Política



Antes hablaba más de política, discutía de política y escribía de asuntos políticos, pero he de reconocer que cada vez me interesa menos todo lo relacionado con ese mundo, por más que sepa todo lo que nos rodea es, al fin y al  cabo y en cierto sentido, política y que desentenderse de la política es tan tentador como estúpido.

He de reconocer que esa falta de interés es más obra del cansancio que de la sabiduría, porque cada vez que echo un vistazo a cualquiera de los debates electorales que nos asolan estos días me resulta imposible entender como nadie con un coeficiente mental de más de dieciocho puede tomar en serio a toda esa caterva de criaturas de circo -mitad payasos, mitad ilusionistas- que inundan el espectro televisivo de sandeces, falacias y una caradura a prueba de bomba termonuclear.

Esperanza Aguirre, por ejemplo se solivianta con que alguien haya hecho pública su declaración de la renta (lo que debería constituir una obligación para cualquier aspirante a desempeñar un cargo público) pero, en cambio, hace poco encontraba sensacional que alguien hubiera revelado los entresijos de la de Juan Carlos Monedero. Hipocresía en estado puro. Eso sin contar con que le pagaban una morterada como cazadora de talentos cuando su único talento acreditado es su capacidad para rodearse de individuos que ahora andan camino de Alcalá Meco por sus malas obras (nunca mejor dicho).

Rajoy proclama a los cuatro vientos que sólo hay dos caminos: el PP o el caos. Y lo dice y se queda tan ancho, con ese rostro suyo de empleado de tienda de ultramarinos. El PSOE, por su parte, promete deshacer todo lo andado por el PP y quienes lo escuchan no saben muy  bien si se trata de una promesa o de una amenaza. Podemos ha perdido el impulso inicial y mucho me temo que a estas alturas sus dirigentes empiezan a ser conscientes de que ya no pueden gran cosa. Ciudadanos crece sobre los hombros de Albert Rivera, pero en cuanto se decante (y tendrá que hacerlo) desencantará a esa parte del electorado que contempla el universo con el maniqueo y españolísimo esquema izquierda/derecha. Convergencia aprieta el acelerador de la independencia para que nadie preste atención a su calamitosa gestión y a sus variopintas corruptelas y Esquerra empieza a presentir que la independencia que por un instante, en lo peor de la  crisis, pareció casi al alcance de los dedos se ha ido alejando inexorablemente.  

En fin, política española, el espectáculo más bochornoso del mundo.

PD. Por suerte, siempre nos quedaría la poesía:


CAÍDA

La vida solo es eso:
apenas unas horas agrupadas en años,
la marea ascendente,
la ruina abriendo brecha
en todo lo que existe,
hallar en el derrumbe los anclajes.

No es muy grande el misterio:
si estamos siempre solos
mejor no vivir solos,
buscar entre la bruma
el cuerpo que acompañe,
acariciarlo hambriento cada noche,
sin desesperación,
que resuene su voz
como una melodía
en tu mente cansada.

Y que caer no sea un precipicio.

Poema de Marcos Díez incluido en Combustión, publicado por Visor en 2014.




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