Otoño


Llega el otoño. Un sol rojizo dibuja sombras en las paredes de adobe de las casas y las estrellas tienen el rostro pálido, como los vaqueros de las películas del oeste y como los niños de ciudad. Las hamacas duermen amontonadas junto a la piscina. Una mujer camina por la calle desierta agitando una sombra imposible. El frío se cuela entre las piedras de la iglesia y todas las criaturas (salvo la cigarra del cuento) almacenan provisiones para las lentas noches que están por venir. Por todas partes los árboles se disfrazan de colores para recordarnos que, como el labio que arde antes del beso, también hay belleza justo al filo de la muerte. 

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