Dae Wong




Durante el reinado del tercer emperador de la dinastía Bao, una mujer se convirtió, por primera vez, en verdugo imperial. Era la hermosa Dae Wong, cuya reputación pronto se extendería más allá de las fronteras del imperio.

Según cuentan, Dae Wong aguardaba a los condenados al pie del patíbulo. Con la mirada serena y una sonrisa amable, sujetaba tras su espalda una katana con la que ejecutaba un rápido y certero movimiento con el que decapitaba a quienes habían de ser ejecutados.

El único deseo de Wong era llegar a alcanzar la maestría necesaria para ejecutar un golpe tan preciso que dejara la cabeza del condenado inmovil sobre el tronco, como un plato sobre la mesa cuando se retira súbitamente el mantel.

Una mañana, muchos años después, Wong había enviado a tres delincuentes a reunirse con las sombras de sus antepasados. Como de costumbre, se encontraba al pie del patíbulo y cuando el cuarto condenado apenas había empezado a subir la escalera, su espada relampagueó a tal velocidad que su cabeza siguió en su lugar, como si nada hubiera ocurrido.

El condenado, sin darse cuenta, subió dos escalones más y al llegar a lo alto del cadalso exclamó !Oh hermosa y cruel Dae Wong!, ¿Por qué prolongas la agonía de mi espera cuando ejecutaste a los demás con tan piadosa rapidez?

Al oír estas palabras Wong, comprendió que la secreta ambición de su vida se había realizado. Una sonrisa serena se extendió por su rostro. Luego, con exquisita cortesía, le dijo al condenado:

- Tenga la amabilidad de inclinar la cabeza, por favor.

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