Unas cuantas cositas




Hace poco el diario La Razón, dirigido por el exdiputado del PP Paco Marhuenda, publicó una portada muy divertida. Las portadas de La Razón siempre son divertidas y, además, por el mismo precio, también suelen ser casposas, hipócritas, surrealistas y berlanguianas, aunque esto último lo sean por razones que jamás han pasado por la mente de los desgraciados que las traen al mundo. 

La portada en cuestión, digo, retrataba a varios líderes de las protestas estudiantiles con una fotito estilo forajido del Far West e iba acompañada, debajo, por un sucinto relato del expediente académico de cada uno de ellos; expediente que, a lo que parece, no era todo lo exhuberante que hubiera sido de esperar.

Lo gracioso del caso es que a los de La Razón eso les parecía sorprendente, como si las revueltas estudiantiles tuvieran que protagonizarlas primorosos muchachos cuya vocación fuera acabar sus días como registradores de la propiedad, gerentes del catastro o cardenales primados. 

La portada fue "trending topic" o, lo que es lo mismo, dio mucho de si. Tanto que el propio Marhuenda se vanagloriaba de que había sido motivo de comentario hasta en el prestigioso diario Le Monde. Lo que no especificaba Marhuenda era que lo que Le Monde decía en realidad era que la portada en cuestión era "repugnante, innoble y patética". 

El asunto me recuerda que a Manuel Jabois, el mejor articulista español vivo (si no se ha muerto este fin de semana y yo no me he enterado, cosa que, por cierto, me deprimiría bastante) el alcalde de un pueblo gallego amenazó con denunciarle por "estar escribiendo sin título de periodista".

Así es la gente de orden: adicta a los títulos y las calificaciones escolares. 

PD. Sé que no viene a cuento, pero hoy, cuando estaba viendo al Madrid jugar contra el Betis, he tenido una revelación: Di María, con su camiseta por fuera, ese pelo alborotado y el rostro estremecido, juega al fútbol con la nerviosa premura del que ha sido sorprendido en la cama de una señora casada e intenta dejar atrás al marido. 

PD2. Ante ustedes, para los que no le conozcan, Manuel Jabois, a propósito de Eurovegas:

Madrid lleva una década aspirando a ser sede de los Juegos, capital mundial del deporte y el juego limpio, espejo de los valores del Barón de Coubertin, y ahora, visto el éxito, quiere ser Las Vegas, como ese niño que no vale para los estudios y se pone de aprendiz de pistolero. Madrid sostiene con una mano la antorcha olímpica y con la otra seduce a un magnate para que riegue la ciudad de millones, ruletas y niñas burbuja con pompón en el trasero que sonrían a la cámara; Madrid sólo quiere su parte de vicio, como Barcelona, a la que miran con recelo en América porque no hay casino más trucado que el del nacionalismo, donde gana la banca hasta cuando pierde. Lo sabe Sheldon Adelson, el señor que mira de reojo las leyes españolas como el cliente del dentista que al llegar a la consulta le agarra la entrepierna al médico mientras susurra: «No nos vamos a hacer daño, ¿verdad?». Adelson quiere exención de impuestos durante dos años, estatuto propio de los trabajadores, entrada permitida a menores y ludópatas y, por supuesto, fumar dentro del local, además de otras prebendas que no incluyen la reforma constitucional de milagro. La Comunidad de Madrid debería ofrecer directamente la transferencia de competencias al Estado de Nevada, y exigir, puestos a recrear la atmósfera, una réplica del desierto de Mojave alrededor de los hoteles y rascacielos para ir enterrando allí cadáveres en suntuosa procesión de Cadillacs. Si al final nos dan los Juegos siempre podrá ir encabezando la comitiva Joe Pesci y encender el pebetero desde el tartán con una ráfaga de metralleta para que sepan que 30 años después en España ya no andamos con flechitas.

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