El gran Lebowski
Cuando intento averiguar la razón por la que me gusta tanto el Gran Lebowski, película de los hermanos Cohen con la que he conseguido, sin proponérmelo, amedrentar de forma unánime a todas las mujeres que han tenido el dudoso gusto de acercarse a mi vida, no encuentro una respuesta ni siquiera aproximada.
No es que eso me extrañe porque, a diferencia de casi toda la gente que conozco, carezco de respuesta para la mayor parte de lo que me ocurre, así que ya estoy medio acostumbrado. Por eso escribo un blog. Y por eso duermo mal. Porque no tengo claras las cosas: sino de que iba yo a estar aquí a las tres de la mañana, no creen?
De alguna forma me siento identificado con el Nota, su protagonista. Se que yo no tengo los cojones suficientes (todavía) para llevar la vida que el lleva, haciendo el vago y bebiendo white russians sin preocuparme de una mierda. Todo se andará. Pero me gusta su vida vivida sin una gota de pretenciosidad y artificio.
Esta noche veía en la tele a una super pija -una tal Gloria Lomana- cuya cara parece haberse sido estirada en todas direcciones hasta parecer un teleñeco. La tía no paraba de comprarse cosas y echarse mierdas en la cara. Y todo, para qué? ¿Para acabar pareciéndose a Peggy? ¿Eso la hace más feliz que al Nota estar tumbado en su sofá? Lo dudo bastante.
Sin embargo esa no es, creo, la verdadera razón por la que me gusta el Gran Lebowski. Es su humor surrealista el que me tiene completamente cautivado. Un humor que ni prescribe ni caduca porque apunta directame a todas nuestras causticas miserias cotidianas: inseguridad, miedos, obsesiones, frustraciones, penas y lamentos, desdichas itinerantes y tantos otros entuertos lastimosos en los que nos vemos inmersos cada día.
Un ex combatiente que no ha superado su paso por Vietnam. Un tímido amigo de complemento. Un pederasta que juega a los bolos en traje ajustado. Unos nihilistas de pacotilla. Y muchos más que se me olvidan. Y, como no, el Nota, que comparte dos de mis preocupaciones esenciales: la aversión hacia cualquier forma de dogmatismo político o religioso y, lo que es aún más importante, el miedo a perder la polla.
Porque no nos engañemos amigos, ideologías hay muchas. Pero polla solo una.
Locoooooooooooo!!!!
ResponderEliminarGrandísima peli, por fin, hay alguien que entiende que esta película lleva implícito un humor genial, no entendido por muchos...ellos se lo pierden, yo aún me sigo riendo.