Alguien a quien respeto
Deja su cargo, al concluir su "mandato", Milagros Pérez Oliva, defensora del lector del diario El País. Lo anunciaba ayer domingo 26 de febrero en su última columna titulada "Adiós y mucha suerte".
He seguido de cerca su actividad como defensora del lector y he de decir que me ha parecido siempre un prodigio de mesura, inteligencia e integridad -tres virtudes infrecuentes por separado y que contadas personas poseen en combinación-.
Destaco algunas ideas de su artículo de ayer que me parecen todo un faro en medio de la creciente oscuridad que se cierne sobre nosotros. Unas palabras que deberían estudiarse, no ya en las facultades de periodismo, sino en todos los colegios de nuestro maltrecho país:
"Quiero hablarles de la verdad. Una visión cínica del periodismo sostiene que la verdad no existe. Que puede haber tantas verdades como interpretaciones de la realidad. Este planteamiento es una gran trampa (...) Porque la verdad en el periodismo existe. Al menos existe la verdad de los hechos, la verdad factual. Aquello que es cierto y es comprobable.
La verdad no es un compromiso entre sus diferentes versiones (...) Porque la falsa neutralidad del periodismo de versiones otorga las mismas oportunidades a quien dice la verdad que a quien miente (...) Piensen en todos esos imputados por corrupción que se presentan como víctimas de una persecución política. Piensen en esos sindicalistas presentados como expoliadores, mientras los expoliadores aparecen como brillantes gestores
Lo peor que puede pasar es que la ciudadanía crea que la única forma que tiene de hacerse con la verdad sea leer diversos medios de signo diferente. Porque la versión promedio no tiene que coincidir con la realidad".
Y citando a Harry Frankfurt, añade: "Una sociedad que de forma imprudente y obstinada se muestra negligente ante la verdad está abocada a la decadencia. Las civilización nunca han podido prosperar ni podrán hacerlo sin cantidades ingentes de información fiable sobre los hechos".
Todo un alegato, en suma, contra el relativismo periodístico y contra el periodismo de opereta de tantos y tantos sujetos vociferantes (Federico Jiménez Losantos y todo el surrealista plantel de Intereconomía, por citar dos ejemplos) que utilizan sus peculiares interpretaciones de la realidad como herramienta para exaltar a sus, por otra parte, fácilmente exaltables huestes de seguidores, siempre ávidas de que alguien les diga lo que tienen que pensar (en especial, si coincide con aquello que siempre han pensado).
Muchas gracias Milagros. Y mucha suerte.
PD. Juzgo de especial interés también el artículo de ayer de Javier Marías (Bailando encima de las mesas) en el suplemento El País Semanal, en el que relata el paradójico proceso de amor-odio que la derecha española ha experimentado a lo largo de los últimos años con Baltasar Garzón. Cito, en particular, el último párrafo:
"Una de las cosas raras que pasan es que, si bien no todo el PP es de extrema derecha ni franquista, casi todos los individuos de extrema derecha o franquistas están en el PP o votan por él. Por el partido -no sé si se acuerdan- que nos gobierna y nos va a gobernar largo tiempo, y con mayoría absoluta además".
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