A veces ya casi no me acuerdo nada de nada de ti



Desde aquí, desde lo alto de la isla, apenas se distingue dónde empieza el cielo y donde acaba el mar, las nubes juegan al escondite con el sol y hay algo dulce y triste en el viento que me trae a la memoria tu sonrisa cuando parecía que sólo sonreías para mi y fuera de tus labios no existía nada más en el mundo, así que inspiro con fuerza hasta llenar los pulmones, cierro los ojos y puedo ver tu cara como si acabaras de escaparte de un sueño y hubieras aterrizado aquí mismo, justo en mitad de la arena, como si aquella felicidad no hubiera sido prestada, como si todavía pudiera mirarte mientras te beso y cogerte de la mano, como si todo aquello no hubiera sido un sueño que vivimos como niños que se asoman al borde del abismo con alas de papel, como si en esta tarde de julio que ya se agota en Santorini comenzara a ser verdad que ya no tengo ganas de llorar cada vez que pienso en ti. 






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