Memoria de las vidas no vividas



Casi todo se ha ido arrodillando poco a poco al pie de la vida, como la humedad postrada sobre el océano al amanecer.

A veces me hundo en un tierno sueño y no le digo a nadie que es sólo por si vienes a verme. Al despertarme, algo en la lengua me recuerda tu ausencia.

Hay cosas que sólo duelen cuando estamos solos en silencio, como un cuchillo que aparece de ninguna parte y nos atraviesa sin filo por dentro.

Viajo hacia mi infancia por un puente colgante, bajo una luna de plastilina y pelo rojo. Luego recuerdo que he olvidado como llegar hasta allí.

No puedo prometerte que me quedaré para siempre ni que me iré mañana. Aquello que prometemos desaparece al instante, aunque llegue a repetirse.

En la luz empapada de noche de una pequeña estación esperé tu tren durante horas. Te saludé y no me conociste. Los árboles me miraban.

Extiendo la mano con la esperanza de tocar con la punta de los dedos algo aún no descubierto, como si la vida viajara siempre un poco por delante de mi.

Mi enemigo y yo esperamos juntos, de pie, en el puente, a que pase el río.

En el fregadero, entre cacharros sucios una pequeña mariposa nocturna atrapada en un cazo navega a toda vela rumbo a poniente.

En aquella época leí mucho y me hice una idea bastante exacta de todo. Hoy contemplo esa idea con el extraño afecto que reservo para las cosas completamente inútiles.

A veces me gustaría olvidarme de mí. Reducir la resolución del ego, hibernar aquello que creo que sé, resetear la mente, poder apretar control alt delete.

Si alguna vez llegara a tener una colección de agendas no anotaría nada. Dejaría que las páginas fueran envejeciendo lentas al trasluz, inocentes del hambre y el miedo que habita las palabras.

Llegar hasta mí mismo, en búsqueda de un oasis improbable en medio del desierto. Sin saber si todavía hay agua. Y si la hay, si ese agua es aún potable.

Hablar en voz cada vez más baja, perpetuarse en la frontera del silencio. Saber que para que todo adquiera una forma clara basta, apenas, con retirarse un poco.

Comentarios

  1. Abstracto pero hermoso.

    ResponderEliminar
  2. Poético y muy muy bonito.

    ResponderEliminar
  3. Esos textos de Alfredo... parece que estás mejor, me alegro. Te fusilo un párrafo, ya sabes donde encontrarme si no te gusta que te lo copie. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¿Algún comentario?