Cosas difíciles de explicar


La última película de terror que me sorprendió de verdad fue It Follows (Está detrás de ti). La vi de madrugada, hace unos años, en no recuerdo qué canal y pensé que era la típica extravagancia de los que somos propensos a dormir a deshora, pero luego, al consultarlo en FilmAffinity, que es mi Vademecum para estas cosas, comprobé que tenía un 6,3 de puntuación, lo que es mucho y más aún tratándose de una película de terror, que suelen cosechar, con merecimiento, puntuaciones que apenas merodean el 4, a fuerza de reincidir en la cansina suerte del susto en estancias mal iluminadas.

El argumento, narrado en frío, parece el producto del coma etílico de uno de los guionistas de los grandes éxitos de Pajares y Esteso: un espíritu maligno te persigue y la única forma de librarse de él consiste en follarse a alguien para pasarle el testigo (el marrón, más bien) y así sucesivamente. Pero la película es hermosa, muy hermosa y la criatura maléfica que le da título resulta perturbadora: porque es lenta pero inexorable y además puede tener el rostro de cualquiera de nosotros.

Al cabo de un tiempo me di cuenta -yo soy así, siempre me doy cuenta de las cosas que importan con retraso- de que esa criatura es, en el fondo, una metáfora de la muerte. Desde el momento en que pones un pie en la tierra ella se levanta e inicia su persecución: en forma de comida en mal estado, picadura de avispa, autobús que se salta una señal, infección mal curada, exceso de colesterol o melanoma más o menos maligno. Ahí está, al fondo de la habitación, sin dejar de mirarte y camina hacia ti desde lo más hondo de la oscuridad para devolverte al vasto reino de todas las cosas que ya no son. 

A estas alturas los dos o tres individuos que por alguna razón no hayan abandonado todavía la solazada lectura de esta radiante entrada de mi blog estarán convencidos de que hay algo en mi cabeza que no funciona como debiera y, en segundo lugar, de que estoy deprimido o asustado ante la perspectiva de morirme o algo así. A la primera pregunta la respuesta es, para que nos vamos a engañar, afirmativa. A la segunda, en cambio, tengo que decir que no. Negativo. 

Es cierto que el tiempo lo erosiona todo. Y lo hace, como su propio nombre indica, todo el tiempo. Es un trabajo que no conoce la pausa ni el descanso: inunda las playas al ritmo de las mareas, desnuda los árboles, dibuja arrugas en las manos y hace que, poco a poco, al correr de los años, vayamos olvidando minúsculos fragmentos de nuestra propia existencia. Y contra eso no hay antídoto ni crema de nombre rimbombante que lo arregle. 

A primera vista esa certeza involucra una lágrima. Pero luego, pasada la primera impresión, como un caramelo relleno de chocolate, esa sensación se invierte y me devuelve el impulso invencible de abrazar muy fuerte, hasta situar al borde de la asfixia, a toda la gente a la que quiero y darle las gracias por todo lo mucho, lo muchísimo que me han dado, por el enorme privilegio que supone compartir momentos, viajes, risas, leche frita y tortilla de patatas, historias mil veces repetidas que me gustaría escuchar mil veces más, pan untado en ajo, ensaladas con demasiada sal y costillas no siempre tan apuradas como sería menester, ronquidos de película, momentos, instantes y sensaciones, en fin, que irán donde yo vaya porque también son yo y que a través de cada uno de nosotros, de mi y de todos los que hemos tenido la fortuna de conocerte, escaparán al empeño de la muerte y a la garra del olvido, porque, como nos cuenta esa otra pequeña maravilla que es Coco, una persona sólo desaparece de verdad cuando nadie la recuerda y eso, en su caso, caballero, pase lo que pase, resulta total y absolutamente imposible.

PD. Cada día que pasa estoy más convencido, aunque no pueda explicar cómo es posible, que el amor es lo único que somos capaces de percibir que trasciende a las dimensiones del tiempo y el espacio. La frase es del protagonista de Interstellar, así que la próxima vez que les digan que las películas de ciencia ficción no sirven para nada hagan lo que yo hago en estas ocasiones: sonrían despacio y no malgasten energía en dar explicaciones, que hay muchos menos días libres que tontos sueltos. 


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