Gratificación diferida, éxito, patentes, sexo



La gratificación diferida es la habilidad de esperar y/o hacer lo necesario hasta conseguir lo que uno quiere. El experimento "Marshmallow" ilustra bien el concepto. Fue conducido por Walter Mischel en la Universidad de Stanfod en los años 60. A un grupo de niños de cuatro años se les dio un marshmallow (esa chuche que en España se conoce como "nube") y se les prometió otra igual si eran capaces de esperar 20 minutos sin comerse la primera. En términos económicos esa espera era una inversión con una nada desdeñable tasa de retorno del 100%

Algunos niños (los menos) fueron capaces de esperar y otros (apróximadamente dos de cada tres) no. Los investigadores compararon a lo largo de los años el progreso de esos niños y demostraron que los que fueron capaces de esperar tuvieron más éxito en la vida, menos conflictos familiares y personales, mayores logros educativos y mejores resultados en los test de inteligencia. El experimento fue ratificado posteriormente en otras culturas y entornos con resultados casi idénticos, hasta el punto de que hoy se acepta de forma casi pacífica que la capacidad para diferir la gratificación es un notable predictor del éxito social.

Como apuntó Max Weber (no confundir con el pilóto de formula 1) la ética protestante recoge en esencia el espíritu de la gratificación diferida: ahorro y frugalidad (el ascetismo calvinista) y la responsabilidad y la disposición al trabajo duro (en esta vida) como el camino que permite conseguir (en la otra) una recompensa que podría llegar a ser realmente interesante si no fuera completamente imaginaria (la salvación eterna).

En cambio, con demasiada frecuencia la cultura mediterránea apunta en la dirección opuesta: hacia el éxito inmediato (agarra el dinero y corre), el hedonismo (échate a la bartola y procura que otro pringue con tu trabajo) y la irresponsabilidad (no se que ha pasado, pero estoy seguro de que yo no he sido el que ha hecho que la central nuclear explote al derramar el caldo de los chipirones sobre el cuadro de mandos).

Los dos modelos tienen ventajas. En uno las carreteras y, en general, todas las cosas, se hacen mejor y más a conciencia y en el otro la gente vive con menos preocupaciones y se pasa más tiempo en el bar que trabajando porque intuye que no hay ningún cielo más allá del puticlub Los Daneses de la carretera de Camas.

PD. La gratificación diferida explica muchas cosas. Por ejemplo, la necesidad de las patentes. Una empresa farmaceútica sólo dedicará ingentes recursos a la investigación si sabe que, si al final llega a tener éxito (cosa que no siempre ocurre), podrá recuperar su inversión disfrutando de una patente (es decir, un derecho temporal de venta en exclusiva) sobre el resultado de esa investigación. Quienes promueven la eliminación de las patentes son individuos de pocas luces y nulo entendimiento que ignoran que eliminar las patentes sería tanto como eliminar los incentivos a la investigación y, por tanto, convertir en inviable la producción de nuevos medicamentos. Salvo que, claro, sean comunistas que defiendan que es el estado el que debería asumir bajo sus enormes alas la investigación farmaceútica (ignorando, a su vez, que un estado social-comunista nadie tiene un incentivo a hacer nada porque nadie puede apropiarse, aunque sea limitadamente, del fruto de su propio trabajo, lo que significa, por tanto, que no hay ninguna graficación diferida por la que sacrificarse).

PD2. Los tios que sin ser guapos son hábiles ligando saben mucho de gratificación diferida. Hacerse el romántico; evitar a toda cosa eructar, tirar pedos y mirar directamente culos y escotes; escuchar con aparente interés lacrimógenas historias personales; resistir la tentación de sacarse los mocos para hacer bolitas y la de rascarse los huevos compulsvamente; sonreir cuando hablan de aquellos ex tan cabrones a los que sin embargo quisieron tanto o cuando la bruja de su madre dice que eres un buen chico pero que pena que no seas tan alto como aquel novio tan guapo que antes tenía la niña; aparentar que el sexo, la belleza y la pornografía no significan nada al lado de una personalidad auténtica, sencilla y sincera; fingir que la fidelidad es la única religión verdadera y tu pene su profeta; relatar hasta que punto resultaron heridos tus frágiles sentimientos por aquellas pérfidas mujeres de gélidos corazones que traicionaron tu confianza y, sobre todo y más quen ninguna otra cosa, simular una comprensión cuasi-perfecta de la siempre extravagante existencia ajena cuyos móviles, no nos engañemos, además de estar fuera del alcance de un psicólogo clínico avezado, son absolutamente incompresibles para un tío medio borracho que a duras penas escucha la mitad de lo que le cuenta una tía llorosa en una discoteca a las tres de la mañana. En resumen, tirarse el rollo el tiempo que haga falta hasta que por fin, llegue -si, oh, si, sigue, sigue- la ansiada y, con frecuencia demasiado diferida, gratificación.

PD3. Como una buena parte de las mujeres tienen un gen masoquista y/o redentor hay un procedimiento alternativo de ligue que, en ocasiones, produce excelentes resultados y acorta el tiempo de espera. Consiste en no devolverles las llamadas, alternar interés (realmente eres muy especial) y desinterés  (ah, estabas en la fiesta, no me había dado cuenta), fingir que eres víctima de una personalidad terriblemente compleja (es útil simular ser escritor, poeta o concejal de urbanismo), alegar que el mundo conspira contra tus innumerables méritos porque la creatividad y el talento desmedidos con que la naturaleza te ha dotado llenan de ira a los múltiples envidiosos que pueblan este planeta y, si cuela, que las mujeres que han pasado por tu vida sólo te han querido por tu (fantasmagórica) capacidad para producir orgasmos y, es triste reconocerlo (y una mierda) por el descomunal tamaño de tu pene. Si aplicas esta táctica en uno de cada tres casos te encontrarás gratificandote antes de que acabe el fin de semana.

Comentarios

  1. Oye, que yo no tengo la culpa de ser poseedor de una habilidad tan espectacular que raya lo increíble para conseguir que las mujeres tengan orgasmos continuados y sumamente intensos; que cada uno tiene su cruz y a mí me tocó esta. Y ni así me como una rosca.

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  2. Jaime, para tu información y en el supuesto (poco probable) caso de que hayas compartido orgasmos femeninos conitnuados, te informo (lo siento)de que probablemente, y casi con toda seguridad, no ha dependido de tí.

    Míralo de esta manera: si no los has conocido, tampoco ha dependido de ti.

    Y sé de lo que hablo.

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  3. Creí que el tono tan exagerado de mi comentario hacía innecesario el señalar que por supuesto va en broma, no creí que nadie pudiera creer que alguien pueda escribir semejante bobada en serio... pero veo que no. O falta sentido del humor o valoro demasiado la inteligencia ajena. Intentaré corregirme para próximas participaciones, señalando oportunamente cuando mis comentarios son irónicos y cuando no.

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  4. Jaime, así lo entendí, por supuesto. Mi comentario, estaba hecho en el mismo tono.

    Yo también comparto tu opinión de la correlación existente entre inteligencia y el sentido del humor.

    Saludos.

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  5. Acerca del PD3.

    A raíz de los resultados, el procedimiento no debe ser tan bueno. Si se ha de recurrir a ese procedimiento con frecuencia es porque los resultados no son buenos y, además, el que lo emplea es un gilipollas.

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  6. He encontrado muy interesante la entrada, a la vez que pícara, y la he cogido prestada para mi blog. Espero que no te importe, ya he indicado que es de tu blog. Si hubiese algún problema me lo dices y ya está. Un saludo!

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