Los bárbaros a las puertas
La ya inminente llegada del PP al poder va acompañada de los alaridos de un siniestro grupo de corifeos que, después de defender hace unos años la decapitación de Rajoy por pusilánime, compiten ahora por un lugar preferente en el fervoroso coro de pelotas que siempre alienta al caballo ganador.
Basta con echarle un vistazo al Canal Intereconomía para toparse con un conjunto de individuos más bien alucinógenos (tuertos, expresidiarios, políticos tronados), todos ellos avezados practicantes de una curiosa disciplina no olímpica que, según deduzco, parece consistir en lanzar los improperios más descomunales sobre cualquier personaje o asunto que huela, aunque sea remótamente, a socialista o perroflauta.
Y que decir de Libertad Digital, ese planfleto ideado por el ínclito Jiménez Losantos, cuya mayor demérito intelectual consiste en no haber sido capaz de sobrevivir a la atracción gravitatoria generada por su descomunal ego. El mismo ego que le ha convencido de ser una especie de salvapatrias regeneracionista, cuyo leiv motiv es despertar al pueblo dormido para prevenirle sobre los incontables peligros que acechan a esta nuestra patria (nacionalismo, socialismo, ciclismo y eufemismo).
Mención aparte merece un espécimen singular que escribe -o, para ser exactos, farfulla- en Libertad Digital: Pío Moa. Este conspicuo gallego, que pasó, sin estaciones intermedias, de terrorista del Grapo (al parecer tuvo incluso una oscura intervención en el asesinato de un policía) a historiador (sic) ultraderechista, exhibe, entre otras fobias delirantes cuyo estudio cae dentro del ámbito de la psiquiatría clínica, una forma obsesiva y nada refinada de machismo. Para hacerse una idea aproximada basta con una perla:
"La violencia doméstica nace de la corrosión de la familia. Y el principal factor de corrosión es hoy el feminismo-hedonismo."
O sea, las mujeres, en tanto que feministas y, al parecer, edonistas, destruyen la familia y esa destrucción es la causa de la violencia doméstica. O, simplificando el argumento, las mujeres se pegan a si mismas -a través del marido, esto es, por persona interpuesta-.
El interfecto que razona con semejante brillantez es el historiador oficial del revisionismo histórico de derechas y sus libros cosechan un remarcable éxito de ventas entre las huestes fachoides, ansiosas -como todos los fanáticos de cualquier género y corriente- por ver y leer cosas que les ayuden a ratificarse en aquello de lo que ya están sobradamente convencidos de antemano.
El único consuelo es que Rajoy no será presidente gracias a estos bárbaros, sino muy a su pesar.
Ojalá -no tengo demasiadas esperanzas- haya tenido ocasión de tomar nota de ello.
Basta con echarle un vistazo al Canal Intereconomía para toparse con un conjunto de individuos más bien alucinógenos (tuertos, expresidiarios, políticos tronados), todos ellos avezados practicantes de una curiosa disciplina no olímpica que, según deduzco, parece consistir en lanzar los improperios más descomunales sobre cualquier personaje o asunto que huela, aunque sea remótamente, a socialista o perroflauta.
Y que decir de Libertad Digital, ese planfleto ideado por el ínclito Jiménez Losantos, cuya mayor demérito intelectual consiste en no haber sido capaz de sobrevivir a la atracción gravitatoria generada por su descomunal ego. El mismo ego que le ha convencido de ser una especie de salvapatrias regeneracionista, cuyo leiv motiv es despertar al pueblo dormido para prevenirle sobre los incontables peligros que acechan a esta nuestra patria (nacionalismo, socialismo, ciclismo y eufemismo).
Mención aparte merece un espécimen singular que escribe -o, para ser exactos, farfulla- en Libertad Digital: Pío Moa. Este conspicuo gallego, que pasó, sin estaciones intermedias, de terrorista del Grapo (al parecer tuvo incluso una oscura intervención en el asesinato de un policía) a historiador (sic) ultraderechista, exhibe, entre otras fobias delirantes cuyo estudio cae dentro del ámbito de la psiquiatría clínica, una forma obsesiva y nada refinada de machismo. Para hacerse una idea aproximada basta con una perla:
"La violencia doméstica nace de la corrosión de la familia. Y el principal factor de corrosión es hoy el feminismo-hedonismo."
O sea, las mujeres, en tanto que feministas y, al parecer, edonistas, destruyen la familia y esa destrucción es la causa de la violencia doméstica. O, simplificando el argumento, las mujeres se pegan a si mismas -a través del marido, esto es, por persona interpuesta-.
El interfecto que razona con semejante brillantez es el historiador oficial del revisionismo histórico de derechas y sus libros cosechan un remarcable éxito de ventas entre las huestes fachoides, ansiosas -como todos los fanáticos de cualquier género y corriente- por ver y leer cosas que les ayuden a ratificarse en aquello de lo que ya están sobradamente convencidos de antemano.
El único consuelo es que Rajoy no será presidente gracias a estos bárbaros, sino muy a su pesar.
Ojalá -no tengo demasiadas esperanzas- haya tenido ocasión de tomar nota de ello.
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