Contigo empezó todo, helicóptero



Los líderes de Podemos son a la política lo que los cerdos al reciclaje: individuos capaces de echarse cualquier cosa a la boca con tal de medrar en lo suyo. Y es que mucho repetir que son la "nueva política", mucho despotricar contra la corrupción y contra el Partido Popular (que sí, de corrupción y de romper ordenadores sabe un rato, de eso no hay duda) y resulta que han acabado abrazando la insolidaria y muy reaccionaria causa independentista con un fervor que habría dejado asombrado al mismísimo Josef Stalin, que de manipular al personal sabía tanto como el que más. 

De entre todos los podemitas -y miren que el surtido es variopinto- estos días me llama especialmente la atención (por decirlo así) un tal Albano Dante Fachín, cuyo nombre evoca vagamente en mi cabeza la figura de algún otoñal intérprete de canción melódica en asilos y hoteles de una o ninguna estrella. El susodicho es argentino y por lo que sé de él mucho me temo que su llegada a España tiene algo que ver con el karma o con el lado oscuro de la fuerza: no hay duda de que se trata del reverso tenebroso de Leo Messi y de que lo han enviado aquí para castigarnos por alguna innombrable villanía que nuestros ancestros debieron cometer siglos atrás durante la conquista de la Pampa.

Licenciado en nada, como Ada Colau -se ve que lo de acabar los estudios es una costumbre en desuso propia de fachas y españoles, valga la redundancia- el tal Albano detectó que el movimiento 15M era una estupenda pasarela hacia un sueldo público, en particular para alguien como él cuya experiencia laboral podría resumirse en en el lomo de una tirita de Bob Esponja (y sobraría bastante espacio) y ahí le tienen, aplaudiendo a rabiar a los herederos de Convergencia, los mismos que hace unos años tuvieron que acceder en helicóptero al Parlament por sus recortes y sus políticas antisociales. Es lo que tiene la memoria, que es corta y más corta todavía cuando el cerebro que la alberga es de corto cubicaje.

Y es que el helicóptero es la madre del cordero independentista. No fue como mucha gente cree, la famosa sentencia del Estatut, ni la crisis económica. Fue el helicóptero. Hasta el día del helicóptero CIU se presentaba en sociedad como un gobierno de gestores eficientes, amoroso con los negocios (a cambio de un modesto porcentaje, eso sí, no todo va a ser altruismo). Pero ese día, entre insultos y pintadas, los convergentes le vieron las orejas al lobo y Artur Mas, que no tiene ni un pelo de tonto se dijo... como no nos inventemos algo y nos pongamos al frente de la manifestación aquí nos corren a gorrazos. Y se puso al frente, vaya si puso. Y así hasta hoy.

Que ERC sea un partido independentista no tiene nada de raro. Siempre lo ha sido. Que CIU o comoquiera que se llame haya acabado por serlo tampoco puede extrañar a nadie: lo suyo es aferrarse al timón de negocio a toda costa y si para seguir al mando tuvieran que hacerse pasar por mormones transexuales los convergentes dirían sin recato que lo son de toda la vida. Que lo sea la CUP tampoco sorprende: los cupaires son revolucionarios que sueñan con una nueva república vegana, igualitaria, comunista y vaya usted a saber con qué otros delirios esdrújulos que siempre acaban rimando con miseria. 

Pero que la izquierda política "normal" se haya tragado el sapo del independentismo sin el menor atisbo de crítica es un síntoma más de hasta que punto el mundo en que vivimos es un cambalache sin orden ni concierto en el que un loco de atar trata de infundir valor a unos cuantos ciegos mientras los guía por el desfiladero y en el que alguien que en un país normal estaría condenado a engrosar las listas del paro por su desopilante actividad académica y su lacustre experiencia profesional aquí acaba nada más y nada menos que de diputado por Barcelona del Parlamento de Cataluña y cantando Els Segadors a todo trapo para celebrar el advenimiento de la muy fabulosa república imaginaria en la que todos los perros irán atados con longanizas, porque ya se sabe, que de bien nacidos es ser agradecidos y que, además, no hay mejor patria que la que te tiene llenita la nevera sin tener que dar ni un palo al agua. 


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