Todos somos un poco puta

La gente desprecia los reality show. Siempre queda la mar de fino decir que uno no ve esas inmundicias. Yo, por mi parte, estoy seguro de que mientras malgasto mi vida con esas cosas el resto de la gente se entretiene en tareas mucho más elevadas (leyendo poemas de Billy Collins, Oscar Hahn, Charles Simic o haciéndose pajas). Con todo, espero que no se me juzgue duramente por este hábito mio: como decía el Guerra (el torero, no Alfonso) "hay gente pa tó".

Últimamente me he quedado enganchado con "I love Escassi". El programa perfecto, el epítome de la telerrealidad. La banda sonora ideal para, después de un día de furia, abrir la válvula de la bombona de butano, tomarse tres copas de whisky Dic y volar por los aires toda una manzana de edificios.

El funcionamiento del programa, a grandes rasgos, es el siguiente: varias mujeres tienen citas sucesivas con el tal Escassi, que expulsa en cada gala a la que menos le gusta (previo paso por la piedra, of course). Escassi, como buen señorito andaluz, muestra pecho, abdominales y un cerebro en el que sorprende, por encima de cualquier otra cosa, la total ausencia de inteligencia.

El programa es cutre. Pero muy cutre. Quedan tres finalistas. Las dos candidatas más viejas están nerviosísimas y despotrican de la más joven, que, a su vez, da auténtico miedo en la parte que linda con la vergüenza. Las dos mayores parecen extraídas a deshora de un club de carretera y las más joven transparenta una voluntad irresoluble de medrar como sea.

En el programa de ayer (emitido, como los últimos el viernes de madrugada tras las quejas por el trato que -según afirman- el programa dispensa a las mujeres) rocé el éxtasis televisivo. Cada una de las tres finalistas llevó a Escassi a conocer a su familia. Podría escribir un manual de psicología social de cuatrocientas páginas describiendo de forma somera las extravagantes interacciones que se produjeron durante esas delirantes visitas familiares que constituyen, a mi juicio, lo mejor que se ha visto en televisión desde The Wire (si no habéis visto The Wire id corriendo a FNAC o al Corte Inglés y compráos las cinco temporadas). Sólo espero que algún productor avispado edite este episodio en DVD para echarle el guante.

En general el programa ofrece una imagen de la mujer que oscila entre zorra y puta. Y sin embargo -ahí está la gracia surrealista del asunto- una decena de muchachas, en vez de disparar con posta a quien tuvo la peregrina idea de proponerles participar en semejante desatino, se prestan libre y voluntariamente al experimento y aguantan, con la mirada arrobada y al borde del éxtasis amoroso, carros y carretas para quedarse con el gachó de los ojos azules, que se tira a cada candidata cuando le viene en gana y las trata a todas con una frialdad y un desprecio apenas disimulados.

Mientras veo el programa no puedo evitar preguntarme qué coño pasa por el cerebro de esas chicas. ¿En qué momento se extraviaron? ¿Cuando decidieron que la autoestima era prescindible? ¿No tienen parientes, familiares, amigos que les digan...quizás no sea buena idea que hagas de puta a escala nacional? ¿No se les ilumina nada dentro de su minúsculo cerebro, ninguna alerta, ninguna señal de qué algo no va bien? Y sin embargo ahí estan: sin maltrato ni coaccíón alguna, por libérrima decisión propia, haciendo el chonix por su cuenta y riesgo, inmunes a la vergüenza y el oprobio televisivos.

Si lo pensamos bien el asunto no tiene nada de extraño. Cada fin de semana las discotecas están llenas de Escassis más o menos otoñales (los agricultores lleidetanos que frecuentan el River son un memorable ejemplo) que se pasan el dedo por los labios en homenaje al famoso anuncio y que, con sutiles contoneos,  intentan aparearse -con mejor o peor suerte- con individuas hipermaquilladas, algo decadentes y tan desesperadas como ellos mismos.

Probablemente a estas alturas más de uno de vosotros, lectores, se estará preguntando cual es la moraleja del asunto. Queridos amigos: esto no es una fábula de Esopo ni un discurso de Esperanza Aguirre y no hay nada que se parezca a una moraleja. Solo hay algunas obviedades indiscutibles:

- Si tienes pasta una miriada de tías se acercará babeante aunque tengas un obvio aspecto de chuloputas decadente y seas incapaz de pronunciar la palabra epistemología sin desencajarte la mandíbula.

