La historia se repite


Fabrica de puertas Dermac (Villacañas), cerrada en abril de 2008.

Alguien dijo alguna vez que la historia de España es como la morcilla de mi pueblo: las dos se hacen con sangre y se repiten. Ese alguien fue Ángel González, un formidable poeta de mi tierra.

Las lúcidas palabras de Ángel me traen a la memoria que las llamadas "crisis del capitalismo" -como esta en la que ahora chapoteamos- son más viejas que las canciones de Manolo Escobar y que, además, siguen un patrón común que puede resumirse como sigue:

a) Un chollo: alguien empieza a ganar mucho dinero haciendo algo (comprando acciones de empresas de ferrocarril norteamericanas, tulipanes en Holanda o viviendas en España).

b) Contagio: esos beneficios (o más exactamente, el deseo de obtenerlos) originan una euforia inversora que desencadena un intenso proceso especulativo basado en una única idea: comprar hoy para vender mañana más caro. O lo que es lo mismo, obtener un beneficio a corto plazo aprovechando que la demanda excede a la oferta.

c) Es un negocio seguro: cada proceso especulativo genera su propio aparato teórico que defiende que esta vez será distinto y que no se producirá el lógico reajuste a la baja. Estamos en una nueva era de crecimiento, en la nueva economía digital o del conocimiento, en medio de un nuevo paradigma de crecimiento sostenido en el que la compra de inmuebles es absolutamente segura, porque, como es bien sabido, su precio no puede bajar. 

d) Euforia y a gastar: las familias se endeudan en la creencia de que su patrimonio (las acciones, los tulipanes o la vivienda) pueden respaldar indefinidamente un alto nivel de gasto corriente. ¿Si tengo una vivienda que vale 300.000 euros porque no voy a comprarme también un Audi ampliando un poco la hipoteca? Además el Corte Inglés o Carrefour me financian los electrodomésticos casi sin intereses y con el dinero de la hipoteca me he pagado los muebles y el viaje de novios a las Seychelles. 

e) El espejismo: el incremento de la demanda no nace de una mejora de la competitividad (producimos mejor y más barato que los demás) sino de un creciente endeudamiento. Detrás de la crisis real siempre hay una crisis crediticia porque es el crédito el que hace posible ese alto nivel de consumo. Por eso siempre hay dos boom: el del activo que se compra alocadamente y el del crédito que hace posible su compra. Como es lógico, el segundo será tanto más grave cuanto mayor sea el nivel de endeudamiento en que se haya incurrido durante la espiral especulativa.

f) La caída: en un escenario de familias endeudadas, crédito barato y prosperidad general cuando la demanda deja de aumentar los especuladores escaparán de la misma forma en que llegaron al mercado: en manada y sin mirar atrás. De repente la oferta supera a la demanda y el precio del activo baja. La actividad productiva cae, aumenta el desempleo, sufre el comercio, el sistema financiero se colapsa (morosidad, inversiones en activos tóxicos) y aumenta la deuda pública: por un lado, por la reducción de la recaudación tributaria derivada del menor crecimiento y, por otro, por el mayor gasto debido a los programas de rescate del sistema financiero, de estímulo económico y de asistencia social.

Eso ocurre a gran escala y también a pequeña escala.

Muchos de vosotros habréis tenido noticia de la historia de Villacañas, un pueblo de poco más de 10.000 habitantes, situado en la provincia de Toledo. La economía local estaba basada tradicionalmente en la agricultura y sus industrias afines, hasta que en 1970 el carpintero Abilio Cuesta creó la primera planta de producción industrial de puertas.

Los hermanos Cuesta habían viajado hasta EE.UU para averiguar como fabricaban las puertas los norteamericanos e importaron una forma de fabricación en cadena que, además de requerir muy poca madera (el 90% es aglomerado), reducía los costes y ofrecía productos con una estética y calidad homologables a los de las puertas artesanas de madera maciza tradicionales, pero a un precio mucho más reducido.

El resultado fue que en pocos en pocos años las puertas de Villacañas invadieron el mercado. Muchos de los primeros socios y accionistas abandonaron la empresa matriz para crear nuevas empresas. La demanda era tal que surgieron fábricas como champiñones y los comerciales vendían las puertas sin moverse de su despacho. 

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Tras el boom inmobiliario en 2007 había más de diez plantas industriales con más de 100 trabajadores y tres de ellas (Artevi, Visel y Docavi) con más de 500 trabajadores. El paro había desaparecido en toda la comarca. Los más de 4000 trabajadores de estas grandes plantas trabajaban a veces incluso sábados, domingos y festivos. La producción alcanzó  las 6.500.000 puertas anuales y Villacañas se convirtió en el productor del 72% del total de puertas en España. Por desgracia, el 95% de las puertas fabricadas estaban destinadas al mercado nacional.

Como en otros pueblos, los signos exteriores del éxito eran evidentes. En palabras de un residente del pueblo:


“Los coches y viviendas semi-lujosas se veían por todas casi todas las calles, siete sucursales de entidades financieras y dos joyerías se acumulaban en los cien metros peatonales de la Calle Mayor del Pueblo.”

“El dinero fácil es un buen incentivo para preferir trabajar a estudiar: a los dieciséis años, sólo estudiaba aquel que no quería trabajar, es decir la sociedad también presionaba a los jóvenes en este sentido. De esta manera el paro llego a ser algo desconocido a la vez que el fracaso escolar de este pueblo era de los más altos del país.”

Nadie pensó en el futuro. Las fábricas empezaron a sobredimensionarse a crédito para dar empleo a familiares y amigos, se empezaron a fabricar puertas lisas de menor calidad, nadie se molestó en promover la exportación, gran parte de los sueldos se pagaban en B y a final de año se repartían dividendos de 50.000 o 60.000 euros per capita entre los socios, en lugar de utilizar parte de esos beneficios para reducir el creciente volumen de deuda.

De repente llegó la crisis inmobiliaria y.... la cosa acabó como tenía que acabar: pasando del pleno empleo al 23% de paro (y subiendo) en apenas cinco años por la crisis inmobiliaria y el consiguiente hundimiento del monocultivo de la puerta.

PD. La foto tiene su miga. A finales de los 80 una de esas empresas, "Puertas Dintel", patrocinaba nada más y nada menos que a la Cibona de Zagreb, que contaba en sus filas con el mítico Drazen Petrovic y, si no recuerdo mal, hasta a la propia selección yugoslava y al Zalguiris Kaunas del no menos legendario Arvidas Sabonis. La empresa, en el colmo del delirio, llegó a tener hasta su propio equipo de basket en Segunda División Nacional con cinco jugadores de la ACB fichados de una tacada a golpe de talonario. ¿Cómo acabó la historia? Con la quiebra y con algo más:

Noticia del diario "El País"

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