Cosas que nadie podrá arrebatarme


- Las luces brillantes de un club de carretera en el que una chica, con aire desolado, espera.

- El instante en el que el correo electrónico se abre. Esa fracción de segundo en la que todo lo inimaginable es posible.

- Las conversaciones de la gente en los transportes públicos. Mapas sentimentales. Vidas y destinos. El amor prendido de una mirada casual. Intentar comprender. Intentar comprender. Intentar comprender.

- Ni fruta ni verdura, sólo arroz, bacalao y tiramisú.

- El vuelo de una cigüeña al caer la tarde y el sonido de las campanas de la iglesia en un pueblo leonés, con el cielo azul a punto de virar hacia el gris plata.

- La revelación de la palabra exacta. La que aguardaba la luz. Justo esa.

- El último vistazo a un lugar al que no volverás jamás. La puerta que se cierra, acaso para siempre. Últimas miradas: aristas del destino, puntos de fuga, luces que brillan y se apagan.

- Mi nombre en la lista. Si, es el mio. Liberación. Felicidad.

- El instante del vértigo en el que se hace evidente que ella también siente algo. No es posible. Pero está ocurriendo. Ha sucedido.

- La súbita aparición del mar en el horizonte. Turbio en Allendelagua y Llanes. Indescriptiblemente azul en Menorca.

- La brisa suave que mece la ventanilla del coche al volver a casa de madrugada. Ver amanecer. Dormir sin reloj toda la mañana. Ahora el mundo no existe fuera de esta habitación.

- El asombro que se desvanece en la espesa tarde de la ciudad. No hacer nada. Contemplar desde la terraza las nubes rojizas que se encaminan hacia poniente. Una voz que te llama y te devuelve a la vida. Una sonrisa.

- Barça. Champions League. El trallazo que lo quiebra todo. Dulcísimo éxtasis alienante.

- Madrid. La plaza del Pí. Kensington y el Tesco. Cruzar el Segre mirando los peces. Los acantilados del Cabo Peñas.

- La primera lluvia de la tormenta y el olor a ozono. El rugido del cielo que empieza a quebrarse.

- Los cajones secretos de un armario. Papeles antiguos y fotos de infancia. Una llave oxidada. Aromas resecos de una vida larga.

- Las terminales de salida de los aeropuertos: destinos inciertos, vidas no vividas. Los trenes que pasan empujando nuestro asombro.

- La explosión que te recuerda que ya has apretado el gatillo. La duda. El miedo. La vida. Todo lo que se acaba. La levedad de todo frente al abismo.

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