Algunas reflexiones de viernes por la noche


- La religión es un desorden neurológico, una especie de locura consensual cuyo único objetivo es que la gente renuncie a pensar por su cuenta. Es un virus que sólo puede ser combatido con grandes dosis de educación, civismo y racionalidad.

- Convendría legalizar las drogas. Ya hemos probado la otra alternativa y nadie en su sano juicio puede afirmar que esté funcionando, así que quizás haya llegado el momento de intentar algo diferente.

- Los que cuestionan el matrimonio homosexual son los mismos que en otro tiempo habrían negado el voto a la mujer o la libertad a los ciudadanos de color (a los de color negro, en particular). Se trata de individuos que se dicen demócratas pero que el único derecho que no cuestionan es el derecho de los pobres a dormir bajo un puente (a condición de que no molesten).

- El gobierno tiene que encargarse de pocas cosas: sólo aquellas que es preciso hacer y que, además, no pueden ser hechas mejor por la gente por su cuenta. No son muchas, pero son imprescindibles. Cuando intenta ir más allá de eso, pese a sus buenas intenciones, sólo consigue robar a los pobres y transferir el dinero a los grupos de presión (es decir, a los ricos).

- Soy liberal. Apoyo el aborto y la eutanasia, así que en cierto sentido también podría decirse que soy "pro muerte". La de problemas que habría ahorrado una muerte a tiempo (y en realidad me refiero a la muerte de mucha gente).

- No creo que Bárcenas ni creo que nadie se crea que Bárcenes ha amasado todo ese pastizal sin la ayuda de nadie. Tampoco creo que todo el dinero de los ERES de Andalucía se robara sólo. Esas cosas requieren la colaboración de individuos muy poderosos que sólo tienen en común una cosa: casi nunca acaban compareciendo por los juzgados. Ah... y voy a disfrutar mucho observando las cabriolas argumentales con las que  la Fiscalía General del Estado, contra toda evidencia, intentará evitar la imputación de la infanta Cristina.

- En la mayor parte de las discusiones políticas de nuestro país hay una gran desafección por los hechos: la gente asume que puede decir cualquier cosa (cómo eso de que los salarios están subiendo moderadamente en España) sin que pase nada. Somos animalitos emocionales y ramplones y andamos tan entretenidos en echarnos la culpa los unos a los otros de todos los males que nos afligen, que hemos desarrollado una auténtica alergia al rigor y a los datos.

- La gente curiosa siempre me parece interesante. Y las mujeres inteligentes siempre me parecen guapas. Por desgracia hay muchas mujeres inteligentes pero no tantas mujeres curiosas.

- Rubalcaba anda tan a la deriva que ya me parece improbable que divise la costa. Si ahora no se da cuenta de que es el momento de hacerse a un lado, acabará dándose cuenta cuando ya sea demasiado tarde. Me admira y me apena que nadie le tenga el afecto suficiente como para decírselo.

- En materia educativa el PP se ha convertido en un partido reformista y el PSOE en un partido conservador. Sin entrar a valorar el eventual acierto de la ley Wert (esa que casi nadie ha leído pero de la que todo el mundo opina con gran prestancia) no creo que no hacer nada sea una opción cuando todo indica que nos hemos convertido en la cloaca educativa del mundo occidental.

- Lo del "déficit de tarifa" eléctrico es el timo de la estampita en versión 2.0. Una forma institucionalizada de robo en la que los amos del cortijo (las eléctricas) presionan a los encargados de la plantación (los políticos) para que muelan a palos el lomo del contribuyente. Algo así como si el ayuntamiento de Lleida apareciera mañana y me dijera que debo 12.000 euros porque lo que he venido pagando de zona azul en realidad no cubría el coste del servicio. Un delirio. Una tomadura de pelo carísima.

- Si sigue "bajando el paro" a este ritmo pronto nos encontraremos con que no habrá nadie que tenga empleo. Todos en la cola del INEM (nadie lo llama por su nombre, SEPE) pero, eso si, todos la mar de contentos, porque estaremos rodeados de prometedores síntomas de recuperación. Es posible que el PP nos acabe sacando de la crisis, pero cada día resulta más evidente que cuando eso ocurra no quedará nadie para contarlo.

- Lo que ocurre con la violencia de género en países como España o Italia es una catástrofe sin paliativos que debería avergonzarnos y promover una profunda reflexión colectiva. Cada vez que una mujer muere a mano de su pareja resulta más evidente que habitamos una sociedad enferma y degradada. Y eso, como tantas otras cosas, también se arregla con más educación.

- En el juicio a Fabra (ese reservorio moral del Partido Popular) los testigos se desdicen y contradicen, las trolas campan por sus respetos, los maletines van y vienen como si tal cosa y sin embargo ahí está él, impávido y ajeno a todo, con sus sempiternas gafas de constructor aficionado en demasía a las whiskerías, marcando los tiempos y señalando el camino a sus colegas del partido. Cuando dentro de un tiempo haya que resumir estos desventurados años que nos han tocado en suerte, su efigie impresa en blanco y negro será el mejor símbolo de toda una era de latrocinio y desvergüenza.

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