Rescatan Fondo de Bikini (o no)



Es bien sabido que esto del lenguaje siempre ha sido un asunto de naturaleza elástica, no poco esponjosa y hasta algo bizcochil; pero a lo que se ve, al correr de los años, la cosa lejos de mejorar, va tomando un cariz preocupante.

Hasta hace poco, cuando un país en crisis recibía de la Unión Europea un chorro de millones para hacer frente a sus pufos se decía que había sido rescatado. Ahora no. Ahora se trata de una bendición incondicional de los dioses del Olimpo, del resultado de una formidable estrategia de negociación o vaya usted a saber qué otra ocurrencia del novísimo lenguaje político.

Bien  mirado, el asunto  no tiene nada de raro. Vivimos en un país en el que Ozores, los Morancos y Chiquito de la Calzada llevan décadas hablando sin que apenas se les entienda y esa ininteligibilidad no sólo no les ha privado del favor del público, como sería de esperar en una cultura post-neolítica, sino que, de hecho, es precisamente la principal causa de su éxito. 

Esta propensión nuestra al parler pour ne rien dire, la jerigonza verbal, el discurso vacuo, el toreo de salón, el dispendio semántico y los fuegos de artificio expresivos no parece haber calado entre nuestros vecinos, quizás porque allende nuestras fronteras (que bonita expresión) el personal tiene menos tiempo libre para malgastarlo en chorradas y se conforma con llamar a las cosas por su nombre: rescate. Y punto.

De todo lo que he ojeado estos días resulta especialmente interesante la acertadísima semblanza que The New York Times realiza sobre Mariano Rajoy, del que destaca que ascendió a la cumbre del partido "por mantener silencios ambiguos en momentos cruciales" (!!!). Virtud esta de la invisibilidad transitoria y calculada que, sin embargo, el propio diario entiende que quizás no casa muy bien con la difícil encrucijada en la que ahora nos encontramos.

Hablando de Mariano, su aparición ayer en la tele con su meliflua y artificiosa sonrisita de triunfo me trajo a la memoria (cosas de la libre asociación de ideas y del vino de Rioja) los mejores momentos de Bob Esponja allá en las profundidades de fondo de Bikini, con su corbatita y sus pantalones cuadrados a media cintura y su desparramado optimismo sin fundamento.

Su discurso vino a ser, resumido a grandes rasgos, el siguiente: casi contra nuestra voluntad nos han ofrecido unos dinerillos que ni siquiera nos hacían mucha falta y que, por si fuera poco, nos han prestado casi gratis et amore, sin condiciones y a bajo interés. O sea, traduciendo: nosotros somos la mar de listos y todos los demás son un poco primos (en particular los griegos, que, como espectadores de toda esta comedia bufa deben estar haciéndose cruces ortodoxas al ver cómo esto de los rescates ya no es lo que era antes).

El caso es que van pasando una a una las estaciones penitenciales de esta inacabable procesión de la crisis y nuestros políticos, como única respuesta, parecen empeñados en tomarnos por idiotas.

¿Lo somos realmente?

Si tenemos en cuenta que vivimos en un país en el que en pleno verano, en las fiestas populares, el ganado caprino sobrevuela los campanarios; en el que los impuestos de las clases medias sirven para financiar todo tipo de excentricidades con las consiguientes mordidas y comisiones políticas; en el que te piden más estudios para trabajar en un burguer que para ser alcalde o diputado; en el que el Presidente del Gobierno se va a ver a la selección de fútbol a la Eurocopa en medio de la tormenta y cuyo principal negocio es el turismo protagonizado por individuos convencidos de que este es el lugar perfecto para emborracharse hasta el coma etílico y/o arrojarse desde el balcón de la terraza a la piscina con resultado de traumatismo craneoencefálico y repatriación de cadáver; no es de extrañar que mucha gente lo crea a pies juntillas.

Lo que intuyo es que nos iría bastante mejor si, en vez de enfadarnos tanto cuando nos toman por bobos, nos esforzáramos un poco en dejar de comportarnos como tales.

PD. Según van apareciendo noticias sobre las comisiones y los chanchullos de la administración sanitaria catalana parece evidente que los políticos convergentes y socialistas han dado un paso mas y ya han accedido a la fase siguiente, en la que ya no nos toman por idiotas sino por deficientes mentales severos y se ríen en nuestra cara sin el menor rubor. Y así seguirá siendo mientras nos tomemos la molestia de continuar votando a esta putrefacta ralea de sátrapas y mangantes de corbata y gafitas de diseño que pulula por ahí a nuestra costa en régimen de pensión completa.

PD2. Mención especial para el estomagante y almibarado Durán Lleida, que no pierde ocasión de proponer que nos rebajen (otra vez) el sueldo a los funcionarios, con esa naturalidad tan propia del vicario que, pese a sus muchos años de ejercicio, únicamente ha sido capaz de memorizar una oración y aprovecha para recitarla, venga a cuento o no, en cuanto ve un púlpito a tiro. Sus padres pueden estar bien orgullosos: nadie nunca llegó a más con menos (no precisaré a más qué, para evitar las correspondientes diligencias penales y porque no hace ninguna falta, que este país es pequeño y ya nos conocemos todos).

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