Un mundo loco de atar



El otro día escuche a la nueva Presidenta del Parlament decir, sin ruborizarse ni nada, con ese rostro suyo tan afilado, que la declaración de secesión que se anda negociando estos días no constituye una ruptura de la legalidad sino la sustitución de una legalidad (la española) por otra (la catalana). 

El argumento me interesa sobremanera porque en cuanto tenga un rato pienso acercarme a una sucursal de La Caixa, declarar un nuevo orden legal al amparo del cual todo el dinero depositado en sus instalaciones pasa a ser de mi propiedad y, en consecuencia, instar al cajero a que, amablemente y de acuerdo con el nuevo ordenamiento, deje caer unos cuantos cientos de miles de euros en unas bolsas verdes de rafia del Mercadona que siempre tengo reservadas para ocasiones como esta en el maletero del coche junto a la rueda de recambio. 

Ese es el nivel amigos: argumentos legales que parecen esbozados por la vieja que tiende las sábanas y retira los excrementos de paloma de los alfeizares de las ventanas de un club de carretera secundaria, en boca de sujetos que, según sus propias palabras, aspiran, nada más y nada menos, que a regir nuestros destinos y a trazar nuevos rumbos en nuestro devenir constitucional. Individuos que, cada vez que abren la boca y la abren todo lo que pueden, demuestran estar poseídos por una fe a prueba de bomba que, como por arte de magia, parece haber desalojado de su cerebro cualquier forma de lógica formal y cualquier vestigio de sensatez. 

No puedo esconder, no obstante, que la cosa también tiene una dimensión divertida. En los últimos meses algunos de los mejores instantes de asueto en esos ratos en los que uno permanece sentado en el lavabo me los ha proporcionado el llamado Institut de Nova Historiawww.inh.cat ), un artefacto -les recomiendo que se asomen a su web si reúnen el valor suficiente- montado por unos cuantos pseudohistoriadores de barra de bar que sostienen, en esencia, que la historia de Cataluña ha sido ocultada, manipulada y postergada por la maléfica España y que por eso se ha negado la catalanidad de (atención, abróchense los cinturones) Erasmo de Rotterdam, Leonardo da Vinci, Cervantes (que además escribió el Quijote en catalán), Cristobal Colón, Santa Teresa de Jesús, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, entre otros muchos (Gengis Kan, Cleopatra, Platón, Moisés y Julio Cesar -el portero brasileño no, el otro, el emperador-, están ahora mismo en parrilla de salida en el incipiente proceso de catalanización). 

El propósito del tal Intitut es erigir una nueva historia de Cataluña (se ve que la real no les satisface demasiado) fabricada a medida del nuevo imaginario independentista, apropiándose para ello de algunos personajes que le den lustre y esplendor y ya que estamos, de paso, hurtándoselos a España, que como es un país más bien viejo debe tener excedente y no echará de menos a unos cuantos. Todo eso porque según estos licenciados en la ilustre universidad de Anís del Mono, comoquiera que Castilla no tenía historia ni tradición literaria, hubo de arrebatárselas a Cataluña. Así, con dos cojones, tal cual. 

Lo más deprimente es que los delirantes argumentos de estos individuos, que parecen elegidos por una asamblea de majaras celebrada durante una revuelta en un frenopático, cuentan con el cerril apoyo de otros muchos que no son necesariamente estúpidos, pero cuyo cerebro se ha ido obturando año tras año con la espesa niebla independentista hasta convencerlos de que han de aceptar como cierta e incuestionable cualquier estupidez que provenga de alguno de los suyos. Por eso celebran sus propios aquelarres (en su última asamblea Pilar Rahola hizo un discurso de apoyo a sus novedosas investigaciones y el propio Pujol les dirigió hace algún tiempo una cariñosa carta incentivándoles a perseverar en sus cosas, supongo que con la misma voluntad con la que sus hijos perserveran en las suyas) y hasta reciben subvenciones de la Generalitat para que no cesen en sus perspicaces revelaciones. 

La cosa está alcanzando un grado de cerrilidad y de bobería que cualquier día sucederá alguna estupidez mayor de las que ya son habituales y tendremos (todos) un problema. Espero que no sea así, pero les confieso que es tan lamentable el estado de las cosas que ya no me atrevo a asegurarlo.

PD. Sostengo, utilizando las finas herramientas de análisis historiográfico empleadas habitualmente por el INH que su líder y promotor, Jordi Bilbeny, bien podría ser un hijo perdido de Billy el Niño (Bill the Kid), llamado George the Kid, que, huyendo de la justicia del implacable sheriff del condado de Wichita, se afincó en tierras catalanas situadas allende los mares, pasando a llamarse Jordi Bill el Nen, que, con el tiempo, derivo en su nombre actual: Jordi Bilbeny. 





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