Ay mama que viene el papa....

El señor Joseph Ratzinger, ese individuo que tiene nombre de encargado de mantenimiento de campo de concentración nazi, también conocido como el Papa, se ha ido a África a explicar que el condón no resulta útil para prevenir la pandemia de sida que se desparrama por todos los rincones (y puticlubs) de ese continente.

O sea, resumiendo: un anciano que se supone -teóricamente- lleva tropecientos años sin follar (por mandato divino, eso si) y que, desde luego, no es médico (salvo que la teología se considere una variante exotérica de la podología) opina sobre la eficacia de las medidas de profilaxis sexual en África.

Tal como están las cosas a la que pueda me autocontrato para calcular las órbitas estelares de la nave espacial Enterprise, aun a riesgo de que el capitan Kirk y toda la tripulación se estrellen contra la pescadería del Carrefour de Gijón. O, mejor todavía, como tengo carnet B1, me pongo a los mandos. Total el espacio exterior es más bien holgado... así que no puede resultar demasiado difícil tripularla sin que te quiten puntos. Eso si, los de los radares se van a joder pero bien: a ver quien me saca una foto de la matrícula a velocidad de hiperimpulso gravitatorio. Chúpate esa, alcalde de Barcelona...

Total, aquí cada uno -empezando por el Papa- opina de lo que le sale de la polla sin tener ni la menor idea de nada. Y al decir el Papa no lo digo en sentido gitano (ay mama, que hostia ma dao el papa) sino por el tio ese que, aunque lleva una bata blanca de felpa estilo Gandalf, razona como un orco de Mordor en una despedida de soltero.