El tio Sam es de los del puño prieto

Mucha gente cree que el tío Sam recompensó maravillosamente a los astronautas que se jugaron el pellejo -lo hicieron y mucho- para llegar a la Luna. Pero no fue así.

Durante su viaje espacial recibieron las mismas dietas que habrían cobrado por desplazarse fuera de su base: ocho dólares al día sin contar con los descuentos (como si ir a la Luna fuera como dejarse caer por Alcorcón). El resto del tiempo, los astronautas cobrarón según su rango militar. La mayoría eran capitanes, y cobraban alrededor de diecisiete mil dolares al año a finales de los 60, lo que no era mucho para una persona de 40 años con su alto nivel de educación y preparación.

En España un controlador aéreo, seleccionado por rigurosos procedimientos de amigismo, chanchulleo y cooptación,  puede cobrar hasta 900.000 euros sin subirse ni a una bacenilla. Claro que esto es España y aquí nos sobra el dinero y aquello es Estados Unidos.

PD. Desde entonces algunos han aprendido a comerciar, con variados grados de dignidad, con su estatus de astronautas de las misiones Apolo, pero existe una cruel jerarquía, de acuerdo a la cual la firma, la presencia o la imagen de alguien que ha caminado sobre la Luna vale muchísimo más que aquella de quienes se quedaron atrás durante las últimas 60 millas.

La ironía de todo esto es que a los pilotos del CM (el módulo que se quedaba orbitando alrededor de la Luna) se les asignaba el trabajo debido a su superior experiencia y competencia respecto a los pilotos del LM (el módulo que aterrizaba en la Luna). La razón era que el CM era el vehículo con el que todos habían de volver a casa.