Gracias



Hace un par de años en un pequeño restaurante en Chania (Creta) descubrí una receta que me encantó: berenjenas papoutsakia (zapatitos en griego). Al volver a casa recurrí a los largos tentáculos de Internet para encontrarla y el azar, combinado con mi insaciable curiosidad y esa obstinada costumbre mía de acostarme a las tantas, quiso que acabara yendo a parar al blog de un auténtico enamorado de Grecia y su cultura. 

(La receta)

De la mano de La Pasión Griega tuve la oportunidad de adentrarme en un país que es mucho más que un montón de ruinas milenarias y la marejada de la crisis económica de los telediarios. Conocí la historia de los Pondios, uno de esos pueblos sin patria condenados a ser extranjeros en todas partes, a Nektaria Karantzí y sus impresionantes himnos bizantinos capaces de detener el tiempo, las fotografías de Manolis Kazamías y un montón de poemas, canciones y retazos de esa cultura griega sobre cuyas poderosas raíces se erigió buena parte del mundo que hoy conocemos (aunque Donald Trump y sus secuaces, en su infinita ignorancia, estén convencidos de que el tal Aristóteles, con ese nombre tan raro, por fuerza debe ser un wild receiver negro de los Kansas City Chiefs).

Me costó bastante tiempo (los que me conocen saben que soy una criatura bastante obstinada) pero al final, rastreando que te rastrea por aquí y por allá, acabé averiguando que detrás del blog se encontraba Emmanuel Vinader (Alcoy, 1964), helenista, traductor y, obviamente, gran conocedor de la cultura griega. Y me produjo una pena enorme la noticia de que, después de 8 años, el 4 de febrero de 2016, La Pasión Griega cerraba sus puertas para siempre:


Se dice mucho que Internet es un nido de basura, mentiras y superchería. Pero en Internet hay, también, infinitas teselas de hermosos colores y puertas y ventanas hacia fascinantes universos paralelos que están a dos pasos y de los que, sin embargo, por increíble que parezca, apenas sabemos nada. Ese blog que ahora vaga abandonado en el espacio-tiempo es eso ni más ni menos: una pequeña joya luminosa a un click de distancia de cualquiera que desee saber algo más sobre la Grecia moderna.

Seguramente nunca llegaré a conocerte, querido Emmanuel, pero siempre estaré en deuda contigo. Por las berenjenas papoutsakia y por todo lo demás. Ah y se me olvidaba algo. Tu despedida ("en la hora del adiós quisiera pedirles un único favor: valoren su tiempo, vivan intensamente el momento presente y elijan ser felices") me parece un elegante compendio de todo lo (poco) que cualquiera de nosotros, con un poco de fortuna, puede llegar a aprender en esta enrevesada aventura de vivir, así que me sentiría muy honrado si alguien se tomara la molestia de grabar esas palabras sobre mi lápida cuando el tiempo acabe, por fin, su minucioso trabajo de demolición. 




Comentarios

  1. Descubro este post justo siete meses después de su publicación. Querido/a redactor/a anónimo/a, te agradezco, hondamente emocionado, tus buenas palabras hacia el blog que ocupó la mayor parte de mi tiempo libre durante casi ocho años. Un abrazo. Να είσαι πάντα καλά!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¿Algún comentario?