- A los tios con pasta les gustan las rubias neumáticas aunque sean completamente idiotas -en la idea de que probablemente ellos no lo son menos y de que, además, no es sano estar con alguien más listo que tu, sobre todo si tiene unas tetas enormes-.

Lo gracioso del caso es que I Love Escassi nos devuelve, como el espejo deforme del esperpento Valle-Inclanesco una imagen absolutamente reveladora de la realidad. La igualdad, la cultura y la educación son un barniz mucho más superficial de lo que nos gusta pensar. Una frágil capa de dos milímetros por debajo de la cual late un torrente incontenible de ardorosas chonix y patéticos machos cabríos a los que no les importa humillarse y aceptar pulpo como animal de compañía con tal de tirarse a alguien antes de que se les acabe de pasar el arroz.

PD. Título provisional del libro: Todos somos un poco puta: billetera y escote en los rituales humanos de apareamiento.

PD2. Me viene a la mente ahora una conversación muy reveladora que escuché cuando yo tenía dieciseis o diecisiete años a la puerta de una discoteca en Candás. Una chica bastante guapa le contaba a su amiga que iba a dejar a su novio porque, aunque era majísimo, "ella tenía muy claro que aspiraba a salir con un tío que fuera futbolista, por lo menos de segunda división".

PD3. Se que este post pertenece al terreno de las cosas que se saben pero no se dicen. Los profesores lo entienden bien y por eso invariablemente les dicen a los padres: no, si el niño es inteligente, lo que pasa es que no se esfuerza lo suficiente. Por qué sería cruel (y peligroso) decirles lo que piensan en realidad: no, si el pobre hace lo que puede, pero es que es un puto tarado.

Comentarios

  1. Ya sabes que hay que programas que por sórdidos, merecen la pena seguir sólo por ver el fascinante comportamiento humano (de protagonistas y espectadores) pero a excepción de La granja (lo que me reí con tus críticas), donde paletismo y patetismo se unían en santa comunión, no he vuelto a ver un programa que me enganchase tanto. A excepción de Gran Hermano, claro.
    Sólo vi un programa entero de I love Escassi. No sé si te pasa a ti, pero aunque siento una atracción fatal hacia todo lo freak, a veces me entra una especie de verguenza ajena tan sofocante que me impide volver a ver el programa. Eso me pasó con Escassi.
    Pero además, es que me descubrí indignada. Por los cabeza pensantes del programa,por cómo el jinete descerebrado se había prestado a ello, por cómo se desenvolvía, pero sobre todo por las chonix como tú las llamas, barriobajeras, poligoneras, chanclis.. que demostraron aquello que averguenza a nuestro género: la envidia,el marujeo, los celos, la hipocresía, la autoestima basada en el físico o en la edad, la competitividad con otras mujeres, la obsesión de mostrar pechuga a falta de intelecto, mostrar las uñas y la lengua viperina en las peleas demostrando modales de zorra callejera, etc etc. Y todo eso, aderézalo con aguantar con lágrimas o pasándoselo por el arco de triunfo, el desprecio, la burla o la indiferencia de un tipejo por unos minutos de fama, por dinero, por un futuro televisivo basado en insultos, folleteos y montajes varios en programas que viven de la escoria humana.
    Por eso no pude terminar de ver el maldito programa.
    Pero me encanta leer siempre tus resumenes.
    Un besito

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  2. Eres el mejor, cabrón. El puto amo!!!

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  3. Totalmente de acuerdo con Maya. Yo no resistí ni una programa.

    Incoherencias de Alfredo, que pueda resistir este tipo de programas sin devolver hasta la primera papilla.

    El tiempo es oro. No creo que programas como el citado valgan más de 10 minutos de mi vida, a excepción de que pueden hacerle sentir a uno mejor en un momento de depre.

    El Escassi a partir de ahora no creo que resulte atractivo a tantas mujeres o unicamente a mujeres que estén a su altura.

    "Dios les cría y el vinto les arremolina" A veces, a través de la Tele (perdón, tele)....

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