Imaginación y mentiras

El asunto empieza cuando el académico Francisco Rico publica un artículo en El País defendiendo el uso y abuso del tabaco, trufado de argumentos triviales y/o estúpidos que a ratos lindan con la majadería total, que concluye con la afirmación de que "en mi vida jamás he fumado un sólo cigarrillo".

Al poco tiempo la redacción de El País se inunda de cartas de lectores que revelan que Rico no sólo fuma, sino que es un fumador empedernido (por ej., http://www.elpais.com/articulo/opinion/Francisco/Rico/ley/tabaco/elpepiopi/20110114elpepiopi_8/Tes

A raíz de ello, la excelente defensora del lector del diario, Milagros Pérez Oliva (una persona a la que siempre merece la pena leer por su extraordinario buen juicio) le lanza un fenomenal cate a Rico por su injustificable impostura. Éste se defiende (ojo al dato) alegando que el articulo lo redactó su "yo escritor".

La cosa no acaba ahí, porque el meritorio Javier Cercas (como buen aspirante a ingresar en la Academia) sale en defensa de Rico, viniendo a decir, en resumen, que la mentira (o la imaginación, que para el viene a ser lo mismo) es parte esencial del periodismo y de la tarea literaria.

Para replicarle con su propio argumento, su enemigo mortal Arcadi Espada escribe un artículo en El Mundo en el que revela que Cercas fue detenido en un prostíbulo del madrileño barrio de Arganzuela durante una redada contra la prostitución.

Cercas se indigna contra semejante falsedad y amenaza con llevarle a los tribunales.

Expuestos los hechos, adelanto mi opinión:

Cuando uno empieza su columna en defensa de Rico con argumentos como: "hay que desconfiar de los cruzados contra el embuste, porque el énfasis en la verdad delata casi siempre al mentiroso", "exigirle a un novelista que no mienta viene a ser como exigirle a un delantero centro que no meta goles" o que un periódico puede contener artículos en los que "no todo lo que se cuenta responda a la verdad de los hechos"; lo que le pueda pasar a partir de ese momento cae por entero bajo el paraguas de su propia responsabilidad.

Si un tercero usa (o abusa) de su propia teoría, dándole a probar un garrafón de su propia medicina, no hace más que desarrollar un tema literario universal: la justicia poética.

Con esta polémica, lo único que se reafirma es: que Espada es un novelista (dado que un novelista es esencialmente un mentiroso, según la teoría de Cercas); que Cercas o bien no cree o bien no entiende lo que él mismo escribe y, por último, que la mierda del relativismo/postmodernismo (eso de todo es relativo, la verdad es incognoscible, cualquier argumento puede ser veraz o falaz según el color del cristal con que se mire) sigue pululando por muchas cabezas poco amuebladas.

Resumiendo: golazo de Arcadi por toda la escuadra. Owned total.

PD. El forzado, algo barroco y no poco surrealista argumento de Cercas en favor de la mentira periodística olvida que resulta perfectamente posible practicar un periodismo riguroso y veraz que sea, al tiempo, imaginativo. Todo es una cuestión de enfoque, de oficio y de talento. Basta con ver, por ejemplo las noticias de Seth Myers en Saturday Night Live.

PD. Lo que no acaba de penetrar en nuestras cabecitas, es que el hecho de que uno sea un buen (o mal) escritor no le convierte (automáticamente) en alguien con una capacidad por encima de la media para opinar sobre política social, cultivo de la berenjena o poluciones nocturnas . Esto, que es evidente si se aplica a un futbolista (por eso ni Messi ni Cristiano Ronaldo frecuentan las columnas de opinión de los diarios, pese a sus extraordinarias habilidades balompédicas) no nos lo parece tanto en el caso de los escritores, seguramente por un prejuicio trivial e infundado que nace de la idea de que si escriben más o menos bien es que deben ser, además, muy listos y muy juiciosos.

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