Domingos a partir del mediodía



A veces dudo. En realidad siempre dudo. Pero me quedo callado o sonrío y disimulo. Es duro vivir sin certezas a las que asirte ni siquiera un poco. Supongo que soy una especie de caldero sin asas. Un pez fuera del agua que boquea bajo el sol.

Los domingos desde el medio día son especialmente duros. Una amiga -poeta, algo críptica y sin embargo encantadora- me dice que a ella le pasaba lo mismo hasta que tuvo hijos. No se, puede ser. Tendré que considerarlo como opción. Pero en cualquier caso es un remedio cuyos efectos se demoran  al menos unos meses y que si no resulta no admite devolución-reintegro-reembolso.

Hoy he hablado con mi madre. Llevábamos tres semanas o cuatro sin hacerlo. Está  bien pero tiene algo de catarro. Me ha dado las gracias por llamarla. Cuando he colgado me hubiera gustado decirle que no pasaría nada si de vez en cuando me llamara ella  a mí. Pero para decírselo hubiera tenido que volver a llamarla y nosotros no hacemos esas cosas.

Parece que mi hermano va a poner una frutería. Antes tenía una panadería. Es curioso que el haya acabado encarnando la iniciativa privada y yo siendo la viva imagen de la ominosa rémora funcionarial que, según parece, ha hundido al país.

La dirección del PSOE tiene dos candidatos: Chacón y Almunia. Ambos me provocan el mismo grado de pasión desbordante: ninguna. Intuyo que al propio PSOE le ocurre lo mismo. Y eso ya es más grave.

Camps ha sido absuelto por un jurado de ciudadanos valencianos. Esos mismos que le votan, a pesar de todo. Se les podrá acusar de todo, pero no de inconsecuentes.

Si dos personas se quieren pero por lo visto no hay forma de que congenien, ¿cuándo llega el momento de decir se acabó?, acaba de preguntar Julia Roberts en la tele. Nunca, contesta Brad Pitt. Entonces se abrazan. Como respuesta está bien, pero ya me dirán si resulta de utilidad en la próxima pelea. Me huelo que no.

Si huyes te pasarás la vida huyendo. Y es cansado. Y si rehuyes la realidad también. Sólo que es más cansado todavía. Y, lo que es peor, acabas por no pertenecer a ninguna parte.



Comentarios

  1. No esperes que tu madre te llame, llámala tú aunque no tengas nada que contarla. Tu madre se acuerda de ti cada día y cada momento. Si no te llama es porque no está habituada a llamar o porque sin las gafas no ve bien los números o porque no se sabe el número de memoria ...

    Las madres siempre se acuerdan de sus hijos y siempre les hace felices saber que nos acordamos de ellas.

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  2. Los domingos desde el medio día son para mí especialmente agradables. Es el único día en que puedo tumbarme unos minutos en el sofá, incluso más de media hora. El sol entra por la ventana y me gusta sentir su calor en mis piernas. Con la revista del periódico me quedo dormida unos instantes y me evado del bullicio constante que hay a mi alrededor.

    Cuando mejor estoy, oigo que ya me piden la merienda... y, a continuación, que no quieren ir a ningún museo, ni a dar un paseo...

    Aprovecho los últimos rayos de sol para coser una vez más los botones y los bolsillos descosidos de la bata...

    Los domingos por la tarde no pasan coches delante de mi casa y hasta las ramas de los árboles parecen mecerse tranquilas delante de mi ventana.

    Por todo esto, entre otras cosas, adoro los domingos por la tarde a partir del mediodía.

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