Manifestaciones anti aborto


Nada me desconcierta tanto como la esquizofrenia argumental. Uno puede ser partidario del toreo de salón, ufólogo, vegetariano, gótico o antiabortista furibundo, pero nunca está de mas serlo con un mínimo de lógica y fundamento.

Así, por ejemplo, de un antiabortista "fetén" sería esperable una defensa a capa y espada de la vida en todas sus manifestaciones. Cierto es que uno puede llamar vida a un conjunto de células fetales o al bífidus activo del yogur, porque esas denominaciones son artefactos, puras convenciones del lenguaje que tienen mucho de ideológico y muy poco de sustantivo.

Sin embargo, en su fragor manifestativo los antiabortistas igual se lanzan a desear la muerte del prójimo que no piensa como ellos (Bibiana Aido, Ministra de Igualdad, por ejemplo) que defienden la pena de muerte para todos los proabortistas. Por no hablar de sus correligionarios en Estados Unidos, que dan un paso mas en su ilógica argumental y, a la que pueden, se lían a poner bombas -con numerosas víctimas- en las clínicas en las que se practica el aborto.

Siempre me ha parecido que el aborto es una desgracia -por razones muy tangibles, psicológicas y nada espirituales-. Pero es una desgracia inevitable: existe y existirá siempre porque involucra una decisión personalísima que las mujeres se ve obligadas a adoptar (en un sentido u otro y no sin pagar un alto precio) en ejercicio de su libertad más íntima e inquebrantable: su derecho a disponer de su propio cuerpo.

Y precisamente por eso, porque existe y existirá siempre, creo que el estado debe definir un plazo razonable en el que las mujeres que pasan por ese duro trance puedan abortar sin arrastrar un reproche penal que no arregla nada y lo empeora todo. Una regulación que acabe con la injusta esquizofrenia clasista a la que contribuyen todas las prohibiciones: aquella en la que unos cuantos pueden irse al extranjero o hacerlo en lujosas clínicas privadas, otros, los menos favorecidos económicamente, se ven abocados a hacerlo de forma clandestina, en condiciones poco deseables y con grave riesgo de su vida y libertad.

Esa esquizofrenia ocurre, queridos amigos y enemigos, porque -os lo diré al oido para que no se entere nadie- a LA HORA DE LA VERDAD, CUANDO HAY QUE HACERLO ABORTA TODO EL MUNDO SIN DISTINCIÓN DE IDEOLOGÍAS, CLASES SOCIALES Y CREENCIAS RELIGIOSAS. Pijas locamente enamoradas de tios que no usan condón porque no es cool, progres medio borrachas que ni saben lo que se hacen, pías cristianas de la zona alta atiborradas de coca y chicas de barrio que tienen un despiste o dos despistes o tres despistes. La única diferencia es que, llegado el momento, los de la manifa del otro día lo hacen mucho mejor, porque tienen más medios y una hipocresía más sólida que el adamantium de las cuchillas de Lobezno.

Esas cosas ocurren. Ojalá que cada vez menos -con la educación sexual y, como no, con la ayuda de la píldora del día después, píldora que, por cierto, también quieren prohibir estos delirantes-. Pero ocurren y seguirán ocurriendo.

Lo único que intenta la nueva ley es establecer reglas claras, acabando con la ambigüedad de la regulación actual y evitar la discriminación.

Y yo estoy a favor.

Así de claro.

Comentarios

  1. Esta gente con la esquizofrenia que sufre confunde libertad con obligación, y además se manifiesta contra la libertad. La ley regula la libertad de abortar, no obliga a nadie. Y eso les molesta, que la gente pueda ser libre.
    No se manifestarían contra leyes que obligaran a no abortar, que obligaran a ser católicos todos, a ser blancos todos, a ir a los toros todos. Joder, que miedo a ser libres tienen... y a que lo sean los demás.

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