Los otros
Hija de padres blancos y racistas, Sandra Laing nació en Sudáfrica en 1955 y heredó por obra y arte de Mendel y de quien sabe que ignotos antepasados, una hermosa piel negra que se sobrepuso a dos genealogías de afrikaners de pura cepa, gracias (nótese la paradoja) al Principio de la Segregación de Méndel, conforme al cual ciertos individuos son capaces de transmitir un carácter genético aunque en ellos no se manifieste.
Una prueba de ADN posterior confirmó, por si las moscas, la paternidad de la niña. En 1967 el gobierno sudafricano, a instancias del padre de Sandra, aprobó una ley que declaraba ‘blancos’ en derecho a todos los hijos de padres blancos.
Después de 5 años de marginación escolar fue expulsada por la dirección de su colegio y escoltada a su casa por dos policías. Sólo el test de ADN y la autoridad de su padre al frente del Partido Nacional-racista salvaron a Sandra de una segura deportación al ‘gueto negro’ de la ciudad.
Pero la niña fue rechazada por la iglesia tradicionalista y repudiada por toda la comunidad. No podía relacionarse con ningún blanco y hasta nueve colegios denegaron su nueva escolarización. El padre apeló a la ley de 1967, pero ni siquiera una ley puede cambiar los prejuicios ajenos.
Sandra empezó a frecuentar amistades de color. A los 16 años se fugó a Swazilandia con un frutero zulú con el que más tarde se casó y tuvo dos hijos. Su padre no se lo perdonó nunca. Le retiró el saludo, acusó a su marido de secuestro y prometió recibirla a tiros si alguna vez regresaba. Murió antes de volver a verla.
De vuelta a su tierra natal, Sandra se vio obligada a asentarse en el gueto, sin agua ni electricidad, sometida de lleno a la dureza del Apartheid. Le retiraron la custodia de sus propios hijos por la misma ley que modeló su padre y que impedía la convivencia de dos razas bajo un mismo techo: ella era todavía legalmente blanca. Sobrevivió hasta la caída del Apartheid en 1990 para, después de 30 años, volver a ver a su madre y reconciliarse.
NOTA. En una escena de X-Men, al ser alcanzado por un dardo que elimina su condición de mutante y le convierte en lo que más odia, un ser humano convencional, Magneto susurra con infinita angustia y desolación: soy...uno de ellos.
Estoy seguro de que sus padres sentían algo muy parecido cada vez que miraban a su hija.
No jodas que el padre de Sandra era Jesús Puente..
ResponderEliminarMarisa
Joer...yo pensaba que era Arzallus.
ResponderEliminarPues ahora que lo dices, sí parece más Arzallus que Jesús Puente.
ResponderEliminarLa mujer bien podría ser Fofito con peluca.