Me autoproclamo lisboeta




Cristina Branco ( Fado)

En estos tiempos de crisis y estruendosos arrebatos tribales si tuviera que elegir ser de algún sitio elegiría, sin duda, ser portugués y vivir en Lisboa. 

Después de la siesta daría largos paseos por la Alfama y al caer la tarde me quedaría asomado al espectáculo del Tajo que se desvanece elegante y señorial entre las primeras neblinas del atlántico. 

Olvidaría lo que significa tener prisa, aprendería a tocar la guitarra para tener algo en lo que fracasar, saludaría amablemente a las hermosas muchachas portuguesas de ojos oscuros, comería bacalhau de cien formas distintas y, mientras escribo, escucharía viejos fados que cuentan historias de navíos que un día, al caer la tarde, pusieron proa hacia poniente y que todavía no han conseguido encontrar el camino de vuelta a casa.

Por suerte no tengo que convocar ningún referendum ni invocar el derecho de autodeterminación. Mi alma siempre sera lisboeta viva donde viva y haga lo que haga, porque -muchas veces muy a mi pesar- lleva grabada muy adentro la lenta y salobre herida de la saudade.

Y para esa herida, por fortuna, no hay tratamiento. 

Será que sou lento por ser triste,
Porque tudo julgo inútil e vão,
E em terra nada mais me assiste
Que o refugio de un navio na  imensidão.




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