Todos transigimos un poco bastante mucho y casi nunca demasiado.
Las mujeres transigen mucho. Aspiran a casarse con un príncipe guapo, rico y fabuloso amante y acaban con un individuo más bien extraño haciendo tortillas de chorizo y pelando gambas con guantes. Total, que transigen. Y lo hacen porque intuyen que la otra alternativa -ser demasiado exigentes- hará que acaben durmiendo con la única compañía de su imagen reflejada en el vaso de agua en el que sumergen la dentadura postiza antes de meterse en la cama. Y, no nos engañemos, unos pies calentitos a mano en invierno -aunque sean los de aquel camionero de Alcafrán que no acabó séptimo de EGB porque, según alega él mismo, aquel año se pasaron subiendo el nivel- son bastante mejores que todas aquellas aspiraciones adolescentes y los viejos sueños de juventud, porque como todo el mundo sabe, todo eso se lo llevan los vientos alisios y ni dios acaba sabiendo dónde van a parar.
Luego ya está la suerte de cada una. A la de Tiger Woods, por ejemplo, quizás por intransigente o por pasarse de lista picando muy alto, su hombrecito le ha salido algo rana. Al parecer estaba liado con otras. Ni con una, ni con dos: con nueve. La prensa sostiene que eso es un desarreglo sexual, adicción al sexo, pura lujuria, pero tengo para mi que no es verdad: eso es simple y llanamente ansia viva de acaparamiento. El clásico to pa mi.
Semejante grado de poligamia exige: 1) Una buena agenda, 2) Un estómago a prueba de bomba, porque toda mujer que se precie intenta influir sobre el régimen alimenticio de su pareja, 3) Tiempo libre, 4) fondo físico, 5) Capacidad para no mezclar nombres y no soñar en voz alta, 6) Un morro que te lo pisas y no lo doblas.
No sin mucha hipocresía muchas marcas han cancelado sus contratos publicitarios con Tiger. Todas salvo Nike, que afirma que los mantiene porque es, pase lo que pase, uno de los mejores atletas de su generación. En realidad, los de Nike tienen toda la razón, a la vista de lo acontencido... ¿quién se atreve a ponerlo en duda?
El susodicho anda ahora arrepentido y dice que va a dejar el golf por un tiempo. Tiger, amigo, no te engañes a tí mismo. El golf lo tenías abandonao ya de antes.
Una cosa más. Con toda modestia, si me lo permites, Tiger, te aconsejo que para afrontar estos tiempos difíciles hagas lo mismo que nuestro amado presidente Zapatero: dale la espalda a la realidad.
PD. La ironía es uno de los mecanismos que el ser humano emplea para sobrevivir a la realidad (transigiendo). Cuando nací mi padre le dijo a todo el mundo que le habría gustado que yo fuera una niña para ponerle el nombre de mi difunta abuela materna. El asunto, como era inevitable, llegó a oidos de mi madre, que le reprochó indignada que, como bien sabía, su madre no estaba muerta. Mi padre, impasible, alegó que esperaba que el tiempo solventara, más pronto que tarde, semejante objeción.
Dos cosas:
ResponderEliminar1- Lo de los nombres de Tiger se arregla llamándolas a todas "cariño mío" Truco infalible (o casi).
2- Tu sentido del humor viene por parte paterna, por lo que veo.
Me ha encantado, imperdible el consejo que le das a Tiger de que imite a Zapatero... Un 10.