Recuerdo


Te dije adiós y crucé la frontera alambrada de las despedidas como los condenados atraviesan la última puerta camino del paredón. Atrás, contigo, quedaron el deseo, la tibieza y el invierno. Esta noche he soñado que amanece un día en el que ya no te echo de menos, pero mi corazón todavía no lo sabe y por eso de madrugada tu nombre regresa, lento, sigiloso y resplandeciente, como una lluvia tenue que cae desde muy alto y se desliza sobre los cristales o como un tigre con ojos de plata que vadea un río solitario a la luz de la luna.

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