Buscando un lugar
Qué difícil encontrar un lugar desde el que vivir y seguir viviendo en la pura incertidumbre pero con una ilusión infantil. Con una ingenuidad que sea a la vez temerosa y temeraria. Entre la contención y el deseo, entre la felicidad y el horror, construyendo algo firme y sólido que, pese a todo, puede ser arrastrado por el viento.
No elegimos la forma de vivir -ni la de amar- como no elegimos padres, color de ojos o lugar de nacimiento. En todas las cosas importantes el azar nos acecha a la vuelta de la esquina para asaltar nuestras convicciones y expectativas, convirtiéndo en humo todo aquello que ayer creíamos inamovible.
Pero el azar no lo es todo. De cómo se le sostenga la mirada en cada ocasión -con sumisión, con orgullo, con temor o con aceptación fascinada- depende, probablemente, la voz y el destino de todas las cosas perdurables que nos ocurren.
Se trata de ser lúcido en la ceguera y lo bastante falto de juicio como para internarse en solitario en la selva hasta perderse, esperar a que caiga la noche y, abandonada toda noción de realidad, toda esperanza y toda ilusión, abrir los ojos en medio de la negrura.
Y, contra todo pronóstico, contra el azar y contra la vida, ver.
A veces no es suficiente con ver... tb hay q hacer...
ResponderEliminarClaro que se elige.
ResponderEliminarSe elige caminar hacia atrás, de espaldas, viendo de donde te alejas pero no hacia donde vas. O caminar de frente, hacia un punto concreto, sin permitir que el pasado te convierta en estatua de sal.
Respecto al azar...el viento y las olas van siempre a favor de quien sabe navegar.