Me gusta el fado




Me gusta el fado. 

Porque me hace regresar a las empinadas calles de Lisboa onde eu estudei y me agarrava na parte de tras do electrico para ir para escola Manuel da Maia sem pagar. 

Porque en cada verso brilla el azul de un mar infinito en el que lejos, muy lejos, en medio de la inmensidad, la diminuta vela de un barco se dirige hacia poniente. 

Porque me reveló la dulzura de la lengua portuguesa cuando casi todo el mundo se afanaba en el severo aprendizaje del inglés. 

Porque alivia esas heridas del alma para las que no hay medicina, cura ni tratamiento.  

Porque cada canción es una lágrima triste y alegre que se escapa del alma, una lágrima que viene de un tiempo en el que, al menos por un instante, fuimos dioses. 

Y porque el amor, el amor que canta siempre el fado, es la única verdad en un tiempo en el que casi todo es mentira.


Fado é amor
Que sobrou d'algum queixume
Que se agarrou ao ciúme
E se embrulhou no seu manto
Fado é a dor
É o meio-termo da vida
Nem esperança perdida
Nem riso, nem pranto!




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