Pepe, ese carnicero



El individuo de la foto, para los no aficionados al fútbol, es Pepe, jugador (o lo que sea) del Real Madrid.

Para resumir la actitud de Pepe en el partido de ayer -y en su carrera deportiva en general- habría que comenzar diciendo que es una especie de carnicero psicópata que sufre sanguinarios brotes recurrentes en el curso de los cuales no distingue un partido de fútbol de la guerra en Chechenia.

A sus ya clásicas hazañas, como las memorables patadas en la cabeza a un jugador del Getafe que yacía tumbado en el suelo, añadió ayer otros truculentos episodios que incluyeron fingimientos varios y un camorrista pisotón a Messi (también tumbado en el suelo) con una actitud del tipo: ya que paso por aquí te meto una patada porque sí.

El problema es que últimamente acaba los partidos porque entre los árbitros se ha impuesto una modalidad de justicia distributiva muy curiosa: una tarjeta para todo el mundo, para el que da y el que recibe y cuidadín con no dejar al Madrid con 10 para que Mourinho -otro ejemplar de estudio- no entre en trance y se ponga a preguntar porqués en rueda de prensa y forme una gorda.

El caso es que Pepe va dando patadas, fingiendo agresiones y acometiendo delirancias varias y no pasa nada. No pasa nada porque es jugador del Madrid. Si fuera jugador del Betis posiblemente estaría suspendido de por vida hace mucho tiempo.

Ayer, aunque nadie lo reconoció, Pepe fue sustituido antes de que acabara el partido porque a las doce de la noche le cerraban el psiquiátrico.

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