Somos basurilla de la peor


Paco de Lucía y Estrella Morente
Te he de querer mientras viva


La prensa inglesa acostumbra a mofarse de los futbolistas españoles por su inclinación a arrojarse al suelo sin venir a cuento, como si hubieran sufrido una apoplejía o una lipotimia, para simular faltas y penaltis, teatralizar agresiones fingidas y provocar la expulsión de sus rivales y otros subterfugios arrabalarios que en el fútbol británico se consideran de muy mal gusto y son reprobados por todos y que aquí, en cambio, el público acepta como algo natural y gran parte de la prensa y de los propios entrenadores aplauden por considerarlos actitudes propias de "listos". "El futbol es para listos", proclaman y se quedan tan anchos y estupendos, como si con tan encomiable majadería acabaran de elucidar la estructura atómica del Molibdeno y estuvieran en un tris de conseguir el premio Nobel de Química. 

O sea que ser un tramposo, en España, es ser listo. Visto así se explican muchas cosas. Como que el público -para purgar sus frustraciones personales- se dedique a insultar al árbitro y a los rivales de su equipo sin tregua desde el minuto uno y que semejante cafrada parezca la mar de natural o que unos cuantos majaderos se citen para hostiarse con la excusa de un partido de fútbol. Luego, claro, cuando pasa lo que tiene que pasar y alguno pasa a mejor vida, la sociedad, siempre tan hipócrita, se rasga las vestiduras, como si ese mal viniera de otro mundo y no tuviera nada que ver con nuestras actitudes cotidianas.

Este es un país de listos. Aquí los semáforos son para los demás, hablamos por el móvil mientras conducimos porque nos da la gana, defraudamos a hacienda porque nos sale de los cojones y como nuestra pareja es de nuestra propiedad si hace falta la homicidamos y muerto el perro se acabó la rabia. Somos listos y, además, por si fuera poco, andamos sobrados de testiculina. Con semejantes valores no es extraño que obtengamos unos resultados tan sobresalientes en materia de desempleo, educación y violencia de género: el material humano del país no da para mas y por eso somos los últimos de la fila, pero los últimos con ínfulas, como el mal estudiante que está convencido de que sus pésimas notas son el resultado de una confabulación internacional.

Yo nunca he sido racista, entre otras muchas razones igual de importantes que ahora no hacen al caso, porque sé que no hay nada peor que un español: sea lo que sea lo que importemos puede que sea tan malo como nosotros pero difícilmente será mucho peor. El terrorismo islámico -por su irracional exaltación del fanatismo más atroz- es una de las pocas excepciones que se me ocurren a esa regla general. A mi juicio gran parte de la población española no es más que basura en formas diversas (ignorantes con y sin título, descerebrados, vagos, corruptos, chapuceros, maniqueos, hipócritas y victimistas), gentuza que existe sólo porque el universo tiene una curiosa inclinación hacia el surrealismo que lo convierte en una fábrica de fenómenos circenses e infraseres que apenas dominan los rudimentos basicos del lenguaje y que sólo existen porque al parecer tiene que haber de todo y nada más. Pero, claro, como proclamar abiertamente tal cosa no hará de ti el hombre más popular del barrio la gente se guarda mucho de decirlo. Pero es la verdad, pese a quien pese.

PD. Como sobra tanta escoria sería deseable que las autoridades habilitaran mecanismos que permitan (y promuevan, si es menester) que los fanáticos se apaleen bien a sus anchas en recintos cerrados (a los que podríamos denominar hostiódromos) en los que sus enfrentamientos no puedan ocasionar daño alguno a terceros. Si los muertos a causa de tales peleas de cabestros fueran abundantes la sociedad obtendría un triple beneficio cuyo impacto no hay que desdeñar: 1) Reducción del paro, 2) Reducción del gasto social y por tanto del déficit público, 3) Limpieza de las calles y mejora del orden público. 

PD2. Si por un casual esperan que me eche a llorar por el tal Jimmy ya pueden quedarse sentados. No me hace una especial ilusión la muerte de nadie pero, dadas las circunstancias y, como diría mi abuela, tanta paz lleve como descanso deja. Resulta delirante y una evidencia de hasta que punto nuestra sociedad languidece que el Deportivo de la Coruña le haya dedicado un minuto de silencio antes de uno de sus entrenamientos al susodicho, supongo que a modo de sentido homenaje a su prolijo historial en las más variopintas ramas de la actividad criminal. Fabuloso.

PD3. Esa misma noche, con el cadáver recién sacado del Manzanares, alguien le pega un botellazo a Leo Messi en Mestalla durante la celebración del agónico gol del Barcelona. La policía y el Valencia ignoran quién ha sido y nadie se ha atrevido a denunciar al anónimo lanzador de envases plásticos. Es sólo un botellazo, claro. No tiene importancia. Claro que no. 

PD4. El monopolio de la estupidez, por supuesto, no es español. En Estados Unidos (este dato no es broma, pueden contrastarlo en Internet) hay unos cuantos millones de personas que creen que Obama y su familia son extraterrestres reptilianos disfrazados (si, he dicho reptilianos) cuyo objetivo secreto es la dominación mundial. Tontos hay en todas partes pero tengo la impresión de que en ninguna otra los que lo son se creen tan listos como los nuestros. 


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