Cosas que no se olvidan
Que yo recuerde ella nunca sonreía. Y jamás me devolvía
las llamadas.
Sólo me llamaba cuando se sentía especialmente sola. O cuando estaba un poco borracha. O las noches en que su marido no dormía en casa.
Entonces yo dejaba lo que estuviera haciendo, cruzaba media ciudad en taxi e iba a verla a un hotel de la calle Atocha desde el que se veían los árboles del retiro.
Nunca me presentó a sus amigos ni me preguntó qué tal había pasado el fin de semana.
Sólo ponía sus labios sobre los míos y con su mano en mi pantalón me susurraba que todo estaba bien. Y que esa noche tampoco podía quedarme a dormir.
Una noche borré su número de mi móvil y me juré que no volvería a caer.
Han pasado casi cinco años y esta noche ha vuelto a llamarme.
Lo más triste es que ni siquiera he olvidado su número.
Sólo me llamaba cuando se sentía especialmente sola. O cuando estaba un poco borracha. O las noches en que su marido no dormía en casa.
Entonces yo dejaba lo que estuviera haciendo, cruzaba media ciudad en taxi e iba a verla a un hotel de la calle Atocha desde el que se veían los árboles del retiro.
Nunca me presentó a sus amigos ni me preguntó qué tal había pasado el fin de semana.
Sólo ponía sus labios sobre los míos y con su mano en mi pantalón me susurraba que todo estaba bien. Y que esa noche tampoco podía quedarme a dormir.
Una noche borré su número de mi móvil y me juré que no volvería a caer.
Han pasado casi cinco años y esta noche ha vuelto a llamarme.
Lo más triste es que ni siquiera he olvidado su número.
Comentarios
Publicar un comentario
¿Algún comentario?