Viva Fuentealbilla




Lo que ha pasado en los últimos años en Cataluña se resume en dos frases de Iniesta. Con ocasión de la celebración del título de liga del Barcelona de la temporada 2008-2009, micrófono en mano gritó: "Visca el Barsa, visca Catalunya y viva Fuentealbilla". Anteayer, en el día de su retirada, volvió a decir exactamente lo mismo.

Iniesta es un chico de Albacete, que se siente español y juega con la selección española (con la que además ha sido campeón del mundo). Sin embargo, nadie que viva en Cataluña ignora porqué Iniesta no mencionó a España en el Camp Nou. No lo hizo porque sabe -como lo sé yo- que aquí si quieres ser majo y fetén hay palabras que es mejor que ni se te ocurra susurrarlas. Eso ya ocurría en 2009 y desde entonces ha llovido mucho, pero algunas cosas han cambiado más bien poco.

Por eso a los que llevamos un tiempo aquí (más de veinte años en mi caso) no nos extraña lo más mínimo que el nuevo Presidente de la Generalitat sea un individuo que considera a los españoles infraseres a los que es preciso espantar de Cataluña para que la raza no desmejore, una especie de tardocarlista o postrequeté que fantasea con una Cataluña rural, católica y sin mezcla de sangre en la que todo lo relacionado con España sea, a no mucho tardar, apenas un mal sueño.

La designación del señor Torra no sólo no tiene, visto en perspectiva, nada de raro, sino que es la culminación lógica de un proceso de largo recorrido que empieza con su admirado Daniel Cardona, uno de los padres del independentismo catalán, que decía que "un cráneo de Ávila no será nunca como uno de la plana de Vic: la antropología habla más elocuentemente que un cañón del 42" o, sin ir más lejos, del mismo Pujol que, en los ratos libres que le dejaban sus trapicheos porcentuales, retrataba de esta guisa al hombre andaluz: "un hombre poco hecho que vive en un estado de miseria cultural, mental y espiritual que constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España".

El proyecto independentista es y ha sido siempre, en el fondo, una mezcla en proporciones variables de voluntarismo, desprecio por la legalidad, clasismo, supremacismo y racismo que ha sabido esconder su verdadera naturaleza detrás de un almibarado envoltorio repleto de eslóganes y actividades estraescolares para adultos. En el imaginario procesista los independentistas son demócratas y modernos y el resto somos fascistas, franquistas y, puestos a decir las cosas por su nombre, auténticos deficientes mentales que llevamos la merma grabada a fuego en nuestro empobrecido código genético.

Por fortuna ahora ese trasfondo, la cara B de la revolución de las sonrisas, ha quedado expuesto a la luz del día en toda su crudeza y eso tiene, al menos, la ventaja de que en el futuro resultará fácil averiguar de qué polvos vinieron los lodos que están por venir.

PD. Una publicación, titulada Quaderns del Separatisme, atribuida a la entidad Nosaltres Sols, fundada por Cardona (Torra participó en el año 2014 en un homenaje en el que se revindicaba su figura) que está archivada en la hemeroteca de la Universitat Autónoma de Barcelona deja para la posteridad perlas como esta: "La progresiva degradación racial española puede contagiarse a los catalanes debido a la fuerte inmigración, los frutos se pueden ver si observamos la diferencia catacteriológica entre el hombre del campo, no contaminado por la estirpe española, y el de las ciudades. El carácter trabajador y europeo del catalán es un factor anímico bien contrario al vago y proafricano español. Por todo eso tenemos que contar considerar que la configuración racial catalana es más puramente blanca que la española y por tanto el catalán es superior al español en el aspecto racial".


Comentarios