Un general gay?


Lo confieso: me encantan los Estados Unidos. En esto me separo de la opinión de la mayor parte de mis compatriotas que albergan respecto a este país una mezcla, en variables proporciones, de razonables discrepancias, perjuicios injustificados y envidia roñosa y pseudo-progre muy mal metabolizada.

De Estados Unidos se subrayan siempre cansinamente sus muchos defectos (el uso indiscriminado de las armas, sus injerencias en política exterior, por citar sólo dos ejemplos de manual) y se omiten todas sus virtudes que se resumen en una: son, en casi todo lo que importa y en casi todo lo que me importa, la vanguardia del mundo.

En realidad es justo eso lo que no se les perdona: que tengan las mejores universidades, los mejores atletas olímpicos, las empresas más sobresalientes y, mucho me temo, que sean un país de verdad que honra su bandera y su himno y no un reino de taifas con tropecientos presidentes regionales, de diputación, de cabildo insular y, como no, de comunidad de vecinos.

¿En qué otro país del mundo una lesbiana sería ascendida a general? ¿En Cuba, dónde se ha reprimido a los homosexuales hasta la extenuación? ¿En España, dónde no hay un sólo futbolista que haya podido reconocerlo en pleno siglo XXI? ¿En Marruecos? ¿En Irán donde su presidente niega su existencia? ¿En China? Si ya se que en EEUU hasta hace muy poco los militares no podían reconocer abiertamente su condición homosexual pero... in facta nont sunt argumenta: ha ocurrido en el único lugar en el que podía ocurrir: en Estados Unidos.

Los mismos Estados Unidos que acaban de colocar una nave espacial en Marte. Los mismos Estados Unidos que acaban de arrasar en el medallero olímpico. Los mismos Estados Unidos que están a punto de inventar la cura del SIDA o la vacuna de la gripe. Los mismos Estados Unidos que, en la hora decisiva y pudiendo no hacerlo, cruzaron el charco para salvarnos cuando el tío del bigote amenazaba con gasear a la mitad de la población y los franceses, tan finos ellos y con su característica insuficiencia testicular, se habían rendido tras resistir heroicamente durante tres cuartos de hora.

Estados Unidos. The land of the free... once more.


Y al que le pique que se rasque.

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