“Atrápame si puedes” es una obra maestra bastante
infravalorada por la crítica y por el público a la que ni siquiera su propio título acaba de hacer justicia. En una de las escenas Frank W. Abagnale (el padre del protagonista, interpretado por Christopher Walken) hace este pequeño discurso:
“Dos ratoncitos cayeron en un cubo de nata; el primer ratón
enseguida se rindió y se ahogó, el segundo ratón decidió pelear, y se esforzó
tanto que finalmente transformó la nata en mantequilla y consiguió escapar.
Caballeros, desde este momento yo soy ese segundo ratón”.
Me gusta la frase. Me trae a la memoria todas las cosas que algún día intenté y que no he conseguido y, aunque estoy seguro de que no sirve de disculpa por los numerosos errores que he cometido a lo largo del camino, me ratifica en la idea de que -por mucho que digan que la suerte está echada, que nacemos con las cartas marcadas y que nadie escapa a su destino- es mejor vivir braceando con fuerza, como si en cualquier momento estuviéramos a punto de transformar la nata en mantequilla.
P.D. Hay una escena, en particular, que me parece memorable y triste al tiempo. El escurridizo estafador (Frank Abagnale Jr. - Leonardo di Caprio) llama a su huraño e implacable perseguidor, el agente del FBI en Navidad (Carl Hanratty - Tom Hanks) para felicitarle y, más que otra nada, burlarse de él. Pero en el curso de la conversación Hanratty se da cuenta de que, en realidad, le ha llamado por una razón muy distinta: es Navidad, está sólo y no tiene a nadie más con quién hablar. Cuando se lo dice Abagnale cuelga bruscamente el teléfono.
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