Cuatro contrachapaos


Hay por ahí un Youtuber, Oliver Ibáñez, que se ve que no ha tenido más remedio que poner en su sitio al astronauta Pedro Duque y le ha dicho que se deje de milongas, que todo el mundo sabe que la tierra es plana e inmóvil porque "así lo indica el método científico y la simple observación". 

Lo gracioso del caso es que el argumento pasa por alto el minúsculo detalle de que Pedro Duque... ha contemplado la Tierra desde el espacio, pero, puestos a fabular a lo mejor no estaba realmente al espacio, sino que -sin sospecharlo siquiera- estaba encerrado en un hangar a las afueras de Móstoles y alguien le ponía delante de la ventanilla de la cápsula espacial una foto de la tierra a tamaño XXL para engañarle, como en aquella película española estrenada el año de mi nacimiento (El Astronauta) en la que unos cuantos manitas hispánicos se confabulan para viajar al espacio y del petardazo subsiguiente acaban haciendo aterrizar (nunca mejor dicho) a Toni Leblanc en el desierto de Almería.

Lo deprimente es que Oliver Ibañez tiene 90.000 suscriptores en Youtube y ha publicado un libro en el que defiende su tesis con el clásico argumento conspiranoico: "una élite mundial que gobierna en la sombra ha sumido a la humanidad en la más profunda ignorancia acerca del mundo en que vivimos. A través de la NASA, del sistema educativo y de los medios de comunicación nos han hecho creer que la Tierra es una esfera giratoria que viaja a enormes velocidades por el espacio exterior".

Para sostener semejante magufada Ibáñez se apoya en el hecho de que ningún terrícola parece marearse con la rotación (lo que bien podría indicar que los AVE modernos, que apenas se menean, también son de mentira y que en vez de paisaje lo que vemos por las ventanillas son diapositivas); en la evidencia (sic) de que si la tierra rotara saldríamos despedidos como la ropa que se aplasta contra el borde del tambor de la lavadora y, por supuesto, en diversos versículos de la Biblia que dejan bien claro que la tierra es tan plana como los campos de Palencia y que el que no se lo crea es un infiel que merece arder en el infierno por toda la eternidad (expresión, esta, por cierto, carente de sentido porque la décima parte de la eternidad también sería eterna). 

¿Significa esto que hay más bobos que antes? Quiero pensar que no. Así a ojo debe haber los mismos, con la diferencia de que ahora, por primera vez en la historia, los bobos tienen redes sociales a su servicio. Hasta hace cuatro días un cretino estándar podía hacer llegar sus señales, como mucho, al otro lado de la barra de un bar o a sus familiares durante las navidades, bodas, bautizos y comuniones, pero fuera de ahí, en general, la cosa no trascendía. Era una estupidez local, de corto alcance, como de andar por casa. En todos los pueblos había un tonto. Y en todas las familias alguien con vocación de cuñado. Pero el asunto, en general, no daba más de sí. 

Ahora, en cambio, la tontería cruza en un instante de un hemisferio al otro a una velocidad asombrosa. Y como somos casi ocho mil millones de terrícolas, entre tantos candidatos nunca falta alguno con vocación de discípulo y por eso hasta la más extravagante delirancia que uno pueda llegar a concebir cuenta con su propio catálogo de adeptos, corifeos y seguidores dispuestos a defenderla exaltadamente contra viento y marea y, llegado el caso, hasta a dar su vida (y la de los demás, que es lo peor) para hacerla valer. Nuestro universo digital es una selva repleta de verdades reveladas y de luminosos hechos alternativos que ni siquiera nos dejan ver lo que hay dos palmos más allá de nuestros ojos.

PD. En la película hay unas cuantas frases memorables: "Nosotros con mucho menos jaleo ya tendríamos allí (en la luna) una plaza de toros", "Eso se arregla con cuatro contrachapaos, una pecera, un poco de aguarrás, pum y pa arriba", "Yo te hago eso, pongamos, por ocho mil pesetas". El caso es que a mi este tipo de planes meticulosos y detallados, en los que todo resulta facilísimo y nada puede salir mal, porque se han tenido en cuenta hasta los más minúsculos imprevistos, me suenan como si los hubiera escuchado hace poco en alguna parte, pero no sabría decir dónde. 


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