un sistema que ofrece a un pastor la posibilidad de convertirse en Comisario de Policía o a un niño abandonado por sus padres al nacer en una institución pública en Abogado del Estado (y hablo de casos reales).

No es un camino fácil: pero es una puerta entreabierta. Y eso ya es mucho cuando el azar sólo te ha dado una buena carta: tu cerebro.

El interinaje es una lacra que se opone al principio de mérito y capacidad. Una practica execrable fomentada por administraciones y consentida por los sindicatos: aquella porque puede utilizar al interino manu militari a su antojo y los segundos porque el interino, en su permanente dependencia y provisionalidad, resulta el cliente perfecto de la barriobajera actividad sindical.

El problema es que esas administraciones y sindicatos siempre acaban conchabándose (a través de la figura del concurso-oposición) para acabar facilitando el acceso de los interinos a la condición de funcionario a través de sonrojantes procesos selectivos en los que los candidatos mejor preparados pero sin experiencia no tienen ninguna posibilidad. Así la rueda gira y todo vuelve a empezar: una nueva generación de interinos ingresa en el sistema por procedimientos oscuros o manifiestamente corruptos y se apresta a esperar el día en que "toque" ingresar en el escalafón de los funcionarios.

El PSOE y los sindicatos siempre eligen al interino frente al opositor, acaso porque con su mediocrísimo nivel medio, desconfían instintivamente de un sistema, las oposiciones, en las que prima la valía personal sobre el orden natural de la experiencia.

PD. El español medio, como buen latino, juzga lógico que alguien que lleva tres años de maestro en una escuela pública se haga funcionario antes que un recién licenciado, por muy inteligente que sea este y muy incompetente que resulte aquel. El interino "se lo ha ganado" o como diría un sindicato, "antes los de casa que los de fuera". Esta propensión cultural al amiguismo, la corruptela, la cooptación y el chanchulleo es una de las causas fundacionales del irremisible atraso de nuestra nación.

PD2. Siendo yo funcionario de Correos tuve una experiencia iniciática acerca del comportamiento de los sindicatos que difícilemente olvidaré. A través de pactos y chanchullos de los altos dirigentes sindicales en Correos (con favores personales de por medio) con la dirección del organismo, encabezado por el hoy presidente de Galicia, Alberto Nuñez Feijoó, y obviando los intereses de los trabajadores, pactaron el desmantelamiento del carácter público de Correos y demolieron las condiciones laborales de los trabajadores de la empresa.

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