Los próximos tres días



Esta noche he visto en Antena 3 "Los próximos tres días". La película narra la historia de John Brennan (Russell Crowe) cuya esposa es arrestada por un asesinato que ella afirma no haber cometido (y que realmente no ha cometido, aunque esa certeza sólo la tenemos al final de la película). Después de tres años de condena, John, que ha intentado por todos los medios y sin éxito demostrar su inocencia, se da cuenta de que su esposa empieza a tener ideaciones suicidas y llega a la conclusión de que la única salida posible pasa por ayudarla a escapar de la prisión.

La película es interesante porque el incondicional amor que John Brennan siente por su mujer, paradójicamente, apenas es comprendido por esta. Ella no entiende que a pesar de todo lo que ha ocurrido no la abandone, que la siga queriendo, que se vuelque en hacer lo posible y lo imposible por rescatarla aun en contra de su voluntad, cuando hasta ella misma se ha resignado a vivir en su prisión. Pero el la ama y por ese amor hará cosas que nadie en su sano juicio haría. Porque el amor, cuando es grande de verdad, cuando es auténtico, nos transforma y nos hace cometer un sinnúmero de estupideces de las que nos arrepentiremos siempre y que no tienen ninguna explicación lógica. Porque el amor, cuando es de verdad, es una variante de la locura que te conduce a los abismos más profundos de tu alma para revelarte tus miedos y obligarte a hacerles frente. 

Hay, naturalmente, otros tipos de amor. Son más digeribles y producen menos sobresaltos. Admitén todo tipo de cálculos y desasosiegan menos el alma. Incluyen otros complementos (hipotecas, automóviles, adolescentes). Pero tienen el pequeño, minúsculo y a primera vista casi imperceptible problema de que... no son de verdad. Son eso que ocurre cuando la rutina y la conveniencia se disfrazan de amor. 

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