Lo que somos


He empezado a ver This is Us en Amazon Prime Video y tengo que decir que, contra todo pronóstico, me gusta mucho. Y digo contra todo pronóstico porque suelo rehuir cualquier manifestación cultural con aire de melodrama con la misma determinación con la que rehuiría a una serpiente pitón que tratara de anidar en el mascarón de proa de mi entrepierna.

Si tuviera que contar de qué va diría que es una intrahistoria familiar que a cada momento amenaza con deslizarse cuesta abajo por la pendiente del sentimentalismo, pero que tiene la extraña virtud de esquivarlo en el último momento con una mezcla de humor y de distancia irónica que me resulta reconfortante. Nunca es ni del todo alegre ni del todo triste, como el noventa y nueve por ciento de nuestra existencia. 

La serie, vamos al grano, relata la forma en que nuestros errores, nuestros miedos, nuestras dudas y todas esas cosas que nunca acaban de ajustarse como deberían van modelando el curso de nuestra existencia y, a la vez, lo importante que es ser capaz de dejar atrás todo eso, porque si no somos capaces de hacerlo, de una forma u otra, resultará imposible reunir la fuerza necesaria como para seguir adelante y acabaremos engullidos por un pasado que aunque sea como el humo de los rescoldos de un incendio ya apagado, todavía es capaz de golpearte con su puño de hierro.

Una de las cosas más fascinantes de estar vivo es asistir al contraste entre lo lentas que muchas veces pasan las horas y lo rápido que siempre pasan los años. Este año 2020 se adentra ya en su recta final y es probable que ninguno de nosotros lo eche de menos. Demasiado dolor y demasiadas vidas quebradas. Y a pesar de todo, en medio del confinamiento, embozados y asustados, a ratos cautivos y casi desarmados, estoy seguro de que también hemos aprendido algunas cosas acerca de nosotros que antes ignorábamos, porque nada nos ilumina tanto por dentro como aquello que nos amenaza y nos pone a prueba con el vértigo amarillo de los precipicios.

Pronto empezará otro año y tendremos 365 días más para adentrarnos a deshora en las rendijas de la noche, abrir latas de bonito del norte y de calamares en su tinta, esperar a que comience a nevar desde detrás de los cristales, escribir, borrar y volver a escribir, enamorarnos con la mirada en llamas y el alma de esponja, comprar cápsulas de colores para la cafetera, apiñar carbón y ramas secas para hacer fuego, doblar calcetines desparejados, tostar almendras y desenvolver mantecados de Estepa, fracasar sin rendirnos, llorar si es menester, reír siempre que haya ocasión, abrazar a nuestro seres queridos y, en fin, todas esas cosas que ustedes, queridos amigos, saben mejor que yo y que una a una y en su conjunto perfilan el rostro y la sombra de ese ser frágil, menudo e invencible que cada uno de nosotros somos y hemos sido desde que pusimos por primera vez el pie en este viejo mundo. 

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